Un virtuoso de la batuta, optimista incurable y residente en Cracovia por elección. Lleva años en el Festival de Música de Cine de Cracovia y es su embajador. Si no se hubiera convertido en director de orquesta, Diego Navarro seguramente estaría hoy en el espacio, ya que era su obsesión en la infancia. Nada es imposible para él; inspira a la orquesta con sus expresiones faciales, honestidad y autenticidad y se gana el corazón del público con su temperamento español.
Diego Navarro -director de orquesta tinerfeño, compositor de música de cine, por ejemplo para películas como Atrapa la bandera y El fotógrafo de Mauthausen- es colaborador habitual del Festival de Música de Cine de Cracovia, donde actúa como invitado desde hace muchos años y es su embajador desde hace casi una década.
Hay una parte oculta en su historia de Cracovia: aquí se encuentra su segunda patria chica. Le encanta el Vístula y Wawel hace que su corazón lata más deprisa. “Aquí me siento como en casa», dice a Małgorzata Rutkowska, periodista de PLAY KRAKÓW, que observa su trabajo entre bastidores.
El equipo de Playkrakow.com acompañó al artista durante el Festival de Música de Cine de este año, cuando Diego Navarro dirigió la Beethoven Academy Orchestra como parte del concierto Space Gala. En esa Gala, el público pudo escuchar los temas de la segunda parte de Avatar, Gravity y Solaris, entre otros.
Quería ser astronauta, pero se hizo director de orquesta
Diego Navarro empezó como director de orquesta en su adolescencia, aunque de niño le fascinaba el cosmos y quería ser astronauta o astrofísico. Sin embargo, las cosas cambiaron y, en lugar de pisar Marte o la Luna, se subió a un gran escenario. Empezó a actuar a los 13 años. No habían pasado ni 10 años cuando dirigió su primera orquesta.
Como director, Diego Navarro es capaz de hacer que una orquesta haga absolutamente cualquier cosa. Según los que han tenido la oportunidad de trabajar con él, sus expresiones faciales motivan a los músicos a esforzarse más. Añaden que la forma en que mueve su cuerpo les hace comprometerse más y subrayan que hay algo de salsa en esos movimientos.
Diego Navarro tiene sus fieles seguidores en todas partes del mundo. Uno de ellos dice: «Me encanta cuando dirige. Me ayuda a interpretar la música». Nunca sale al escenario sin su batuta (a la que llama su Excalibur, en referencia a la famosa espada de las leyendas artúricas) y una toalla. Son todo su arsenal escénico con el que lleva décadas conquistando los corazones de la gente.
