25 Años – Un Concierto de Película con la Orquesta de Córdoba
El pasado jueves 12 de octubre de 2017 tuvo lugar un concierto extraordinario de la Orquesta de Córdoba dirigida por Inma Shara en el Teatro de la Axerquía de la capital cordobesa. Bajo el título “Concierto de Película, Bandas Sonoras Inmortales” se hizo un recorrido por temas populares de la música de cine, que abarcaban mayormente desde los años 60 hasta nuestros días.
Dicho evento formaba parte del programa de la Orquesta de Córdoba para celebrar sus 25 años de existencia como agrupación. El concierto estuvo patrocinado por el Área de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba y la Fundación Cajasur. La entrada era libre hasta completar aforo mediante la retirada previa de invitaciones en las taquillas del Gran Teatro de Córdoba.
EL CONCIERTO
El escenario del Teatro de la Axerquía no es un espacio que me sea desconocido, ya que he tenido la suerte de asistir a lo largo de los años a grandes actuaciones de mitos del rock como Deep Purple, Michael Schenker, Joe Satriani o los Renegade Creation del gran Robben Ford dentro del marco de las diferentes ediciones del Festival Internacional de la Guitarra. Incluso el año pasado pude tocar la guitarra eléctrica allí mismo acompañando al grupo de funk Full Laugh. La incógnita que se me presentaba ese día era cómo sería mi valoración de la acústica del recinto a modo de espectador de una orquesta sinfónica al aire libre, y más concretamente de la Orquesta de Córdoba, la cual siempre he visto en el entorno del Gran Teatro con repertorio clásico, además de en algún que otro ensayo de la música del maestro Roque Baños, al que acudí con mi clase de coro del conservatorio hace unos años en mi época de estudiante.
Desgraciadamente no pude ver en directo ningún concierto del Festival Internacional de Música de Cine durante el tiempo que se celebró aquí (aunque me sé de memoria todos los videos que existen en YouTube sobre los diversos certámenes…). Así que tenía clavada la espinita, por decirlo de alguna forma.
También sentía curiosidad por la figura de Inma Shara (Amurrio, Álava, 1972), que comenzó su carrera directoral a la temprana edad de 16 años, convirtiéndose más tarde en discípula de Zubin Mehta y llegando a trabajar con orquestas de la talla de la London Philharmonic o la Orquesta Filarmónica de Israel. Una trayectoria meteórica.
Y hablando de «meteórica», así fue nuestra odisea para llegar al teatro. Debido al tráfico, mi mujer, una amiga y yo íbamos con la hora justa y con el miedo de que ya hubiera comenzado la actuación, pero hubo suerte y dado que diez minutos después de la hora programada seguía entrando público, el inicio se retrasó un poco, pudiendo tomar nuestros asientos con relativa comodidad para disfrutar del espectáculo íntegro. La respuesta de asistencia fue increíble, ¡un lleno hasta la bandera!
El perfil del público era bastante heterogéneo y se podían escuchar comentarios tanto de gente que parecía “entendida” en música de cine como de personas para las cuales era una experiencia nueva, junto a las típicas familias al completo (algunas, con abuela incluida).
El escenario lucía imponente, con un buen juego de iluminación y una gran pantalla sobre la orquesta donde se proyectarían imágenes de las películas en sincronía con la música. El equipo de sonido se intuía rico en vatios y el hecho de tener a los controles de la mesa al reputado técnico y productor cordobés Nico Almagro aportaba solvencia en la ecualización.
Los profesionales de la orquesta fueron colocándose y afinando sus instrumentos. Una vez preparados, se apagaron las luces y dio comienzo el concierto con una introducción grabada con el ruido de las radios antiguas y una cuña con la presentación. Seguido salió a escena el cómico Máximo Ortega, que iba a hacer el papel de Fortunato, locutor de la ficticia “Radio Ma Non Troppo”, una emisora al estilo de los años 30 donde sonarían «los grandes éxitos de la música de cine», que en realidad serían los temas del concierto de la noche.
