Hans Zimmer Live 2023 – Bilbao – Resumen Concierto [Asier G Senarriaga]
Hoy viernes arrancan los 3 últimos conciertos de la gira Hans Zimmer Live 2023, que comenzó el 23 de abril en Alemania y finalizará este fin de semana, 23, 24 y 25 de junio, en París (leer más).
Desde SoundTrackFest, y para ir entrando en ambiente, ayer os trajimos el artículo especial ‘Hans Zimmer Live – Madrid 2023’ de la mano de Reme Díaz, y hoy os dejamos con la estupenda y detallada crónica de ‘Hans Zimmer Live – Bilbao 2023’ de la mano de Asier G. Senarriaga.
HANS ZIMMER LIVE - BILBAO - 11 DE MAYO 2023
Tras aproximadamente 40 años de carrera y más de cuatro décadas creando música de cine, Hans Zimmer, compositor de Hollywood nacido en Alemania, creador de tendencias musicales en base a una inabarcable capacidad de aportar frescura con nuevas ideas y formatos, para rápidamente dejarlos atrás y crear otros nuevos, dejó pronto su pánico escénico atrás, autoasumido y confesado, para dedicar varias giras a su vasta carrera. Así nacieron Hans Zimmer Live y The World of Hans Zimmer, la segunda de las cuales llegó a Bilbao por primera vez en diciembre de 2019. Ahora y visitando la Villa como inicio de su ciclo de conciertos en España, una renovada, expandida y apoteósica nueva versión de la primera, llegó a nosotros, afortunados espectadores de Bizkaia este pasado 11 de mayo de 2023. Y lo que experimentamos ese día, como el mismísimo Paul Atreides diría en Arrakis:
“Fue digno de vivirse”
Tras recibirnos un recinto de eventos tan grandioso como el Bizkaia Arena, con un escenario que nos enfocaba a nosotros, los espectadores envueltos por una luz amarilla y azul en homenaje a muchos de los músicos del show, pertenecientes a la orquesta ucraniana de Odesa, el concierto iba a comenzar con el lirismo de la voz femenina de Loire Cotler, situándonos en un mundo conocido como Dune. Y dando paso a la solemnidad de raíces rock, y añadido de gaitas escocesas, el tema de la Casa Atreides hizo vibrar a la audiencia como comienzo de fiesta y apertura de un recorrido intenso, embriagador y triunfante de la carrera de un Zimmer desatado, que iba a dominar con su presencia poderosa el resto del concierto.
La potencia sonora atronadora del motivo de acción por antonomasia de Inception (Origen), con el tema Mombasa, nos iba a transportar un universo de percusiones y golpes de efecto que define perfectamente el peligro del mundo de los sueños, aunque te hagas llamar Cobb y seas el mejor en el negocio.
Tras ello, Zimmer comenzó una galería de presentaciones de los temas que iban a ir sonando a lo largo del concierto. Basada en la interacción con su público, estuvo sembrado con su inicial “Hola Bilbao, Hola España, Hola Bizkaia!!!”, con sus músicos, los maravillosos y carismáticos artistas, Pedro Eustache, brillante con todo tipo de instrumentos, especialmente las flautas de todo tipo, Juan S. García-Herreros (Snow Owl) uno de los mejores bajistas del mundo, (si no el mejor), Rusanda Panfili o Tina Guo (excepcionales violinista y chelista respectivamente), que aportaron su carismática presencia, y su timing de comedia para acompañar a Hans en traducciones hilarantes entre idiomas y simpatía a raudales, comentando el siguiente bloque musical a interpretar, dando paso a cada nueva sección.
Particularmente inspirador fue la mención a la parte femenina de “The Band”, para dar inicio a la suntuosidad fanfárrica, la grandeza melódica y el sinfonismo aventurero de la superheroína por antonomasia, como bien dijo Pedro en castellano, la Mujer Maravilla. Y es que la partitura de Wonder Woman 84 es una de esas joyas que no se olvidan una vez escuchadas por primera vez. Hans Zimmer recrea la Isla de Themyscira con una bellísima rendición coral, que otorga respeto, grandeza heráldica y suntuosidad mágica a las amazonas, para luego rendirse al sensacional material temático para Diana Prince: primero con la totalidad de los músicos entregándose al sentido de la maravilla, nunca mejor dicho, y luego otorgando a Tina Guo la apabullante garra de su chelo solista para explotar el tema central y llevar al Bizkaia Arena al éxtasis mismo de la aventura.
Tras lo cual, un Hans al piano desgranaba el motivo de Clark Kent para Man of Steel, que daba comienzo a una Suite llena de golpes de sonido y guitarras eléctricas at full power con Guthrie Govan y Nile Marr, para llevarnos al enfrentamiento definitivo entre el Hombre de Acero y el General Zod.
