Concierto Homenaje a Joe Hisaishi en Barcelona [Resumen Concierto]
El pasado 3 de diciembre, el Auditorio Forum CCIB de Barcelona acogió el concierto especial en homenaje a Joe Hisaishi, producido por Overlook Events e interpretado por la Universal Symphony Orchestra bajo la batuta de Adrián Ronda Sampayo.
Nuestro amigo y compañero Coque Cano, incansable colaborador de SoundTrackFest, nos deja este detallado resumen del concierto para nuestro disfrute.
LA MAGIA DE JOE HISAISHI EN BARCELONA
Poco tiempo atrás un concierto como el que comentaremos hubiera sido una quimera, pero estamos en un momento dulce en lo que a la música de cine en directo se refiere. No deja de resultar curioso que, pese al bache creativo actual con pocas bandas sonoras susceptibles de interesar en su escucha aislada, los conciertos dedicados a las partituras cinematográficas se hayan multiplicado, y con ello tengamos la suerte de vivir eventos como este increíble monográfico sobre el maestro nipón Joe Hisaishi.
Es cierto que el propio compositor ha programado algún concierto en Europa tras un tiempo sin venir desde el que dio en Praga en mayo del año 2019 (leer más), como es el caso del más reciente que dio el día 30 de marzo de 2023 en el Musikverein de Viena al frente de la Wiener Symphoniker (leer más), o el de los días 6, 7 y 8 de mayo de 2022 en la Grande salle Pierre Boulez – Philharmonie, interpretado por la Orchestre Philharmonique de Strasbourg (leer más), pero ambos eran conciertos no exclusivamente cinematográficos, dado que la primera parte la ocupaba su Sinfonía nº 2, y más allá de una suite de la Princesa Mononoke, había poco espacio para otras bandas sonoras de su larga carrera.
Por ello y al margen de que obviamente pierda en la comparativa por no estar al frente el propio compositor, el concierto del pasado día 3 de Diciembre en el Auditori Forum CCIB de Barcelona, fue algo realmente único y especial, pues estamos hablando de un evento en el que se interpretaron nada menos que 20 piezas (la mayoría extensas suites), y salvo los temas “Oriental wind” y “Nostalgia”, el resto son partituras cinematográficas con el denominador común de ser de su repertorio más sinfónico. Casi 3 horas y media de gloriosas melodías, que van del lirismo más delicado o sobrecogedor a la épica desatada.
Joe Hisaishi en estado puro. O al menos el Joe Hisaishi que se ha hecho tan popular y eterno entre los aficionados, pues recordemos que inició su carrera con composiciones minimalistas e incluso con estilo pop en su segundo álbum.
Por tanto, ya sólo una propuesta como la presente es motivo de júbilo, y más si los acabados y calidad de la producción están a la altura, como fue el caso. Con el título de “Concierto Homenaje a JOE HISAISHI, Ghibli & Obras Simfónicas” (por cierto, ligero error mecanográfico incluido), fue interpretado de forma más que correcta por la creciente Universal Symphony Orchestra (USO), dirigida por el maestro Adrián Ronda Sampayo, cuyo estilo sobrio y elegante ayuda sobremanera en conciertos tan exigentes como este.
Además, como precisaba un programa como el que nos ocupa, hubo piano solista, a cargo aquí del prestigioso instrumentista alemán (por cierto, también compositor de bandas sonoras para videojuegos) Benyamin Nuss, con sobrada experiencia en este tipo de conciertos, pues hizo lo propio en eventos tan reconocidos como Symphonic Fantasies y Distant Worlds: Music from Final Fantasy en Tokio, Chicago, Colonia y Estocolmo. Suplir a Hisaishi, quien suele interpretar el instrumento en sus conciertos, tiene un plus de responsabilidad, y Nuss cumplió con creces interpretando de forma sentida y virtuosa cada nota escrita por el genio japonés.
Hubieron también pequeñas intervenciones de instrumentos menos habituales, como el acordeón o la mandolina (los dos presentes en la suite de “Kiki, aprendiz de bruja”), a cargo de los intérpretes Jordi Pastor Monferrer y Spyros Kaniaris respectivamente, así como breves pero preciosos apuntes vocales de la soprano Laura Cruz (en las suites de “Nausicaa” y “Welcome to Dongmakgol”), todo ello con tal de hacer justicia al paisaje sonoro creado por Hisaishi y a ese estilo tan propio suyo que sirve de puente entre la música occidental y la oriental, siempre mediante la melodía –con especial querencia por el piano- como hilo conductor.
