Concierto ‘John Williams, para siempre’ – Resumen

El pasado lunes 21 de junio, la Orquesta Sinfónica del Vallès – OSV dirigida por el compositor Marc Timón, con la participación de la pianista Gloria Cheng, interpretaron en el Palau de la Música de Barcelona un concierto homenaje al maestro John Williams titulado ‘John Williams, para siempre’.

 

Anteriormente os dejamos un breve resumen del concierto de la mano de Gorka Oteiza (leer más), y ahora os traemos un artículo completo y detallado, de la mano de nuestro compañero y colaborador Coque Cano, en exclusiva para SoundTrackFest.

 

EL PROGRAMA

  • MARC TIMÓN – Witches
    • Witches (Main Theme)
    • Blasphemy and Witchcraft
    • Isolda’s Lullaby
  • JOHN WILLIAMS – Preludio y Scherzo para piano y orquesta
    • (Estreno mundial del Preludio; Estreno europeo del Scherzo)
  • MARC TIMÓN – Coliseum
    • Mehara The Horse
    • Cleopatra’s Theme
    • Honor and Victory
  • MARC TIMÓN – The Little Wizard
    • The Little Wizard (Main Theme)
    • The Spell
    • The Final Battle
  • MARC TIMÓN – The Beacon. Tribute to John Williams
    • (Estreno mundial)
  • JOHN WILLIAMS – Harry Potter
  • JOHN WILLIAMS – Schindler’s List
  • JOHN WILLIAMS – Jurassic Park
  • JOHN WILLIAMS – Flying Theme from E.T.
  • JOHN WILLIAMS – Star Wars
    • Leia’s Theme
    • Imperial March
    • Yoda’s Theme
    • Main Theme

 

  • BIS: JOHN WILLIAMS – Indiana Jones – Raider’s March

 

EL CONCIERTO

Marc Timón es por derecho propio un sensacional compositor, que forma parte de la imparable hornada de jóvenes talentos surgidos en el país en los últimos años y que parecen haber heredado mucho mejor los modos de la música de cine americana de los 80 y 90 que la misma generación surgida en el cine USA. En la liga de los Velázquez, Baños, De la Riva, Palomares, Martín Jara, Vaillo, Bataller, Gil Inglada, etc. Esto en cuanto a música de cine, pues tiene composiciones para concierto, para el género musical, es un consumado y premiado sardanista…

 

Por descontado es también un director de orquesta notable y entregado, con varios conciertos a sus espaldas pese a su juventud, en lugares tan emblemáticos para la música en Catalunya como son el Auditori, el Gran teatre del Liceu y el propio Palau de la Música Catalana. Aunque hasta la fecha no habíamos tenido la oportunidad de escuchar en concierto obras cinematográficas suyas.

 

Para acabar esta breve pero necesaria introducción, Marc Timón es asimismo periodista y escritor, y no hay más que verlo encima de un escenario para comprobar sus dotes de gran comunicador.  Todo esto y mucho más hacían de él la persona ideal para hacer historia como ocurrió el pasado lunes.

 

Y tal vez os preguntéis porqué digo esto si al fin y al cabo era un concierto más dedicado a la obra de John Williams (“John Williams para siempre” era su título), en el que por descontado se tocaron muchas de sus partituras más conocidas.

 

Pues porque en realidad no fue así, sino un homenaje de Marc Timón a la obra de Williams (con pieza especial compuesta en su honor), y en un estrato más relevante, fue la primera vez que se interpretaba en nuestra tierra en riguroso estreno mundial una parte de la obra del maestro neoyorkino (el Preludio) y otra parte como estreno europeo (el Scherzo).

 

Para ello, se contó además con la participación de la prestigiosa pianista Gloria Cheng, muy allegada al propio Williams, para quien ha trabajado en varias ocasiones en las grabaciones de sus partituras (The Post, Munich o JFK entre otras), y a quien el Maestro regaló la composición “Conversations” que forma parte del imprescindible álbum titulado “Montage”, que incluye otros temas para piano de Broughton, Desplat, Giacchino, Davis y Randy Newman.

 

Era por tanto todo un evento y sin lugar a dudas respondió a las expectativas. Eso no quiere decir que no hubiera nada mejorable, que, como en cualquier otro concierto, lo hubo, como una apreciable pero errática (por la selección y los cortes de los temas que la componían) suite de Harry Potter, que fue de la que se pudo disponer para la ocasión, o por el recorte de algunos temas como el de Leia o el de Yoda que nos sorprendieron a los aficionados que las hemos escuchado miles de veces pero que pasó completamente desapercibida para el resto del público, que, no nos engañemos, es el que llena y por tanto justifica que se puedan programar este tipo de conciertos, salvo que sea el mismo Williams quien los dirija.