Es en ese instante cuando nos llega el primer momentazo que ya para siempre queda grabado en el recuerdo, la maravillosa entrada de la voz de leyenda de Lisa Gerrard en un recorrido por la emoción más pura y la acción más desatada, en el mundo de la Antigua Roma, Gladiator. Lo que la voz apoteósica de esta mujer nos hizo sentir a todos recordando la pérdida de Máximo Décimo Meridio y la traición del Nuevo Emperador, nos llevó a muchos a las lágrimas. La arrebatadora interpretación de Pedro Eustache al duduk, nos llevó a las batallas en la Germania Antigua mediante un exacerbado y maravilloso sentimiento lírico. Los músicos nos posicionaron en el centro de la batalla misma, con ese mítico momento Zimmer, que pone siempre la carne de gallina, y que caracteriza siempre sus más grandes obras, en este caso el ataque de las catapultas, hasta concluir de nuevo con la inigualable voz de Gerrard, como diciéndonos a todos y cada uno al oído, como si el mensaje fue sólo para nosotros, “Now We Are Free”. Extasiante.
Y la primera parte concluía, como no podía ser de otra forma, con una Suite indispensable, para una de las más grandes franquicias de este siglo, a los sones del tema de un pirata único, de nombre Jack Sparrow. La selección de esta pentalogía cinematográfica, de momento, se centró en la vertiente lírica y emocional principalmente, con el motivo de Jack con el juguetón chelo guiando el camino, seguido del leit-motif de Davey Jones de inicio, y el tema de amor de Will y Elizabeth del tercer film como centro. Bellísimo con esos violines desgranando la melodía, mientras los chelos llevan el contrapunto de igual belleza, hasta estallar en un motivo romántico que sólo se empleó una única vez en la saga, y que es pura emoción, estallando en el “Up Is Down”, pimpante himno pirata jovial y lleno de joie de vivre que deriva en la explosión sonora del ya mítico “He´s a Pirate” concluyendo de manera magnificente la Suite.
Tras veinte minutos de intermedio, que todos los presentes aprovechamos para comentar nuestros instantes favoritos y lo mucho que estábamos disfrutando, llegaba la segunda parte, que daba comienzo con un doble homenaje muy sentido y emocionante por parte de Hans. En primer lugar, hacia su amigo y autor de la pieza, el “Top Gun Anthem”, Harold Faltermeyer, y en segundo lugar a su director, trágicamente ya no con nosotros, el inigualable director y visionario, Tony Scott. Y las guitarras eléctricas y el bajo nos llevaron a la Danger Zone y nos hicieron regresar sanos y salvos, quizá con algún ojo húmedo en el proceso.
La visita al Lejano Oriente fue muy bien recibida en ese instante con la emocionante e intensa partitura para El Último Samurai, la cual nos llevó a un viaje de descubrimiento en paralelo a su protagonista, Nathan Algren, de la cultura japonesa y el mundo samurai. Con líricos pasajes al chelo, emocionantes interacciones con los violines, Pedro Eustache aportando su magia con las flautas orientales, y percusión de taiko, además de la grandeza de unas escenas de acción que Hans respetuosamente compuso para incluir voces e instrumentos de tradición japonesa. Especialmente épico fue el “Red Warrior” con los gritos de batalla acompañados de un montaje en pantalla, con caracteres japoneses escritos haciéndose más grandes conforme los coros se hacían más y más intensos, hasta culminar en el tema de Algren ya transformado en el personaje del título, perdiendo su melodía de talante occidental y haciéndola totalmente nipona. Mágico.
El concierto alcanzaba un nuevo punto de intensidad paroxística, cuando la voz de Hans presentaba entonando el timbre de Christian Bale como Batman:
“The”
“Dark!!!!”
“Knight!!!!!!”
Y la totalidad de la banda lo daba todo para reflejar el caos del Joker, la fuerza de voluntad de El Caballero Oscuro y el mítico enfrentamiento entre ambos, con el tema “Like a Dog Chasing Cars” en una nueva memorable versión de concierto atronando el recinto y una estratosférica Tina Guo marcando el camino. Pero es entonces cuando el propio Hans desaparece de escena y los focos nos lo muestran en el propio patio de butacas con su pedal guitar recorriendo los espacios junto a sus fans, y dando un grandioso gesto de agradecimiento a todos nosotros por estar ahí con él.
