Concierto ‘Basil Poledouris – The Music & The Movies’ – Resumen
El 22 de julio de 2022 se celebró un concierto histórico en el Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles (leer más), y decimos histórico por al menos 3 motivos: por ser el primer concierto temático dedicado a la memoria de Basil Poledouris, por ser el concierto debut de la Los Angeles Film Orchestra, y por ser la primera vez que un español, Diego Navarro, dirigía música de cine en dicho recinto.
Detrás de dicho concierto, el renombrado productor Robert Townson, que congregó una gran lista de nombres para un evento tan especial: John Milius, Randal Kleiser, Christopher Lennertz, Mark Watters, John Ottman, John Debney, John Frizzell, Diego Navarro, Richard Kraft, Doreen Ringer-Ross o Jon Burlingame entre otros.
Nuestro compañero y colaborador Manuel García de Mesa estuvo en dicho concierto, y a continuación os ofrecemos un detallado artículo sobre el mismo.
Además, al final de este artículo incluimos una entrevista exclusiva con Diego Navarro, que dirigió una de las piezas más icónicas de Poledouris: Conan el Bárbaro.
I). EL EVENTO. EL LUGAR.
El viernes 22 de julio de 2022, a partir de las 20.00, hora de la costa oeste de EEUU, en el Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles, California, EEUU, tuvo lugar una de esas gestas culturales que se recordarán durante muchos años. El nombre del evento es Basil Poledouris, The Music and The Movies.
El Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles está enclavado en la zona de Bunker Hill. Esto es, al norte del Financial District y del Historic Downtown (donde están los edificios históricos de la ciudad, que incluye el Los Ángeles Theatre), y al este del Civic Center (que incluye el emblemático edificio del Ayuntamiento, o el edificio principal de La Policía de la Ciudad). En Bunker Hill, justo antes de la Autopista Interestatal 101, la Hollywood Freeway, se encuentra también El Museo de Arte Contemporáneo (MOCA) o el mítico Dorothy Chandler Pavillion (que ha albergado alguna ceremonia de los Oscar de Hollywood), así como edificios de la importancia de The Bank of América, el World Trade Center o El Palacio de Justicia de Los Ángeles (LA County CourtHouse). Una zona que alberga localizaciones que han aparecido, por ejemplo, en filmes como Caballero Oscuro (Dark Knight, EEUU, 2005) de Christopher Nolan, o Heat (EEUU, 1995), de Michael Mann.
El Walt Disney Concert Hall es de los pocos edificios culturales de la ciudad dedicados a una concreta actividad, que permanece abierto durante el día, en un horario específico, y es susceptible de ser visitado por el público. Posee siete plantas de garaje, restaurante y tienda de regalos, donde se puede adquirir CDs, Discos Vinilo, con Bandas sonoras o música clásica, conciertos en DVDs o Blurays, etc., que recogen algunos de los grandes hitos celebrados en dicho lugar.
Llegar por vez primera a los alrededores del Walt Disney Concert Hall causa su impacto. El Arquitecto Frank Gehry al diseñar el edificio, se aseguró de que no permaneciera indiferente al humilde peatón. En un principio tuvo la idea de que el edificio fuese cubierto de piedra, pero finalmente decidió que el envoltorio sería de acero inoxidable. Hubo una serie de razones constructivas para ello, pero también una climatológica: el incesante sol que baña la ciudad de Los Ángeles y el sur de California en general reflejaría maravillosamente el porte de la estructura. Un sofisticado software fue necesario para lograr insertar las toneladas de acero en las curvas estructurales del edificio. El Lobby interior, donde se encuentra la tienda, el restaurante y las escaleras mecánicas que conducen a los diferentes niveles del edificio, sobresale a la atónita visión del futuro espectador, debido a las majestuosas formas onduladas de toneladas de madera, en consonancia con el exterior. Los arcos de madera poseen, en definitiva, una estética que remite a la madera utilizada para la fabricación de los instrumentos musicales.