 

En todo caso, una respetable opción si con ello pudieron tener cabida dichos temas en un programa muy ambicioso y completo, aunque sin sorpresas en esa parte, pues incluía los inevitables hits que tampoco el propio Williams puede evitar en sus conciertos. Salvo Tiburón, Encuentros en la Tercera Fase o Superman (ésta última también extrañamente desaparecida en los últimos conciertos del propio Williams), estaba la plana mayor de sus partituras más populares.

 

Mención especial a la interpretación de esas piezas por parte de la estimable Orquesta Simfònica del Vallès (OSV), que bajo la batuta de Marc Timón ofreció unas versiones muy cercanas a la impronta de Williams, algo que en no pocas ocasiones se nota a faltar en conciertos temáticos de su obra. En especial fue destacable la sobresaliente interpretación de ‘Schindler’s list’ a cargo de la violinista Marta Cardona, que emocionó a todo el Palau y que nada tuvo que envidiar a la del mismísimo Itzhak Perlman. O un ‘Flying’ de E.T. breve pero de una fidelidad asombrosa con el original, un ‘Jurassic Park’ que fue de menos a más tanto en emoción como en fuerza, y una ‘Marcha Imperial’ que sonó perfecta aunque con un pero: es a Williams lo que la Radetzky a Strauss, por lo que merece un punto y aparte en cualquier concierto y al menos a mí me chirría que esté entre medio de una “suite” discontinua, que no permitió al público lo que sin duda habría sido uno de los momentos generadores de una ovación en pie de esa noche.

 

La prueba palpable de que Williams exige mucho y reclama un director con personalidad y afinidad hacia su música estuvo en el bis final con ‘Indiana Jones’. Donde otros directores ofrecen una marcha roma y plana, Marc Timón le dio brío, muchísima intensidad, toda una prueba de fuego para una orquesta que sabía que le respondería. ¡Chapeau!

 

Y sí, no me olvido de ciertas desafinaciones, en especial de los metales en la parte más fanfarriera de Williams, pero eso es algo que sucede en todos los conciertos, e incluso pasó con la Filarmónica de Viena en los históricos conciertos de enero de 2020.

 

Y hasta aquí la parte más típica, que obviamente siempre se agradece escuchar en un homenaje a Williams, pero que al menos para mí, era la parte del programa que menos me llamó la atención.

 

Sin dejar al Maestro de Maestros, la vida a veces nos regala (Gloria Cheng y Marc Timón mediante, en este caso) un momento memorable, de los de carne de gallina. El estreno parcialmente mundial y parcialmente europeo del “Prelude and Scherzo for Piano and Orchestra” de John Williams representó el punto álgido de la noche por su relevancia como evento, pero también por su calidad y por la soberbia interpretación de la solista norteamericana y la OSV.

 

Una pieza que efectivamente gana con la adición del Preludio (según explicaron Cheng y Timón, fue ella la que alentó a Williams a componerlo como complemento perfecto del Scherzo), y que nos muestra al Maestro en plena forma; un torrente de ideas con pasajes muy contemporáneos y atonales (a alguien escuché comentar acertadamente que por momentos parecía un planeta de los simios “Williamsiano”), con diálogos constantes entre la orquesta y el piano y que, como curiosidad, quedó como suspendida en una nota por parte de Gloria Cheng debido a los aplausos del público tras un primer conato de final que no era tal. Simplemente maravilloso comprobar cómo, después de una ejecución tan compleja y exigente, la pianista aguantó el aplauso general para poder darle el final requerido a la pieza. No se me ocurre un mayor gesto de respeto tanto a la música como al público.

 

Con esta pieza finalizó la intervención de esta fantástica intérprete, que aprovechó el momento de la retirada del piano para explicar al público la intrahistoria del Preludio y de cómo llegó a estrenarse en Barcelona, todo merced a una pequeña entrevista en pleno escenario cogida al vuelo por el periodista que Marc Timón lleva dentro. Un detalle que resultó muy interesante y que nos permitió poner en contexto una de las obras de concierto más interesantes de la carrera de John Williams.

