John Williams – Milán 2022 – Resumen Concierto
El lunes 12 de diciembre de 2022 se celebró en el Teatro alla Scala de Milán el histórico concierto donde John Williams dirigió a la orquesta Filarmonica della Scala en un programa dedicado íntegramente a su música cinematográfica.
Buena parte del equipo de SoundTrackFest acudió al concierto y Coque Cano Arañó nos deja un estupendo resumen detallado del mismo.
JOHN WILLIAMS ARREBATADOR
Aprovechando que estamos a las puertas de la final del Mundial de Fútbol, empezaré esta crónica con un símil futbolístico: John Williams consiguió el pasado lunes día 12 de diciembre de 2022 su particular “hat trick” de conciertos en las plazas más históricas de la música clásica de Europa y con las orquestas más prestigiosas del viejo continente.
Cierto es que por el camino perdimos la posibilidad de verlo en el Royal Albert Hall con su querida London Symphony Orchestra un 26 de octubre de 2018 (leer más), pero de forma inesperada y tras un problema de salud a su llegada a Londres que también obligó a cancelar el concierto previsto en Viena para la semana siguiente (leer más), cuando ya nos temíamos que ese fuera el último intento por su parte de volver a Europa tras 20 años de espera, nos ha sorprendido a todos con una vitalidad impropia de su edad, obsequiándonos con cuatro eventos absolutamente históricos en templos como el Musikverein de Viena (con un primer doble concierto en fechas 18-19 de enero de 2020 (leer más) y una segunda aparición en fechas 12-13 de marzo de 2022 (leer más)), el Concert Hall de Berlin (allí fue un triple concierto entre el 14 y el 16 de Octubre de 2021 (leer)), y ahora el concierto único en La Scala de Milán, objeto del presente artículo.
Cuatro oportunidades imprescindibles de ver al maestro al frente de formaciones tan prestigiosas como las Filarmónicas de Viena, Berlín y la Della Scala. Lo que para el propio Williams ha sido sin duda un reconocimiento histórico a su música, se ha convertido para los aficionados en un regalo inmenso que quedará grabado en la memoria para siempre.
A la vista de esta segunda juventud pasados los 90 años de edad, ya no nos atrevemos a pronosticar que el del lunes pueda haber sido su último concierto en Europa. Pero si lo fuera, quedaría sin duda como un broche de oro, con el impresionante Teatro alla Scala rendido a su talento, a la magia de su música, como antes se rindieron Viena y Berlin.
Volvieron a volar las bicicletas, las varitas hicieron magia una vez más, el látigo de la aventura silbó más actual que nunca, y por descontado zumbaron nuevamente las espadas láser (incluso literalmente pues a diferencia de los conciertos previos, en Milán sí hubo algunos aficionados mostrando sus sables de color, a forma de homenaje, y como suele ser habitual en los conciertos del maestro en el Hollywood Bowl).
Williams hizo gala de su inagotable arsenal de grandes éxitos, eso sí, con algunas ligeras diferencias con los programas de Viena y Berlín. No muchas, también hay que decirlo, y eso es algo que si bien es difícil de cambiar cuando tenemos tal cantidad de temas icónicos, la verdad es que sería fantástico abrir sus programas a otras obras que son menos populares, pero igualmente maravillosas, y que merecerían ser incluidas en sus conciertos.
El “sold out” en menos de tres minutos de ponerse a la venta las entradas ya era un indicativo de que este legendario escenario estaría entregado por vez primera en su historia a la música de cine, representada por su máximo exponente, por un compositor que ha logrado mostrar al mundo el enorme valor que siempre ha tenido esa música, algo que sin duda hubieran merecido antes maestros como Rozsa, Bernstein, Herrmann o Goldsmith, por citar algunos.
Entrando ya en materia, el concierto se abrió de la misma forma que el primero en Viena, con el espectacular “The flight to Neverland” de la película dirigida por Steven Spielberg en 1991 “Hook”. Aunque la fantástica Filarmónica della Scala demostró su gran categoría, empezó un poco fría con un tema que requería virtuosismo y fuerza a partes iguales y que quedó menos enérgico de lo esperado. No tardó en coger el tono, sobretodo en una segunda parte del concierto memorable. Bajo el punto de vista del que suscribe, fue claramente de menos a más.