Un par de horas antes del comienzo de la sesión, en la cafetería que está justo debajo del sagrado recinto musical, dos tinerfeños tomaron una cerveza y grabaron una pequeña entrevista que ha ido rodando por redes sociales desde aquel día. Dos tinerfeños en Los Ángeles. Uno es el maestro Diego Navarro, director del Fimucité o Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife, cuya edición número 16 tiene lugar en septiembre de 2022. El otro tinerfeño es quien firma esta reseña, que acudió al concierto con muchas ganas de apreciar en directo el sentido homenaje que allí iba a tener lugar, con mucha ilusión de ver a Diego Navarro dirigir la suite de Conan The Barbarian.
Diego narró con su entusiasmo habitual que el día anterior en uno de los edificios colindantes tuvo lugar un ensayo previo y que, a la vista del entusiasmo generalizado y la eficacia en la ejecución del mismo, el resultado final, estaba convencido, de que sería impresionante. Navarro comentó que tuvo el inmenso placer de conocer a Poledouris poco antes de fallecer, en el Congreso de Música de Cine de Úbeda, en el año 2006. Por supuesto, su música y su sonoridad ocupa un lugar importante en la historia de la música de cine para Diego. Supone para el autor de la música de El Páramo (España, 2022), de David Casademunt, un privilegio y un honor enorme estar en un evento como aquel, y dirigir a una orquesta como la Los Angeles Film Orchestra en una sala de conciertos única como la del Walt Disney Concert Hall, por no mencionar que estaba a punto de dirigir la que sería la suite más larga de todo el concierto. Una de las salas de concierto más grandes y prestigiosas del mundo, la comparecencia con otros grandes directores de la música de cine, y la presencia de auténticas leyendas vivas de la historia del celuloide más reciente. Éste iba a constituir el ecosistema por el que iba a transitar el músico canario las próximas horas. Diego Navarro es plenamente consciente de que un concierto como este lo consolidaba a nivel mundial entre los mayores talentos de la música para las imágenes cinematográficas. Como veremos, estuvo a la altura.
El maestro Navarro se despidió, de camino al interior del recinto fue interceptado por algunos miembros del coro SoCAL CORALE (que colaboraría con la debutante Los Angeles Film Orchestra, creada por Robert Townson y Steven Allen Fox), así como por otros directores, integradísimo en el entorno musical que allí se estaba viviendo y se iba a vivir esa noche. Quien esto escribe continuó sacando fotografías de la imponente arquitectura angelina, dando un paseo por los alrededores, hasta que llegó el momento de exhibir la entrada al recinto, una vez se procedió a la apertura de sus puertas. Tras dejar la mochila en el guardarropa, procedí a ocupar mi asiento. Front Orchestra, Row DD, Seat 145, es decir, cuarta fila, frente a la orquesta, a unos escasos metros del escenario. El público va entrando, los músicos van realizando los últimos afinamientos y ajustes, y las últimas comprobaciones en general. En la pantalla aparecen algunos patrocinadores. Cuando no queda demasiado para el comienzo del concierto, veo al realizador y guionista John Milius, que se sienta en mi misma hilera de asientos, a unos 7 u 8 a la izquierda, dando al pasillo para que le fuese sencillo comparecer al escenario cuando le tocase su turno.
La Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, LA Phil, creada en 1919, tiene su sede en el referido Walt Disney Concert Hall. Esa noche, sin embargo, la estrella fue la recién llegada Los Angeles Film Orchestra, debutante en el concierto en cuestión. La misma fue dirigida por algunos de los directores de orquesta en el campo de la banda sonora, más importantes del mundo. La élite de la música de cine se reunió en torno a la figura del mítico compositor Basil Poledouris. El compositor oriundo de Kansas City, Missouri, de origen griego, fue honrado por muchos de aquellos que estuvieron con él en la ciudad española en 2006. Diego Navarro, John Debney, John Frizzell, John Ottman o Christopher Lennertz, y Steven Allen Fox, junto a algunos compañeros de carrera en la USC, como los realizadores John Milius o Randall Kleiser, comparecieron debidamente al Walt Disney Concert Hall para rendir el merecido tributo a un compositor y director de orquesta decididamente sin igual.