El ambicioso programa se dividió en dos partes muy similares y compensadas, iniciadas ambas con piezas no cinematográficas que forman parte de sus célebres álbumes “Piano Stories” pero sí imbuidas del espíritu de sus obras para el séptimo arte (sobre todo la segunda que retoma pasajes de sus bandas sonoras), como fueron “Oriental Wind” en la primera parte, y “Cinema Nostalgia” que sirvió de obertura tras el necesario descanso.
Por descontado que los trabajos para el celebérrimo Studio Ghibli ocuparon la mayor parte de la atención y del programa, repartidos por igual en las dos partes (5 + 5, incluyendo aquí el videojuego anime Ni No Kuni de cuya animación se ocupó el estudio de Hayao Miyazaki), de igual forma que las colaboraciones con el director Takeshi Kitano tuvieron nutrida representación (2 + 2) .Pero también hubieron sorpresas, como la delicada “Haruka, Nostalgia”, con su lento tango que diría correspondía a la versión integrada en el álbum “Works I”, una suite de su trabajo para la producción francesa “Le Petit Poucet”, basada en el cuento de Perrault Pulgarcito, y otra delicatesen como su partitura para la comedia dramática surcoreana “Welcome to Dongmakgol” que se beneficia de un solo vocal de etérea belleza, aquí como hemos dicho a cargo de la excelente soprano Laura Cruz.
Todas ellas obras que es raro poder escuchar en concierto y que tuvimos la suerte de que fueran incluidas en un programa tal vez incluso demasiado exhaustivo. Me explico, porque obviamente los seguidores de la música de cine y en especial del compositor vivimos de la premisa de que cuanta más música mejor, pero sí es cierto que para un público menos avezado puede resultar un tanto excesivo, y más si nos atenemos a que son piezas que, por lo general, se mueven dentro de un mismo estilo.
A título personal me parece un regalo, e incluso por pedir, dado que el estreno de este evento fue en Barcelona y atendida la ambición de la propuesta, habría sido un detalle programar aquí la pieza dedicada a Gaudí titulada “Silencio de Parc Güell”, contenida en el álbum “The essential Joe Hisaishi: Songs of hope, vol.2”.
El programa del concierto fue el siguiente:
Tras la mencionada “Oriental wind”, que supuso una perfecta carta de presentación del concierto, iniciando el piano la melodía rápidamente arropada por una orquesta que dialogó de forma deliciosa con los instrumentos o voces solistas a lo largo de toda la tarde/noche, tuvimos el primer título mayor de la filmografía del maestro, siendo además la primera colaboración con Hayao Miyazaki: “Nausicaä del valle del viento”. El impecable desarrollo temático de la suite, con destacadas intervenciones de las cuerdas y el viento, así como de la voz solista casi a modo de nana, dejaron claro que sería un concierto maravilloso, como así acabó siendo.
Acto seguido, el primer Kitano: “Hana Bi”, sensible y conmovedora creación con protagonismo absoluto del piano con una interpretación precisa por parte de Benyamin Nuss. Cómo Hisaishi es capaz de crear una melodía y sublimarla con variaciones es parte del encanto de su música y fue una de las características que el concierto se encargó de mostrar a los encandilados asistentes.
Esta primera parte del programa, casi un concierto en sí mismo, nos dejó desde la magistral “El castillo en el cielo” con su hermoso tema principal y el protagonismo de los metales al final de la suite, hasta la mencionada “Le petit poucet”, que no dista demasiado de sus obras niponas, aquí con buena nota para la sección de cuerda y en especial del violín solista. Entre medio otras muchas maravillas como las citadas “Haruka, Nostagia” y “Ni no Kuni” (radiante suite de épica sinfónica en la que la orquesta brilló por todo lo alto), o la romántica “Escena frente al mar”, en la que fue la segunda pieza de su colaboración con Kitano antes del descanso.
