Concierto ‘Film Symphony Orchestra – FSO – Gira Fénix’ – Valencia
Nuestro compañero Frederic Torres acudió al concierto celebrado en Valencia, dentro de la Gira Fénix 2021-2022 de la Film Symphony Orchestra, y nos trae este artículo en exclusiva para SoundTrackFest.
Concierto FSO en VALENCIA - GIRA FÉNIX
Tras haber pasado ya por Madrid y Barcelona, la FSO (Film Symphony Orchestra) recaló en València el 23 y 24 de octubre de 2021, en el marco del Palacio de Congresos y Exposiciones (el auditorio por excelencia de la capital del Turia, el Palau de la Música, sigue, después de varios años, cerrado por reformas), para presentar su nueva gira denominada Fénix, trazando un paralelismo con el ave mitológica que resurge de sus cenizas y la vuelta a la “nueva” normalidad, después del obligado parón artístico debido a la pandemia.
Con dupla de conciertos para el sábado 23 (17h y 20h), y una única intervención al día siguiente, domingo 24 (17h), la FSO volvió, pues, a la carga con el valenciano Constantino Martínez-Orts, su principal responsable artístico al mando de la formación, proponiendo un espectáculo de las mismas características que los anteriores, a saber, con su alternada mezcla de obras clásicas y modernas. El programa contó con la habitual querencia de Martínez-Orts por la década de los ochenta, menos presente en esta ocasión, pues limitó la representación a tan solo el tema principal de la popular serie del Equipo A, de los competentes compositores televisivos Mike Post & Pete Carpenter, absolutos dominadores del panorama televisivo ochentero.
Precedida cada una de las interpretaciones de las pedagógicas y entusiastas introducciones de la mano del mismo director, el espectáculo se acompañó del ya habitual juego de vistosas y, en ocasiones, deslumbrantes luces escénicas (tan fascinantes para algunos como capaces de sacar del concierto a otros) para tratar de dotar con ello de mayor espectacularidad a las grandiosas oberturas y suites interpretadas a lo largo y ancho del programa.
El concierto comenzó nada menos que con los “Títulos principales” de la serie The Mandalorian, del sueco Ludwig Görannsson, el spin-off de la franquicia Star Wars que ha triunfado en la plataforma digital Disney +.
Alternando con estas novedades, le siguió el “Preludio” de Ben-Hur, el gran clásico de Miklós Rózsa, interpretado de manera competente, aunque resulte imposible revalidar la fuerza y potencia de las grabaciones efectuadas por el propio Rózsa en su momento, o del disco oficial, a cargo de Carlo Savina, que salió comercialmente en 1960, tras el éxito cosechado por la película.
De vuelta a la actualidad, acto seguido fue el turno de la exitosa serie Los Bridgerton, disponible en la plataforma digital Netflix, de la que se ofreció una representativa suite de la música compuesta por Kris Bowers, toda vez que Martínez-Orts anunciaba un nuevo espectáculo por parte de la FSO basado en esta serie previsto para los primeros meses de 2022, en el que promete recrear, incluso escénicamente, el ambiente decimonónico del programa.
A partir de aquí, la selección del mismo se decantó por la sucesión de una serie de suites y oberturas de clásicos modernos, que se abrió con el tema “Chevalier de Sangreal”, del omnipresente Hans Zimmer, perteneciente a El Código da Vinci, seguida de una suite de la música de Don Davis para la seminal Matrix, para quien suscribe, la mejor propuesta e interpretación del programa. Una música poco acomodaticia, en ocasiones atonal, pero muy dinámica y representativa del revolucionario film de las hermanas Wachowski, y de la que el director se mostró gran entusiasta, como su habitual atuendo artístico, la futurista sotana que viste Neo en la saga, demuestra, convertida ya en símbolo mayúsculo de la FSO.
Una suite de Los Intocables de Elliot Ness, de Ennio Morricone, conformada por los títulos principales, el tema de Malone (personaje que interpretaba Sean Connery), y el épico dedicado al grupo del FBI, seguida de la majestuosa e impresionista “Obertura” del escocés Patrick Doyle para Mucho ruido y pocas nueces, la espléndida versión de Kenneth Branagh del clásico shakespeareano, que fue otro de los grandes momentos del concierto, puso punto y aparte en el desarrollo del programa.