II). ENTRA POLEDOURIS.
Compareció Robert Townson, de Robert Townson Productions, entregado a la aventura en solitario de promover conciertos como el de esa noche, impulsando así la cultura de la música de cine por el mundo. Townson estuvo durante muchos años vinculado al sello musical Varése Sarabande, donde se le vincula a más de mil discos editados. Lleva ya unos años organizando conciertos relacionados con el mundo de la banda sonora como Back in Time: 1985 at the movies, o Lalo Schifrin: Celebrating 85th Birthday Concert. Townson dio la bienvenida, recordó la figura de Basil Poledouris y, por supuesto, recordó, con mucha nostalgia y cariño, el concierto de Úbeda, España, la despedida del maestro Poledouris ante un auditorio. Y el evento comenzó a andar. A medida que se sucedían los éxitos musicales, el redescubrimiento de las formas épicas y míticas del compositor dejaron rápidamente entrever a flor de piel las emociones y los vívidos recuerdos que la crónica musical in crescendo, fue desatando entre las personas más cercanas al finado músico.
El pistoletazo de salida del torrente musical se produjo con el score para el filme El Gran Miércoles (The Big Wednesday, EEUU, 1978), la primera de las cinco colaboraciones de Poledouris con el guionista y realizador John Milius. Todo un canto a la nostalgia y a la filosofía de la entrega en cuerpo y alma a la tabla de surf en California, que tanto Milius como Poledouris conocían muy bien. La brillante ejecución de la suite musical, supuso una refundición de los temas The South Swell/Main Title, Kaliponi Stack Key, y The Challenge. Ejecutada como música de descubrimiento y de fascinación, pero también de tránsito a la leyenda, la banda sonora de El Gran Miércoles supuso un escalón fundamental en la carrera de Poledouris. Una oportunidad que en modo alguno desaprovechó y definitivamente lo colocó en el mapa de la música de cine. Después de realizar filmes educacionales y documentales para televisión donde trabajaba con pequeñas orquestas, fue con el score de El Gran Miércoles cuando por primera vez escuchó sus acordes musicales ejecutados por una gran orquesta. Para John Milius esa colaboración supuso igualmente una gran satisfacción. En sus dos anteriores filmes, Dillinger (EEUU, 1973) y El Viento y el León (The Wind and The Lion, EEUU, 1975), no había podido contar con su amigo y compañero de promoción universitaria. El status alcanzado no sólo como realizador sino también como guionista, le permitió a Milius no sólo llevar a cabo uno de sus filmes más personales, sino también contratar a su amigo, que entregó una banda sonora a la vez épica e íntima, que combina la riqueza orquestal con los solos de guitarra, que en la noche de autos estuvieron a cargo del consolidado guitarrista, George Doering, parte integrante de la Los Angeles Film Orchestra. Una soundtrack, en definitiva, que contribuyó de manera inexorable al prestigio y la perdurabilidad del filme a lo largo de las décadas.
La primera de las interpretaciones musicales de la noche, emocionó visiblemente a Randall Kleiser. Kleiser subió al escenario inmediatamente después de la suite de El Gran Miércoles. El director de Grease (EEUU, 1978), o El Lago Azul (The Blue Lagoon, EEUU, 1980) buscó a Milius desde el escenario, para compartir personalmente con él lo mucho que le acababa de fascinar la impresionante banda sonora del filme sobre el Surf. Randall Kleiser resaltó el gusto de Poledouris por el mar, esa comunión entre la música y las aguas, dio lugar a algunas de las piezas musicales más queridas por el propio compositor.