Mención especial a dos obras que dieron gran dinamismo y fueron de lo mejor del primer bloque del evento, ambas compuestas para Studio Ghibli y que se encuentran entre lo más popular de su carrera. En primer lugar, a destacar “Mi vecino Totoro”, fresca y divertida creación de Hisaishi que ofreció el momento más efervescente del concierto, sin dejar de lado obviamente el toque melódico con las puntuales aportaciones solistas del piano.
La segunda que merece su comentario particular es “El castillo ambulante”, una de las grandes obras maestras de la música de cine de animación, que destaca por su esplendoroso vals que aquí tuvo un acertado inicio con un tempo más lento de lo habitual a cargo de la celesta y acto seguido con el pizzicato de los violines, que logró crear un momento realmente íntimo antes de explotar la melodía en una suite memorable. Con permiso de Mononoke, tal vez fuera la pieza de la tarde.
La décima tanda de merecidos aplausos dio paso al intermedio de casi media hora, peaje necesario para arrancar con fuerzas una segunda parte que resultaría tan buena como la primera, con varios de los títulos señeros de Hisaishi pendientes aún de revisión. Aunque nada tenga que ver con la música ni obviamente con la interpretación, ya que estamos para valorar el concierto en su conjunto, creo que fue un error cerrar la zona de restauración en el intermedio (estuvo abierta antes de empezar a las 18:30 horas), pues siendo ya más allá de las ocho de la tarde y con previsión de larga duración, parecía una buena opción mantener la posibilidad de refrigerio durante ese aprovechable parón.
Volviendo ya a la sala y tras el comentado inicio con la pieza “Cinema Nostalgia”, nos encontramos con el plato fuerte de la velada, al menos para el que suscribe. Es sabido que “La princesa Mononoke” fue el proyecto más grande en muchos aspectos de la carrera de Hayao Miyazaki, una historia épica ambientada en el Japón medieval que trata en clave de fantasía y tono místico/religioso el tema del ecologismo y la relación del hombre con la naturaleza. Plenamente integradas ya las obras del director en el mercado global y en especial el americano, Hisaishi dio rienda suelta a su sinfonismo más exacerbado, con la que es sin duda su obra más espectacular y completa, tan cerca de la grandeza de las partituras del género americanas como de la espiritualidad nipona con un punto tribal.
Eso nos dejó la gran pieza del concierto, una suite sobresaliente, equilibrada y grandiosa (aprovechamos para destacar la labor de adaptación y orquestación de todo el programa por parte del equipo formado por Philippe Perrin, Yamm Stoffel, Simon Nebout y Thibault Lepri), calificativos propios de una (otra) obra maestra de Joe Hisaishi.
El tono de la siguiente pieza es completamente opuesto, pues para “Sonatine”, tercera partitura de la colaboración con Takeshi Kitano en ser interpretada, el compositor se alejó de los fastos sinfónicos para tejer un universo sonoro dramático y tenso, con frases repetitivas (ahí se notan los inicios minimalistas de Hisaishi) que generan sensación de agobio, algo que la orquesta y el director se ocuparon de mostrar con solvencia. Uno de los temas menos complacientes del concierto.
Quedaron cuatro “momentos Ghibli” más diseminados a lo largo de esta segunda parte del concierto. El primero tras “Sonatine” fue “Kiki, la aprendiz de bruja”, una de sus partituras más joviales e infantiles, con otro de esos temas principales para el recuerdo en el que dialogan piano y violín solista, o el mismo piano con el arpa, todos ellos magníficos, y con la valiosa aportación del acordeón y la mandolina que dotaron al conjunto de una profundidad sonora inigualable. El segundo fue una composición que siempre he creído que merece mucha más atención como es “Ponyo en el acantilado”, con otra de esas canciones marca de la casa, aquí con su variante sinfónica. Una pequeña delicia.
Tras Ponyo llegó el título más galardonado de la carrera de Miyazaki y por extensión de Hisaishi. Ganadora del Oscar de Hollywood a la mejor película de animación, “El viaje de Chihiro” contiene además alguna de las mejores páginas musicales escritas por el maestro nacido en Nagano como Mamoru Fujisawa y que adquirió su nombre artístico en homenaje a uno de sus ídolos personales, Quincy Jones. Chihiro requiere tanto sutileza como fuerza expresiva, algo que la USO garantizó pese al cansancio normal a esas alturas de concierto.