Esta simpática “performance” sirvió para dotar de una temática al desarrollo del programa y fue muy bien recibida por el público, con lo que tras este prólogo, el presentador dio paso a la directora que subió al podio. Y de esta manera, Inma Shara y la orquesta arrancaron con las primeras notas de la fanfarria de la 20th Century Fox, compuesta por Alfred Newman, en una versión arreglada por Nic Raine. Destacó la poderosa percusión liderada por los timbales junto a los certeros metales. Una música ideal como preámbulo.
La siguiente pieza se basó en un fragmento de la banda sonora de Memorias de África (director. Sidney Pollack, 1985) compuesta por John Barry, en la cual se pudo constatar la plasticidad y dominio orquestal de Inma Shara, en una partitura que es un derroche de lirismo romántico con las cuerdas inconfundibles del maestro inglés y esa ya mítica melodía del clarinete como elementos destacables. Las proyecciones con imágenes del film casaron a la perfección con las dinámicas de la orquesta, consiguiendo una experiencia audiovisual muy satisfactoria.
Después de unos merecidísimos aplausos, se iniciaba el tema de La vida es bella (dir. Roberto Benigni, 1997) compuesto por Nicola Piovani, que gustó bastante al público por su ligero toque mediterráneo aportado por la guitarra clásica con ritmos que fusionaban los bailes de salón europeos con un punto latino cercano al tango, bien matizado en la pequeña percusión.
Seguido sonó de nuevo más música de John Barry, y en este caso fue la Concert Suite de la oscarizada Bailando con lobos, película dirigida y protagonizada por Kevin Costner en 1990. Una banda sonora con fuerte sabor de western crepuscular, donde la sensibilidad de Barry se impregnaba de la épica de las grandes praderas. En lo instrumental cabe señalar la profundidad de los contrabajos, la respuesta de las trompetas, los ritmos indios de timbal y el delicado solo de flauta acompañado por los arpegios del arpa.
Ennio Morricone es un compositor obligado en este tipo de repertorios y su Tema de amor para la entrañable Cinema Paradiso (dir. Giuseppe Tornatore, 1988) fue el elegido tras Bailando con lobos. Si hay algo que caracteriza a esta música es su emoción y sutileza, con armonías claras y precisas que tienen la esencia del sonido de las cuerdas de Morricone (sobre todo los violines), basadas en los grandes maestros del barroco italiano pero con una estética propia. La orquesta captó estos matices de manera más que eficiente.
Al finalizar este corte tuvo lugar otra intervención del presentador, que jocosamente interactuó con el público contando una pequeña historia sobre un amigo suyo pirata que ya nos daba la clave del siguiente tema que se tocaría. Efectivamente, se trataba del He´s a pirate de Piratas del Caribe: la maldición de la perla negra (dir. Gore Verbinsky, 2003), compuesto por Hans Zimmer. Los “ostinatos” con pulso rotundo y guerrero se dejaron sentir en las secciones de cuerda y metal. Como cita acerca de esta música, rescato las palabras de un crítico que acertadamente la definió en el documental «Score!» como “la misma sensación que escuchar a Led Zeppelin con orquesta”.
El séptimo tema de la noche fue una interesante adaptación de Carros de Fuego (dir. Hugh Hudson, 1981) compuesta por el griego Vangelis, icono de la música electrónica y autor de bandas sonoras tan importantes como Blade Runner (1982) o 1492, la conquista del paraíso (1992), ambos films de Ridley Scott. La guitarra eléctrica y las congas suplieron a los sintetizadores del original, consiguiendo un acertado empaste con la orquesta en todo un himno a la superación deportiva y motivacional. De nuevo, la sincronía con las proyecciones dotó al conjunto de un gran embeleso por parte del respetable.
Y de esta manera llegamos a uno de los momentos donde el público más se divirtió, la conocida Marcha del Coronel Bogey de El puente sobre el rio Kwai (dir. David Lean, 1967), compuesta por Malcolm Arnold, donde la maestra Shara invitó a los asistentes a sumarse al silbido y acompañar con palmas. Todos nos entregamos a una melodía tan pegadiza y recordada.