Las palabras del realizador dieron lugar a la ejecución del tema de El Lago Azul. Una banda sonora que sacudió emocionalmente al auditorio del Walt Disney Concert Hall. No sólo esa continuidad sonora con el filme de Milius en la impecable y sensitiva descripción de los espacios marinos quedaron en evidencia en la soberbia ejecución de una suite que albergó los temas Love Theme, Main Title, The Island, Three points To Port/End Titles. La capacidad de Poledouris para la música orquestal en contraste con la intimidad de la historia de amor adolescente que constituye el núcleo de este exitoso filme (en España estuvo años en cartelera), queda puesto de relieve en este memorable soundtrack. Poledouris se ocupó igualmente de la música de su secuela, no dirigida por Kleiser, que desarrolla notablemente la vena romántica iniciada con este soberbio score que se pudo disfrutar la memorable noche angelina. El mítico director de orquesta y compositor John Debney, autor entre otras muchas bandas sonoras de la de The Relic (EEUU, 1997), de Peter Hyams o La Pasión de Cristo (The Passion of The Christ, EEUU, 2004), de Mel Gibson, subió al escenario para dirigir a la orquesta de Los Ángeles y la descripción musical de la laguna azul.
El realizador australiano Simon Wincer compareció desde la distancia, y su imagen y voz resonaron afectivamente desde Australia para recordar su maravillosa comunión con el músico. Wincer realizó tres trabajos con él: La miniserie Paloma Solitaria: La Gran Aventura (Lonesome Dove, EEUU, 1989); y los films Vaquero Sin Rumbo (Quigley Down Under, EEUU, 1990); y ¡Liberad a Willy! (Free Willy!, EEUU, 1993). En ésta última banda sonora, que tuvo dos secuelas fílmicas, el compositor continúa explorando esa comunión muy personal con el mar, en un score bellísimo, muy por encima de las calidades cinematográficas del filme. El director de orquesta Steven Allen Fox se encargó de dirigir la Los Angeles Film Orchestra, entregada a los acordes de un score entre la épica, cierta solemnidad musical y los pasajes íntimos tan del gusto de su compositor. Sin embargo, de los films con Simon Wincer, sobresale sin el menor problema el que es uno de los grandes trabajos de la carrera de Poledouris: El score ganador del premio Emmy para la épica miniserie del oeste Lonesome Dove, protagonizada por Robert Duvall, Tommy Lee Jones y Robert Urich, sobre la novela de Larry McMutry. Una obra que en principio iba a dar pie a un filme en los años 70, dirigido por Peter Bogdanovich con John Wayne, Henry Fonda y James Stewart. La no aceptación de Wayne dio al traste con ese proyecto. Gracias a eso, el mismo se retomó alrededor de diez años después, en el mencionado formato televisivo, que dio lugar a una banda sonora cuya suite proporcionó uno de los momentos más apasionantes de la noche. Tras el intermedio, se procedió a la ejecución musical de la suite de esta miniserie que aglutinó los temas musicales Theme from Lonesome Dove, Night Mares (Deets, Newt)/Farewell Ladies, y The Leaving. Poledouris resultó ser el compositor perfecto para dotar de la debida dosis de nostalgia y añoranza de tiempos mejores, pero también de la épica en la aventura del traslado de ganado como forma de vida destinada a la extinción. John Wayne resumió el libreto que leyó como “…un guion sobre la muerte del Western…”. La sonoridad de Poledouris, apareció en toda su extensión, en una composición claramente diseñada para ser interpretada por una gran orquesta. El predominio del viento (atención a los acordes del Oboe), con la fuga a la guitarra en sus momentos más personales (nuevamente George Doering), deleitó a la audiencia dispuesta a lo que estaba por venir. Una sonoridad que alude de la misma manera a la épica, a la nostalgia, a las tradiciones musicales del far west (ahí está el uso de la armónica en algunos instantes), y que permanece más de treinta años después como uno de los grandes atributos de la miniserie correctamente dirigida por Wincer.