Tras ello, el que esto suscribe encontró la única pieza del concierto que no conocía previamente, como dijo Hans, el film no lo vio nadie, pero algunas de estas piezas para films que no obtienen el éxito en taquilla, sí merecen estar en un concierto como este. Y así nos llegaba X-Men Dark Phoenix, con unas originales voces femeninas en primer término (me pareció entender que cantaban repetidamente la palabra “Litosfera”) de un trabajo sintetizado de primer orden en un frenético crescendo dramático, hasta alcanzar un muro sonoro apoteósico de epicidad desbordada, e ir descendiendo poco a poco de nuevo hasta un silencio manejado por unos profundos graves y la conclusión de la pieza regresando a las voces y los sintes jugando con el desarrollo previo.
En ese instante todo quedó en oscuridad y a nuestra izquierda junto a mi localidad una Bene Gesserit del mundo de Dune cantaba el tema central del film, para ser relevada por otra integrante de la misma orden a la derecha del pabellón, y luego otra en el centro mismo, siendo relevadas por las voces en el escenario, con la impresionante Loire Cotler al frente, y la banda tomando el espectro sonoro a los ritmos de “Paul’s Dream”. Sin duda, el momento adecuado para desear
“¡¡¡Que Siga Fluyendo La Especia!!!”
Llegaba el momento de la que muchos catalogan, entre los cuales me incluyo, su obra maestra de la última década, Interstellar, arrancando con su emocionante y complejo a la par que sencillo tema central, que va ganando en texturas y múltiples significados conforme conocemos a sus protagonistas y entendemos el efecto que puede producir un viaje interestelar para una familia a nivel emocional en su sentido más bíblico. Las notas de Hans desgranadas por el piano dan paso al órgano, a los sintetizadores, cuerdas y percusiones, y a temazos como “Stay” y sobre todo el alarde espectacular de “No Time For Caution” o la definición musical del suspense al más alto nivel, para concluir con fiereza orquestal y emotividad a flor de piel en una Suite absolutamente perfecta. Destacable la enorme bola de discoteca colgada del techo del recinto, que fue iluminada desde múltiples posiciones para luego ponerse a girar, y así llenar la sala de “estrellas”, haciendo que nos metiéramos más todavía en el espacio sideral.
Sin embargo, aunque aún con la carne de gallina de los instantes previos, puedo lanzarme a señalar, que el momentazo de esta segunda parte, y creo que el lector coincidirá conmigo sí estuvo allí, fue la entrada en escena del mito viviente, Lebo M. para interpretar de forma sentida la portentosa canción “He Lives In You”, dando comienzo a la Suite de The Lion King. Escalofriante la potencia vocal y carisma del cantante africano que debo reconocer consiguió que se me saltaran incluso las lágrimas en el instante “To Die For”, con la muerte de Mufasa, y en la conclusión final triunfal, en la que los artistas se entregaron poniendo hasta el alma. Se podían apreciar las lágrimas de emoción en muchos músicos, unas lágrimas compartidas por una audiencia totalmente entregada, hasta que un arrebatador final vocal con el “Circle of Life” provocó una rendida ovación en pie absolutamente merecida. Por mucho tiempo que transcurra, jamás olvidaremos ese final.
Y para enfrentarnos a Spectra por última vez, un agente cuyo nombre jamás olvidaremos, cuyo número es historia del cine y de su música entraba en escena Sin Tiempo Para Morir. Con un Snow Owl dando lo mejor de su arte al bajo, un Nile Marr guitarra “bond” en mano, un desatado Pedro Eustache como solista, Rusanda Panfili al violín y una coreografía incluyendo baile caribeño, el tema de James Bond daba paso al Cuba Chase, con la Trompeta en arreglos de Arturo Sandoval, adaptando al Score el mítico “Chateau Fight” de Thunderball. Una suite que nos llevaba en desaforada magia orquestal a la versión más gloriosa del tema Bond, para cerrar el montaje musical y prepararnos para el último escalón del viaje, un final que es Origen paradójico como culminación circular musical de la jornada.
Y un Hans Zimmer inconmensurable al piano, rindiendo pleitesía a uno de sus motivos más inmortales, “Time”, sirvió como colofón al concierto, mientras un Tótem, conformado por una peonza giraba en pantalla al son de las mágicas notas del tema final de Inception. Y mientras Hans interpretaba al piano, los escalofríos recorrieron el auditorio y la carne de gallina era segura consecuencia de la emoción vivida, y de la comunión entre una Banda excepcional, un compositor de leyenda y una audiencia entregada, que se sintió recompensada.
Y una atronadora ovación siguió a esa última nota partida por el silencio, tras la que todos los asistentes elegimos que la peonza seguía girando y no se quebraba nunca.
Y la música en vivo del Tour Hans Zimmer Live seguiría sonando junto a nosotros largo tiempo después de un concierto, que ya era historia, en todos los sentidos de la expresión.
Artículo Asier G Senarriaga
Fotos Gorka Oteiza