Hans Zimmer Live 2023 – Madrid – Resumen Concierto [Reme Díaz]
Tras el show que se celebrará hoy 22 de junio en Bruselas, mañana viernes arrancan los 3 últimos conciertos de la gira Hans Zimmer Live 2023, que comenzó el 23 de abril en Alemania y finalizará el 23, 24 y 25 de junio en París (leer más).
Para ir calentando motores, desde SoundTrackFest os vamos a traer dos artículos especiales: hoy llega el resumen de ‘Hans Zimmer Live – Madrid 2023’ de la mano de Reme Díaz y mañana ‘Hans Zimmer Live – Bilbao 2023’ de la mano de Asier G. Senarriaga.
¡Vamos con el primero de ellos!
HANS ZIMMER LIVE 2023: NO TIME TO CRY
En diciembre de 2019, cuando empezaban a escucharse rumores sobre un nuevo virus en China (muy lejos de aquí como para preocuparnos), tuve la oportunidad de asistir en el WiZink Center de Madrid a la gira The World of Hans Zimmer: A Symphonic Celebration, dirigida por Gavin Greenaway. Muchos pensaban que podrían ver a Hans Zimmer en el escenario, pero no sería esta la gira para ello. Ya vendrían otras, ¡será por conciertos! Y entonces llegó la pandemia y lo cambió todo, lo paralizó todo.
La casualidad ha hecho que el primer gran concierto que he vuelto a disfrutar haya sido, en el mismo lugar, pero casi 4 años después, la gira de Hans Zimmer Live, cerrando así el círculo (de la vida, como dirían en El Rey León).
Esta vez sí con Zimmer en el escenario y acompañado de sus fieles músicos (Tina Guo, Pedro Eustache, Juan García-Herreros alias “Snow Owl”, Rusanda Panfili, Guthrie Govan, Loire Cotler, Lisa Gerrard, Lebo M, etc.), además de la magnífica Odessa Orchestra & Friends, y con un espectáculo totalmente distinto que no deja a nadie indiferente.
Aquellos que creían que estarían ante un concierto sinfónico y orquestal salieron de dudas desde el principio, sobre todo cuando sonó el tema Mombasa de Inception o la suite de Wonder Woman, donde parecía que nos encontrábamos en un concierto de rock. Estábamos pues ante una experiencia mucho más intensa, enérgica y “cañera”, con algunos toques teatrales -e incluso de acrobacias aéreas durante la suite final de Interestellar-, sobre todo en lo concerniente a la banda sonora de Dune (que abrió el concierto con House of Atreides y repitió con Paul’s Dream en la segunda parte del concierto, surgiendo desde el patio de butacas).
Obviando la crónica sobre el setlist y otras cuestiones que mis compañeros han expuesto magníficamente en sus artículos, mi impresión general sobre el concierto fue muy positiva pero no tanto como esperaba, sobre todo contando con el plus de la presencia del mismísimo Hans Zimmer. Es más, quizá en algunos aspectos me impresionó más el concierto de 2019 de The World of Hans Zimmer (en adelante TWOHZ). Pero vayamos por partes.
Cabe decir que en ambos conciertos había un gran aliciente con el que no cuentan otros espectáculos: los artistas y músicos son (casi) tan conocidos y admirados como el compositor. Es decir, una va a ver a Hans Zimmer, por supuesto, pero también a Rusanda, Pedro, Juan, Lisa, Loire, Tina… Y Zimmer lo sabe. Se rodea de los mejores, como él mismo dijo en una de sus intervenciones, de modo que durante todo el concierto les va rindiendo homenaje y gratitud a esos solistas y músicos que, en sus propias palabras, le hacen más grande. Todos tuvieron su momento de gloria en el escenario, su reconocimiento. En especial, junto a Tina Guo cuando preguntó a los asistentes “¿Quién de aquí no ama a Tina Guo?” a lo que siguió una gran ovación del público, iluminado para que la “protagonista” pudiera ver y recibir al 100 % el cariño de la gente. Con una interpretación como la que nos regaló en Wonder Woman y en Piratas del Caribe, nadie puede dudarlo. Sí se la echó de menos en la segunda parte del concierto -donde sólo apareció al inicio en la suite de Top Gun: Maverick y al final en el segundo bis del tema Time (Inception)-, si bien la extraordinaria Mariko Muranaka supo estar más que a la altura de las circunstancias.