Y los grandes éxitos siguieron cayendo: La Caza del Octubre Rojo (The Hunt For Red October, EEUU, 1990), Starship Troopers (EEUU, 1997) y Amor y Juego (For The Love of The Game, EEUU, 1999), de Sam Raimi acapararon momentáneamente el ecosistema sonoro de la noche. El primero de los films mencionados, marcó esta importante colaboración de Poledouris con el cineasta John McTiernan. Digno es de resaltar que el guion de este vigoroso filme, casualmente o no, estaba reescrito, especialmente en los diálogos del personaje interpretado por Sean Connery, por John Milius. Para esta banda sonora de un filme de espionaje y acción en el contexto de la guerra fría, Basil Poledouris concibió una pieza de coro en ruso que fue memorablemente ejecutada por el Coro SoCAL CORALE, dirigido por Marya Basaraba, fiel aliado de la Los Ángeles Film Orchestra en la velada.
Y la Orquesta estuvo en general a la altura del tremendo desafío que supuso la carta de navegación musical del compositor Basil Poledouris para construir una lisérgica banda sonora cuyo tema elegido fue Hymn to Red October. Paul Verhoeven compareció desde la distancia, desde la vieja Europa, recordando sus poderosos trabajos con Poledouris para Los Señores del Acero (Flesh and Blood, EEUU, 1985), Robocop (EEUU, 1987), y la mencionada Starship Troopers. Bandas sonoras donde la épica predomina. De ésta última banda sonora, que le tocaba presentar, recordó el cineasta holandés la suite musical del momento de la muerte del personaje interpretado por Dina Meyer, modélico en cuanto al intimismo dramático. El tema elegido para el concierto fue Klendathu Drop, que permitió el despliegue de toda la épica de la que Poledouris era capaz, que sin duda cubrió las expectativas generadas en el auditorio. Un tema solemne, de claras reminiscencias militares, que oscila entre el desfile y el asalto, con sus necesarias dosis de triunfalismo, para acompañar el desembarco de las tropas de la humanidad, mentalizadas de la lucha contra los monstruosos insectos interplanetarios. Es de destacar que en la compleja banda sonora de este filme de Verhoeven (basado en la novela de Robert A. Heinlein), Poledouris contó con muchísimo tiempo para su desarrollo. Desde febrero a octubre de 1997, casi 8 meses, para lo que normalmente debe acometerse en semanas. De este modo, el músico disfrutó mucho con el proceso de preparar y desarrollar este score muy rico en contrastes melódicos. La complejidad de la postproducción del filme otorgó un tiempo precioso al compositor.
Para For The Love and The Game se eligió el tema Last Pitch, toda una muestra de la versatilidad del compositor, en este caso al servicio de un filme que, como su título indica, sobre el mundo del béisbol, con dosis de romance protagonizado por Kevin Costner y Kelly Preston.
Peter Weller compareció con mucha energía y determinación desde Hawaii para resaltar móvil en mano, y paseando por la noche de la isla de O’ahu, la épica de Poledouris, que resumió con la palabra “Myth”. Todas las imágenes bañadas con la música de Poledouris alcanza la categoría de “Mito” para Peter Weller, para quien las entusiastas notas musicales de Basil Poledouris parecían venir diseñadas.
Christopher Lennertz, también compositor, que comenzó su carrera como asistente de Poledouris, dirigió la suite de absoluto estreno mundial, Basil Poledouris Action Movie Overture, con arreglos de Leigh Phillips. Un espléndido collage musical, que incluye fragmentos de joyas como la serie de televisión sobre la invasión soviética de EEUU, Amerika (EEUU, 1987), protagonizada por Kris Kristofferson y Sam Neill, el filme de Milius de similar temática, pero diferente tono, Amanecer Rojo (Red Down, EEUU, 1984), el triunfalismo de Águilas de Acero (Iron Eagle, EEUU, 1986), de Sidney J. Furie; el contraste de un vaquero del oeste americano que deambula por la Australia aborigen en Vaquero Sin Rumbo (Quigley Down Under, EEUU, 1990), de Simon Wincer, en una banda sonora descriptiva, cuyos ribetes épicos se permiten codearse y aproximarse a territorio Elmer Bernstein, y que obligó a Gorge Doering a comparecer en un momento dado con un bajo; la penúltima colaboración con Milius en Adiós al Rey (Farewell Tot he King, EEUU, 1989), otra solemnidad épica para el veterano cineasta, en combinación con reminiscencias orquestales estilo John Barry; o el triunfalista score de Alerta Máxima 2 (Under Siege 2: Dark Territory, EEUU, 1995), de Geoff Murphy, al que Poledouris le dedicó una de sus más eficaces fanfarrias. Muestras todas ellas más que estimables de la versatilidad y riqueza del ecosistema musical de Basil Poledouris.