La segunda pieza fue una suite de “Far and away”, partitura del año 1992 en la que el maestro asimiló a su repertorio la música de raíces celtas. Una estupenda obra que Williams está incluyendo habitualmente en sus conciertos (se interpretó en Viena, con el tema “Donnybrook fair” y el violín solista de Anne Sophie Mutter, y se repitió en Berlín ya con la Suite que nos ocupa). Está claro que es una obra especialmente querida por el maestro, que no duda en considerarla imprescindible pese a no ser una de sus partituras con mayor impacto popular. Radiante interpretación de la orquesta con especial mención para las cuerdas, el oboe y la flauta.
El público curiosamente también empezó algo frío, con aplausos obviamente, pero sin los alardes que se vivieron en el Musikverein y en el Concert Hall de Berlin desde un inicio. Tampoco tardaría en reaccionar, pues inmediatamente llegó Harry Potter para embrujar la velada.
De las tres piezas programadas de la saga, la primera (el famosísimo “Hedwig’s theme”) y la tercera (la coda final de “Harry’s wondrous world”), suelen ser intocables en los conciertos europeos, no así la preciosa “Fawkes the Phoenix” perteneciente a la segunda parte “Harry Potter and the chamber of secrets”. Aquí es donde empezamos a ver que Williams preparó para la ocasión un programa con presencia de muchas piezas de arrebatadora fuerza melódica, no tan aventurero como en conciertos previos (aunque también lo fue, por descontado). Tal vez pensó, y si lo hizo fue muy acertado, que el operístico Teatro alla Scala y la formación fundada por Claudio Abbado merecían ese acercamiento desaforado, con gran protagonismo de la sección de cuerdas, otra de las especialidades de la casa.
Aunque tres piezas de la saga del pequeño mago absorben quizás demasiado tiempo del programa, la verdad es que fue un momento de inflexión y a partir de entonces el concierto no hizo más que subir en ambiente, con encendidos aplausos y reiteradas ovaciones por parte de un público entregado.
La emoción había llegado para quedarse y acto seguido asistimos a una interpretación sublime (incluso más lánguida de lo habitual) del imperecedero tema principal de “Schindler’s list”. El violín solista de la orquesta, Francesco De Angelis, virtuoso y delicado, dejó con el corazón en un puño a una audiencia sobrecogida. Una gran versión de una de las obras maestras de John Williams.
Antes del intermedio fue el turno de la que, para muchos, es la partitura cumbre en la carrera del maestro, “E.T. the extraterrestrial”, el clásico de Spielberg en el que el director decidió editar toda la escena final de la película para adecuarla a la música de Williams y no a la inversa como es lo habitual, atendido lo impresionado que quedó con el tema compuesto. Este tema es precisamente el que se interpretó en concierto, titulado “Adventures on earth”. Una larga pieza que resume el arte del compositor: magia, aventura, y sobretodo emoción, con su innato don para la melodía y la narrativa. La orquesta no falló y cerró esta primera parte por todo lo alto.
La vitalidad de Williams estaba fuera de toda duda, demostrando que no ha perdido ese personal y sutil estilo de dirigir, y que el evidente crecimiento del concierto durante esta parte inicial del programa iba a tener continuidad en una segunda parte que resultó magnífica. Llegó el intermedio y con él un breve, pero merecido descanso en el que pudimos reencontrarnos los aficionados en el hall del histórico recinto, con sorpresas inesperadas como fue coincidir y departir con figuras de la música como Pino Donaggio o la propia Anne Sophie Mutter.
Como he avanzado, la segunda parte del concierto voló a mayor altura, empezando con dos temas de la magistral partitura que el compositor escribió para “Superman”, una obra que parecía quedar rezagada en sus conciertos, por bien que el tema principal fue interpretado en el concierto de Berlín tras desaparecer del programa de Viena. En primer lugar escuchamos precisamente la marcha supe heroica por excelencia “Superman march”, a la que le faltó un poco de fuerza en los metales pero aún y así fue impresionante.