Aunque más bien fue punto y seguido, ya que se continuó con el no menos habitual sorteo del viaje a Hollywood para la pareja capaz de acertar con la decena de temas fugazmente interpretados por la orquesta, en esta ocasión todos ellos pertenecientes a John Williams, que a priori parecía quedar fuera del programa tras las giras anteriores de la formación dedicadas al Maestro norteamericano. Después, se prosiguió sin pausas para intermedios, dado el apremio del segundo concierto del día, pues quien firma asistió al primero de todos ellos, el que comenzaba a las cinco de la tarde del sábado, día 23.
La continuación vino con esa alternancia de temas clásicos y modernos, de manera que fueron los “Títulos principales” de La conquista del Oeste, de Alfred Newman, los que abrieron el segundo bloque. Calificado por el mismo Martínez-Orts como el mejor western de la historia (consideración harto discutible), el popular tema estuvo bien interpretado, aunque se echó en falta mayor contundencia en los redobles de la caja, que marcaban el ritmo de la pieza original en el film con brío y energía.
De tan característico contexto, se pasó a la interpretación de la sensible “Buongiorno principessa”, que Nicola Piovani escribiera para La vida es bella, que además de proporcionarle el Oscar a su autor en 1998, se ha convertido en uno de los temas más populares en el repertorio músico-cinematográfico.
Siguiendo con la sucesión de clásicos citada, fue el turno de la “John Wayne “Duke” March”, compuesta por Dimitri Tiomkin para El fabuloso mundo del circo, una de las superproducciones sesenteras que Samuel Bronston produjo y rodó en España.
Tras la sencilla marcha, Hans Zimmer fue de nuevo convocado con una “Suite” de Gladiator, una de sus partituras más aclamadas, que cambió el rumbo de la música de cine para bien y para mal, y que Martínez-Orts definió como una obra de madurez a partir de la cual el compositor alemán pasa a un nuevo estadio de su trayectoria profesional caracterizado por grandes partituras como Origen, Interestelar, etc.
Puede verse de este modo, aunque respetando la legítima opinión del director, para quien suscribe la cima de Zimmer se encuentra precisamente en los momentos anteriores a este trabajo para el épico film de Ridley Scott (una especie de remake encubierto de Ben-Hur, cruzado con Espartaco), con títulos del calibre de El rey león (que le proporcionó su único Oscar hasta el momento), El príncipe de Egipto, una partitura que combina con sapiencia el aparato orquestal con grandísimas canciones, y sobre todo, La delgada línea roja, toda una obra maestra de característica hipnóticas con la que Zimmer elevó el gran film de Terrence Malick a dimensiones artísticas sin parangón en el cine bélico. Como quiera que sea, la suite sonó un tanto apresurada, pasando demasiado por encima de los temas casi del mismo modo en que se había hecho con los temas de Williams para el concurso en el intermedio del programa.
La sensación se incrementaría con las tres siguientes y últimas suites, pertenecientes a West Side Story de Leonard Bernstein, nuevamente de moda debido al inminente estreno de la versión rodada por Steven Spielberg; El Señor de los Anillos, la obra cumbre de Howard Shore, y una de las cimas de la música de cine; y La bella y la bestia, del oscarizado Alan Menken, por las que se pasó como un suspiro por sus temas principales, con poco desarrollo más allá del inmediato reconocimiento del público, en perfecta comunión con la propuesta de Constantino Martínez-Orts.
Como bis, el espectacular tema que Brian Tyler compusiera en clave jazzy para Iron Man 3, antes de la inevitable “Cantina Band” que sirve para despedir el evento, con sus arcos de luces y los bailoteos de los miembros de la orquesta.
Una fórmula infalible en la que, de momento, no ha lugar en el programa para compositores españoles, y que se ha consolidado entre un público “palomitero”, que valora este espectáculo en la misma medida en que podría asistir a una sesión de circo, o a un partido de fútbol. Dignas de resaltar fueron las grabaciones en móvil por parte del entregado público en determinados momentos del concierto, en especial de las obras de Zimmer, músico que suele trabajar con sintetizadores y que, sin embargo, siempre figura en los programas de concierto, no ya de la FSO, sino de otras orquestas que se precian de interpretar música cinematográfica en salas. El mundo, al revés.
Artículo y fotos por Frederic Torres