La suite de los Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996 es una pieza poco abordada cuando se habla de la carrera de Basil Poledouris. Robert Townson no dejó pasar la oportunidad de darla a conocer, incorporándola al inolvidable menú de la noche. Compareció quien fuera el organizador de los Juegos, con el director de orquesta, Mark Watters y explicó ciertos detalles sobre la adjudicación del trabajo musical de la ceremonia de apertura a nuestro compositor. Antes de escuchar el impresionante tema musical, The Tradition of The Games (1996 Olympics Opening Ceremony), se comentó que la decisión del Comité Olímpico Internacional de la celebración de los juegos olímpicos de 1996 al otro lado del charco al que habitualmente se celebraban, no contentó demasiado a los griegos. Se quería a un compositor de ese país que pudiera dotar la épica musical que fuese requerida. Se intentó contratar a Vangelis, que rechazó dicha posibilidad. ¿Qué compositor de ascendencia griega podría estar a la altura de la tarea? No es difícil adivinar quien tuvo que sumergirse en su propia herencia musical que al fin y al cabo no le era en absoluto desconocida. El propio aprendizaje de Poledouris con el mítico compositor de la era dorada de Hollywood Miklós Rozsa terminó de incorporar los necesarios componentes.
Percusión, flauta y coros en una comunión de proporciones bíblicas, a la altura de las circunstancias, destacaron en los instantes previos al ecuador del concierto en una suite realmente fascinante y meritoria a la hora de recoger el relevo en ciertas tradiciones.
III). ENTRA DIEGO NAVARRO.
Cuarenta años después del estreno de Conan el Bárbaro (Conan The Barbarian, EEUU, 1982), de John Milius, el compositor y director de orquesta, Diego Navarro, compareció sobre el escenario del Walt Disney Concert Hall para dirigir la milimétrica ejecución de la pieza musical del mencionado filme. El final del evento estaba acercándose, pero aún quedaba de lo mejor por llegar. En concreto, el músico tinerfeño dirigió, como decíamos, la suite más larga, prácticamente cerrando el evento. Aquella que aglutina una banda sonora icónica, épica, sugerente, que permanece en el imaginario colectivo de toda una generación que cuarenta años después seguimos asombrándonos del poder de los acordes de este singular trabajo musical. La suite interpretada por la Los Angeles Film Orchestra aglutinó los temas musicales: Anvil of Crom, Riddle of Steel/Riders of Doom, Theology/Civilization, The Orgy, y Battle of the Mounds.
Para dar paso a la referenciada suite, nada menos que Francis Ford Coppola desde la distancia, desde los 500 kilómetros que separan Los Ángeles de San Francisco, y por pantalla, como el propio Arnold Schwarzenegger. John Milius y la actriz Sandahl Bergman (Valeria en el filme Conan The Barbarian), subieron al escenario. Todos comparecieron para compartir sus sensaciones y recuerdos en torno a la mítica soundtrack de Poledouris. Bergman recordó que, en un momento dado, cuando estaban creando la obra maestra de espada y brujería, reflexionaron acerca de que podía salir de una película concebida por “…un surfero, un culturista y una bailarina…”. La actriz recordó como Milius consideraba la música de Poledouris como algo tremendamente auténtico para el filme, con todo el entusiasmo y las energías de las que Milius era capaz en aquellos años de esplendor. El mítico realizador que se ha recuperado fantásticamente de un ictus sufrido hace ya unos cuantos años. Él y la actriz y bailarina descubierta por Bob Fosse, arrancaron no pocos y emotivos aplausos en la noche.