La quinta y última joya del repertorio dedicado a Studio Ghibli fue la no menos famosa “Porco Rosso”, una demostración más de la sensibilidad de un autor con mayúsculas y otra ocasión más de lucimiento para Benyamin Nuss, flotando con su piano como la avioneta del piloto creado por Miyazaki.
Las tres últimas comentadas fueron un auténtico tour de forcé que además se programó seguido en esta segunda parte del concierto, siendo que justo antes de ellas se interpretaron los temas de la ya referida “Welcome to Dongmakgol”, así como de otro Kitano para quien Hisaishi ha creado partituras menos clásicas en el sentido narrativo, pero más arriesgadas. “Kids return” ofreció esa parte más moderna de su repertorio, con staccato en las cuerdas, bien llevado por la orquesta.
La pieza escogida para finalizar el programa volvió a ser para su dupla con Kitano, y al igual que decíamos de Chihiro respecto de la filmografía de Miyazaki, “El verano de Kikujiro” supuso la película más premiada y reconocida a nivel mundial del director, por lo que también es un punto de inflexión en la carrera y obra del compositor, quien compuso una de sus piezas a piano más apreciadas, con ese contrapunto tan suyo a base de pizzicatos de los violines. Huelga decir que Nuss se erigió en absoluto protagonista derrochando la sensibilidad requerida por un tema para el recuerdo.
Y con esta sencilla pero preciosa pieza finalizó el conjunto de obras seleccionadas en este homenaje al Hisaishi más sinfónico, si bien todavía quedó un postrero bis de regalo en forma de adaptación para piano de “La princesa Mononoke”, que no pudo dejar un mejor sabor de boca a los asistentes, que tributaron una merecida ovación.
Después de que este mismo año la prestigiosa Deutsche Grammophon publicase un álbum superventas (leer más) que demuestra la popularidad del compositor japonés más universal de la actualidad (“A Symphonic Celebration – Music From The Studio Ghibli Films Of Hayao Miyazaki” grabado por Joe Hisaishi en Londres con la Royal Philharmonic Orchestra), este concierto es la confirmación de que un autor de su talla merece un tratamiento monográfico hecho con el cariño y los recursos desplegados por la empresa Overlook Events, con Romain Dasnoy al frente, gracias a la que ya pudimos disfrutar el pasado 13 de mayo del proyecto “Assassin’s Creed Symphonic Adventure” (leer más), para el que la productora también contó con esta excelente formación que es la Universal Symphony Orchestra, natural de la Marina Alta y creada por Javier Gil Pérez, quien a falta de la inicialmente prevista Esther Syra, se encargó de las presentaciones de comienzo del evento que nos ocupa.
No podemos acabar este artículo sin mencionar dos puntos que a nivel técnico tuvieron su parte positiva y su parte negativa. Empecemos por la segunda para acabar con el buen regusto final que merece la propuesta: la falta de sincronización entre la música y las imágenes del concierto que se proyectaron en una pantalla gigante situada detrás de la orquesta. Fue realmente un problema durante buena parte del evento, pues alguna de las cámaras no se sincronizaba con el vídeo en tiempo real y por tanto con la interpretación de la orquesta, y eso desviaba –para mal- la atención del público, algo muy evidente cuando las cámaras centraban su mirada en las manos del pianista.
En la parte positiva, que precisamente cuando no se ofrecían imágenes de la orquesta, pero sí alguna más o menos estática con fotogramas muy bien seleccionados de las películas cuyas bandas sonoras se interpretaban, o incluso al mismo inicio de cada pieza en el que aparecía referenciado el nombre con tipografía occidental y oriental, la técnica aplicada con manchas acuosas y sinuosas que hacían de enlace entre imágenes resultó de tal belleza, que parecía dialogar con la música.
En definitiva, un concierto que no podemos más que recomendar cuando se repita en otras ciudades tras el estreno barcelonés, pues sin duda es el mejor homenaje que puede tributarse a uno de los mayores genios musicales contemporáneos, y en especial a su faceta sinfónica, con ese estilo entre intimista y épico en el que la melodía es un irrenunciable escalón al olimpo.
Artículo por Coque Cano
Fotos por Coque Cano y Javier Gil