Y me detengo aquí para hacer un comentario puramente personal que trato de rehuir en estas crónicas, pero que en esta ocasión no puedo evitar porque la siguiente pieza interpretada; el “Love theme” dedicado a la relación romántica del personaje principal con Lois Lane, es mi tema de amor preferido de la historia del cine. Escucharla en concierto fue uno de los momentos más mágicos de la noche. Una vez más la sección de cuerdas derrochó sensibilidad en una interpretación inmaculada.
Y del superhéroe más famoso de las viñetas al héroe más famoso del cine. De Superman a Indiana Jones, sin por ello dejar la aventura ni el romance, en otra saga donde disfrutar del sinfonismo de Williams, de su derroche de talento en las escenas de acción y aventura, de sus licencias cómicas y de su capacidad de crear temas memorables. Es consciente el maestro que para el mítico arqueólogo ha compuesto gran cantidad de piezas con versiones para concierto que a lo largo de los años ha ido puliendo (como el tema de Marion, cuya reciente versión extendida fue interpretada en Viena), por lo que suele incorporar más de una en cada programa. Y este no fue distinto, pues hasta tres temas se interpretaron.
El primero fue el “Scherzo for motorcycle and orchestra” del tercer título de la saga “Indiana Jones and the last Crusade”, de nuevo en su versión actual alargada, un endiablado tour de forcé que obliga a la orquesta a multiplicar esfuerzos. Se trata de un motivo de acción y comedia con un tempo casi imposible pero innegociable para Williams. Por supuesto que una orquesta como la Filarmónica Della Scala no defraudó.
El segundo tema era la gran primicia de la noche, en estreno Europeo, pues corresponde a la quinta y última aventura de Indy, cuyo título “Indiana Jones and the dial of destiny” ha sido anunciado este mismo mes de Diciembre (de ahí que en el programa de mano se hiciera constar un aséptico “Indiana Jones 5”). Y es un tema prodigioso. Nuevamente se trata de una pieza de gran romanticismo, extremadamente (y diríamos que anacrónicamente) clásica e incluso demodé, con ecos de los grandes maestros de la Golden Age, y un parentesco innegable con ciertas partes del tema de Marion. Las Navidades se adelantaron con este regalo por parte del compositor, que hace presagiar un gran final musical en la que será, no sólo su última partitura para la saga sino, según parece, también la de su inmarchitable carrera cinematográfica.
La inevitable “Raiders march” puso el broche a esta parte dedicada al Dr. Jones. Sin duda uno de los momentos siempre esperados en todos sus conciertos, que consigue elevar las pulsaciones a todos los asistentes.
La parte final del concierto tuvo a la saga de “Star Wars” como única protagonista, tanto en lo que respecta a las dos últimas piezas del programa, como en los dos bises de cortesía. Nada menos que cuatro temas que suelen ir y venir en todos sus conciertos: en la parte oficial se programaron el “Princess Leia’s theme” y el “Throne room & finale” (ambas del primer título de la saga), y en los bises aparecieron el “Yoda’s theme” y la “Imperial march” (las dos de la segunda parte titulada “The Empire strikes back”).
Galáctico fin de fiesta que volvió a demostrar el carácter bicéfalo del concierto, con una parte importante de piezas de marcado carácter melódico, mayormente romántico, como son los temas de Leia y de Yoda, y otra parte con la fuerza y espectacularidad del elgariano tema del trono que enlaza con los créditos finales y por tanto con el tema principal de Star Wars, y por descontado de la marcha imperial que, esté o no en el programa, sabemos que acabará cerrando el concierto.
Aunque Williams suela repetir las mismas anécdotas y su divertida forma de despedirse del público haciendo el gesto de irse a dormir, lo cierto es que no se le vio apagado ni cansado en ningún momento, más bien al contrario. Uno diría que estos conciertos le revitalizan, como le añade años de vida estar al frente de las orquestas que siempre ha admirado y en los templos musicales en los que siempre soñó escuchar su música. Como parece cargarle las pilas entregarse por completo a un público europeo que lo idolatra y que sin duda agradecerá como corresponde cualquier otra visita que todavía esté en disposición de regalarnos.
Si Milán fue la última escala de este viaje apasionante, fue arrebatadora.
Artículo por Coque Cano Arañó
Fotos Gorka Oteiza, Coque Cano, Pedro Prados, Marc Timón
Fotos SoundTrackFest
Fotos Filarmonica della Scala