Diego Navarro fue presentado por Robert Townson con muchísimo cariño, como el director del Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife (Fimucité) en Tenerife, España. Su entrada al ecosistema musical del entregado auditorio arrancó no pocos aplausos. Los acordes épicos, junto a los parajes melancólicos y melódicos, recorrieron el escenario a ritmo del ya conocido lenguaje corporal de Navarro, fruto de su meticulosidad y pasión habituales, ya conocidas, a la hora de iluminar el camino cronológico de los diferentes instrumentos de la orquesta.
El yunque de Crom nos volvió a situar en la era de la disciplina del acero, donde los sonidos que rememoraban de la forja del preciado metal, con la solemnidad orquestal introducidos milimétricamente por la batuta de Navarro dominaron inmediatamente la acústica del lugar. La épica como pocas veces se ha expresado en términos musicales. El enigma del acero/Jinetes de la maldición prosiguió a la fanfarria orquestal inicial. La suavidad del viento con la cuerda, contrastó y complementó debidamente a la épica, para introducirnos en el que sería el leit motiv de la filosofía de vida de Conan y el ataque fatal a la aldea que culmina con la muerte de sus padres. La imaginería musical de Poledouris quedó nuevamente expuesta de la mano de Diego Navarro. El Coro SoCAL CHORALE supo estar a la altura a la señal del tinerfeño para darle la puntilla a el magnífico tañido musical en el momento del asalto al poblado del joven Conan. Teología/civilización sirve adecuadamente al tránsito del Conan adulto, y a su relación como los otros dos personajes que marcarán su vida. La majestuosa “carta de navegación musical” urdida por Poledouris, con predominio de viento y el xilófono, dejaron evidente el dominio orquestal en una suite sugerente de la vida ladronzuela del héroe del cómic. Para ilustrar el tema musical de La Orgía, la Los Angeles Film Orchestra bajo la firme batuta de Diego Navarro osciló con una sutilidad magistral, nuevamente con el predominio del viento, punteado con algo de cuerda, con un resultado en verdad loable que mantuvo la llama de Poledouris sobre el escenario. Por algo el compositor homenajeado siempre había manifestado el respeto que le profería una gran orquesta. La prolongada suite de Conan The Barbarian se cerró con todos los honores con la Batalla de los Montículos, que ilustraba en la película de Milius el momento en el que el guerrero manifiesta a los dioses que “…unos pocos se enfrentan a muchos…”, donde invitaba a las divinidades a que ayudasen o “…se quitasen de en medio…” en caso contrario. La orquesta se entregó a la sinfonía musical de Poledouris, escoltada debidamente por el coro dirigido por Mrs. Basaraba, bajo la firme y clarividente batuta de Diego Navarro, perfecto conocedor de las tonalidades y matices de la pieza, y por supuesto, de las capacidades de la orquesta que le tocaba conducir.
El triunfo fue abrumador y el espectador obtuvo aquello que quería, una noche apoteósica. La suite de Conan fue sin la menor duda uno de los grandes instantes de la noche, donde un público entregado solicitó la presencia de Navarro al escenario una vez había ejecutado la suite y ya se había retirado.
La comparecencia de las hijas de Poledouris, Zoë y Alexis, fue otro de los instantes más emotivos de la noche. “…Lo que para ustedes es épica, para nosotras es parte de nuestra infancia…”, afirmó Alexis Poledouris, que, como es lógico ella y su hermana se criaron y crecieron con los acordes de la música que los demás teníamos que ir a ver al cine, o comprar el CD o el Disco Vinilo.