El swing y el punto jazzístico de coctelería siempre es contagioso, por lo que el tema principal de La Pantera Rosa (dir. Blake Edwards, 1963) escrito por Henry Mancini supuso una inyección de ritmo a pesar de lo trillado de la pieza. Los fraseos con toque de blues por parte de los metales estuvieron muy bien ejecutados, en un arreglo que pertenecía al orquestador Curvin Custer.
Dos de las piezas más potentes se habían guardado para el final. En primer lugar el Main Theme de Los 7 Magníficos (dir. John Sturgess, 1960) del gran Elmer Bernstein. Pese a que dicho tema aparece en la película tan solo en los títulos de crédito y en otra secuencia con todos a caballo, su popularidad creció en 1967 al ser utilizado como sintonía del anuncio de cigarrillos Marlboro. Bernstein, maestro todoterreno y renovador del género del western entre otras muchas cosas, rindió tributo a su amigo y mentor Aaron Copland introduciendo en la partitura el enfoque estético expuesto por éste en los ballets “Primavera Apalache”,”Rodeo” y ”Billy The Kid” o en la banda sonora de “The Red Pony” (dir. Lewis Milestone, 1948). Todo un manifiesto del espíritu norteamericano, vigoroso y cinético, con un lenguaje armónico muy personal que se sigue imitando hasta nuestros días en otros géneros. La orquesta puso toda la carne en el asador gracias a la genial conducción de Inma Shara, que estuvo llena de energía pero sin caer en el histrionismo propio de otros directores de orquesta.
Una vez terminado ese tema, volvió al escenario el presentador contando otra de sus aventuras. Aseguraba que George Lucas casi lo ficha para Star Wars (1977) y que existían pruebas de cámara que así lo atestiguaban. En la pantalla se vieron varias fotos trucadas de personajes como Chewbacca o la princesa Leia con su cara, produciendo la carcajada del público. Y así anunció esta última obra del concierto, el tema principal de La guerra de las galaxias de John Williams. Poco se puede comentar ya de una película y una banda sonora que redefinió los parámetros de la industria del cine. La Orquesta de Córdoba tiene un afecto especial a este tema, ya que su fundador el cubano Leo Brouwer, solía dirigirlo muy a menudo en conciertos didácticos, y además realizó una suite sinfónica sobre la partitura de Williams que aún se sigue interpretando. Un tremendo broche de oro para este concierto,que tras el efusivo aplauso del público, no concluyó así ya que se ofreció como propina una canción más, Singing in the Rain, de la cinta aquí conocida como Cantando bajo la lluvia (dir. Stanley Donen, 1952). Esta canción corresponde al autor Arthur Freed, que la escribió en 1930, 22 años antes de la película.
Finalmente, Inma Shara dio las gracias al público y a todos los miembros de la orquesta por la cálida acogida y deseó 25 años más de vida (“como mínimo”) para la agrupación, lo que dio lugar a que se tocase un arreglo de “Cumpleaños Feliz” escrito por Daniel, uno de los clarinetistas de la sección de viento-madera, con un estallido de confeti sobre el escenario que creó un ambiente festivo como colofón.
En resumen, un concierto muy atractivo y disfrutable que afianzó el buen presente y prometedor futuro de la Orquesta de Córdoba. Aunque el material consistió en obras muy conocidas y bastante habituales, las interpretaciones fueron frescas y de calidad, a lo que ayudaron el despliegue de medios y la sonorización. Paralelamente opino que el acto sirvió para fomentar en cierta medida el interés del público cordobés más profano en música de cine. Quizás en un futuro, si sigue habiendo buena respuesta en taquilla, la programación de la orquesta pueda competir en la difusión de los compositores de “film music” al mismo nivel que otras orquestas nacionales. Los cordobeses que amamos la música de cine, confiamos en ello.