El hecho de que Hans Zimmer esté en el escenario como músico, dirigiéndose al público en cada intervalo entre tema y tema, interactuando con la banda e incluso con cierto tono reivindicativo, es un punto a favor. ¡Sobre todo para los que estábamos lejos del escenario, que no podíamos creer que ese puntito en el escenario fuera Hans hablándonos a nosotros, los allí presentes!
El espectáculo de luces fue delirante, quizá demasiado en algunos momentos, aunque hay que reconocer el mérito de producción y montaje de escenario, si bien la pantalla superior no se veía bien desde las gradas más altas.
Aparte de esto, aunque cada vez estoy menos a favor de poner metraje de la película en los conciertos para no despistar, la elección de combinar clips de vídeo con escenografía creada al efecto para el espectáculo me parece una idea más acertada. Los vectores y las luces eran tan cegadoras que a veces no dejaban disfrutar de lo que ocurría en el escenario, a no ser que estuvieras en las primeras filas. Me hubiera gustado ver más escenografía como la de The Last Samurai o una parte de Dune, Gladiator o El Rey León, y menos efectos estroboscópicos. Sí destaco el efecto de firmamento conseguido en todo el recinto para una de las suites de Interestellar, que elevó el tono emotivo de la música y nos envolvió en una atmósfera mágica.
Asimismo, las suites fueron muy largas, quizá en exceso (bueno, para ser justos eran varias suites unidas de una misma película y que daba la impresión de ser un solo tema en algunas piezas). Por el lado positivo, esto nos permitió también disfrutar de partes de la composición de la banda sonora más desconocidas, fuera del tema principal o los socorridos “End Credits” que solucionan muy bien el repertorio de cualquier concierto, más o menos arreglados ex-profeso para la ocasión. Piratas del Caribe llegaba aproximadamente a los 15 minutos y The Dark Knight a los 16 minutos, si bien Dunkirk, camuflada al final de la sorprendentemente rara Dark Phoenix (esa película que, según Zimmer reconoció y creo que, con toda la razón del mundo, “es de esas películas que nadie ve pero que su música nos gusta mucho”), no llega a los 3 minutos y pasa así muy desapercibida para quien no conozca bien la variada obra del compositor.
Además, a nivel musical sonó algo estridente, quizá por la posición en la que estaba ubicada, demasiado saturada de sonidos y voces. En mi opinión, El Rey León llegó a ser en la suite final una amalgama de sonidos algo incomprensible. No es falta de calidad, por supuesto, ya que tanto músicos como cantantes son excelentes. Fue muy grato volver a ver a Lisa Gerrard y descubrir los registros inimaginables de Molly Rogers en Dark Phoneix. Y qué decir lo impresionante que es la voz de Loire Cotler en todas sus intervenciones, pero en especial en Dune, con un trabajo vocal increíblemente complicado que ejecuta a la perfección. Una fuerza de la naturaleza. Así pues, el efecto wow y apoteósico lo consigue con creces, aunque no tanto el emotivo.
Esto me lleva a la siguiente conclusión, con la que salí del concierto en Madrid: Hans Zimmer Live está pensado para vibrar, no tanto para emocionar. A pesar de sus momentos melódicos y más orquestales, la tónica general es tan potente que sales con la adrenalina a tope, pero sin el corazón sobrecogido -como salí en el concierto de 2019, en el que hubo momentos en los que la lágrima asomaba más fácilmente-. Dicho esto, que no es un defecto ni una virtud, destacar suites como, de nuevo, The Last Samurai, que fue uno de los momentos álgidos de emoción para mí, o Interestellar, que se echaba de menos en TWOHZ.
Hans Zimmer Live es una experiencia diferente, que se disfruta de principio a fin, aunque de modo distinto a The World of Hans Zimmer, con un ritmo trepidante que no deja espacio al aburrimiento o a la emoción profunda. Jugando con las palabras del título de otra de las películas a las que puso música Zimmer, No time to die, y que escuchamos como primer bis, este concierto no deja tiempo para llorar (“No time to cry”).
Artículo Reme Díaz
Fotos Pedro Prados y Gaby