Steve Allen Fox volvió a coger la batuta para, ya fuera del programa, como un bonus para el público, ejecutar el tema musical de la banda sonora de la citada Robocop, el contundente score de Poledouris para esta suerte de western de venganza futurista, con un tratamiento descarnado de la violencia, protagonizado por Peter Weller y Nancy Allen. El Resultado fue emocionante.
IV). IT’S MY PARTY.
Si el momento épico por excelencia de la noche vino con Conan El Bárbaro, el instante más emotivo fue sin duda el cierre del concierto. Vino con la introducción al escenario de un precioso piano de cola que sirvió para que el pianista Robert Thies interpretase magistralmente La pieza principal del filme escrito y dirigido por Randall Kleiser, Fiesta de Despedida (It’s my Party, EEUU, 1996). Se requirió en los últimos instantes del concierto, la presencia de todas las personas que habían participado en el evento. Las hijas de Poledouris aprovecharon el instante para agradecer a Townson la exquisita organización, quien arrancó una merecida ovación. De la épica y del mito, pasamos al intimismo y al sentimiento de pérdida, que perduraba 16 años después de la ausencia. Los rostros de los congregados en el escenario se mostraban visiblemente emocionados ante el transcurrir por la pantalla, encima de la orquesta, de fotografías con retazos de la vida y momentos cumbre de la carrera de Basil Poledouris. Instantes absolutamente mágicos, que inmortalizaban al mismo tiempo fragmentos de la vida de los allí presentes compartidos con el músico. El rostro solemne de Milius, y el de Kleiser, abrazado a la hija mayor del compositor, que no pudo reprimir las lágrimas por la emoción de los recuerdos de unas vidas inolvidables, fueron dos rostros representativos del sentimiento general. La sabia ejecución de Thies de la melódica composición para piano de Poledouris, en una banda sonora concebida para uno de sus grandes amigos de toda la vida, El realizador Randall Kleiser, no solo apostilló la noche y acompañó a las nostálgicas fotografías. Las precisas notas musicales pusieron el broche de oro melódico a la noche y dejaron la evidencia de la completísima formación musical del compositor y músico Basil Poledouris. Un filme dramático, muy bien interpretado (Kleiser contó con un privilegiado reparto donde destacan Eric Roberts, Lee Grant, Olivia Newton-John, Marlee Matlin o George Segal y Bruce Davidson), servido con toques de comedia, en torno a un hombre que, lejos de derrumbarse cuando le diagnostican complicaciones irreversibles derivadas del VIH, decide convocar a una fiesta de dos días de duración a familiares y amigos, con la idea de morir con dignidad. Con It’s my party, el compositor había regresado claramente a sus orígenes musicales. Desde los 7 años estudió piano, con idea de desarrollar una carrera de concertista consagrado a dicho instrumento. Fue en la mitad de los 60 con su entrada al departamento musical de 20th Century y con el cruce de Miklós Rosza en su camino, cuando el músico homenajeado en Los Ángeles se decantó por “…la música del siglo XX…”, es decir, la composición para el cine. Pero Basil Poledouris nunca olvidó el piano. El piano se utilizó en el concierto del 22 de julio para que quedase claro que jamás olvidaremos a Basil Poledouris. Como muy bien dijo Robert Townson, su música nos sobrevivirá a todos.
A la vista del concierto de julio de 2022, resulta manifiesto que su concepción se remonta a 2006, año de Úbeda y año de la muerte de Basil Poledouris. La elección como póster del evento de Los Ángeles 2022, la del compositor abrumado por la ovación saludando a su público en la mencionada ciudad española en 2006, no es en absoluto casualidad.
Gracias, Robert Townson, por trasportarnos al público del Walt Disney Concert Hall de LA a una música, unas sensaciones, recuerdos y sonoridades difícilmente olvidables como parte de nuestras vidas.
Artículo y fotos por Manuel García de Mesa
Fotos adicionales – Diego Navarro (Facebook)
Vídeos – Diego Navarro (Facebook) & YouTube