 

Y he dejado para el final la parte del concierto dedicada a la obra del propio compositor ampurdanés. Centrada en tres de sus partituras más espectaculares (‘The Witches’, ‘The Little Wizard’ y ‘Coliseum’) y en una pieza de concierto titulada ‘The Beacon’ dedicada a Williams, a quien considera un referente en su carrera como músico.

 

También fueron estrenos, dado que jamás se habían interpretado en concierto y especialmente “The Beacon” era la primera vez que saltaba de los pentagramas a la orquesta.

 

No oculto que la obra de Marc siempre me ha gustado por su sinfonismo, variedad temática y rendición a los modos de grandes de la música de cine como el mismo Williams, Basil Poledouris o Miklos Rozsa, pero hay que reconocer que el triple salto mortal de programar música propia en el marco de un concierto de homenaje a John Williams era arriesgado, y más teniendo en cuenta que la gran mayoría del público era un completo desconocedor tanto de Marc como de su música. Pero cayó de pie, tanto que la gente salió emocionada por haber disfrutado de la música de Williams y a la vez impresionada por el descubrimiento del talento del compositor nacido en Castellò d’Empúries.

 

Las tres suites que preparó para la ocasión de sus partituras previas estuvieron formadas en realidad por tres temas separados de cada una de ellas, consiguiendo un fresco de la parte más suntuosa y aventurera de su obra, que sonó realmente impresionante. Empezó con “The Witches” (la primera pieza de la noche) y resultó toda una declaración de intenciones del camino que en líneas generales tomaría el concierto (con la excepción del Preludio y Scherzo para piano y orquesta y la Lista de Schindler): música épica, aventurera y romántica, brillantemente orquestada por su autor e interpretada por la OSV. Una delicia.

 

Curiosamente el concierto prosiguió con el estreno de Williams, para a continuación seguir con la música de Timón e interpretar “Coliseum”, suite que introdujo el compositor a la audiencia haciendo referencias a la obra de Miklos Rozsa, referencias que pueden notarse en una partitura que fue compuesta para un espectáculo de circos romanos, lo que también le llevó a poner un ojo en Zimmer, aunque las tres piezas que programó no eran precisamente las más cercanas al estilo del compositor alemán. Espectacular y elegante partitura que sonó perfecta en concierto y en la que incluyó el precioso tema compuesto para Cleopatra.

 

Para acabar con las suites, fue el momento de “The Little Wizard”, tal vez mi preferida del compositor, con ecos de Poledouris, un ligero aire medieval y el maravilloso tema del pequeño mago esparciendo magia por el Palau. La elección de los tres temas, al igual que en las dos suites anteriores, resultó muy acertada y dio paso a la segunda primicia de la velada, el tema con el que Marc ha querido dar su particular homenaje a John Williams, titulado de forma muy coherente “The beacon” (el faro).

 

El compositor se planteó este tema inicialmente como una pieza de música contemporánea hasta que se dio cuenta de que este tributo pedía a gritos un acercamiento a las formas y a la obra de Williams, y en especial del Williams que tanto le había guiado. El resultado, una pieza de unos 10 minutos de duración que ciertamente es deudora y a la vez muy respetuosa con el legado del Maestro, pero que también tiene la suficiente personalidad como para no parecer una mera copia. Ojalá algún día la editen porque es una gozada de principio a fin y es a la vez una preciosa carta de amor al –bajo mi punto de vista- mejor y más influyente compositor que ha dado el cine, a la par que la demostración del talento de Marc Timón Barceló.

 

Es curioso lo caprichosa que suele ser la vida, ya que el último concierto al que pudimos asistir muchos de los que estuvimos el pasado lunes en el Palau de la Música Catalana fue precisamente el de la Filarmónica de Viena con John Williams al frente, hace casi un año y medio, y entonces ni se nos pasaba por la cabeza lo que llegaría tan solo un par de meses después.

 

La pandemia ha provocado que la tardía vuelta a la “normalidad” (obviamente el aforo fue limitado), haya sido de nuevo con Williams de protagonista, por lo que este concierto ha supuesto una doble celebración que debemos agradecer al encuentro casual de Marc Timón y Gloria Cheng en un concierto en Los Ángeles, del que surgió la alquimia necesaria para que esta velada fuera posible. Gracias pues a ambos y por descontado a John Williams por acceder al estreno de su obra en Barcelona. Los aplausos en pie de todo el Palau fueron sin duda el mejor broche a un concierto especial.

 

Artículo por Coque Cano

Fotos Palau de la Música