Concierto ‘Una noche con John Williams’ con la BOS – BILBAO – Resumen

La semana pasada, el jueves 7 y el viernes 8 de abril, la Orquesta Sinfónica de Bilbao – Bilbao Orkestra Sinfonikoa – BOS bajo la batuta de Erik Nielsen, ofreció dos conciertos especiales en el Palacio Euskalduna de Bilbao, titulados “Una noche con John Williams” (leer más).

 

Asier G. Senarriaga acudió al concierto del viernes, y nos los cuenta en este artículo en exclusiva para SoundTrackFest.

 

NOTA: Al final del artículo podréis encontrar fotos del ensayo general y del concierto.

 

John Williams en el Centenario de la BOS, Bilbao, Palacio Euskalduna, Comienza la Magia

La Orquesta Sinfónica de Bilbao, la BOS, Bilbao Orkestra Sinfonikoa, como parte de la preciosa efemérides que celebra este preciso año, ni más ni menos que su centenario (fecha de cumpleaños 8 de marzo de 2022), ha regalado a los aficionados los pasados 7 y 8 de abril, y en el marco incomparable del Palacio Euskalduna (Euskalduna Jauregia) de la capital bilbaína, dos conciertos monográficos dedicados enteramente a la magia sinfónica de uno de los más grandes compositores de nuestro tiempo – si no el más grande – , John Williams, quien a su vez cumplía su noventa aniversario esta pasado mes de febrero.

 

Si hablamos de un concierto de John Williams, podríamos decir, siendo de Bilbao Bilbao como somos en SoundTrackFest, que cualquier repertorio, cualquier elección de contenido y representación de su carrera, hubiera satisfecho al aficionado entregado. Pero es que, en este caso, se trataba de obras que están impresas de manera indeleble en la psique colectiva, obras tan llenas de grandeza, magia, e icónicas cinematográficamente, que la sonrisa era signo obligado en la audiencia mientras tomaban asiento para asistir al sortilegio de escuchar la música del Maestro de Maestros en directo.

 

Con la prestancia habitual a los mandos de la BOS de su director titular, Erik Nielsen, daba comienzo el programa con una explosión de epicidad marca de la casa Williams: su composición para los Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996, la apoteósica “Olympic Fanfare”. El preciosismo de los juegos de transición melódica entre cuerdas, metales y vientos de madera con los puntuales apoyos de la percusión, fueron interpretados con intensa entrega y devoción sincera por los músicos, junto a una vibrante dirección de Nielsen, que supo dotar de nitidez a las entradas y salidas de las secciones con encomiable apego a la composición.

 

No podemos evitar indicar que el tema con que comenzó el concierto tiene un curioso origen dentro del cuerpo de la obra de Williams, pues su tema central surgió de una escena compuesta para una película que no acabó en el corte final, pero para la que el Maestro ya había compuesto su acompañamiento musical. Hablamos de un flashback durante la época de las Cruzadas, donde que veíamos el origen de un Caballero Templario y su primer encuentro con el Santo Grial, en ni más ni menos que ‘Indiana Jones y La Última Cruzada’. Por hacer perder fuerza a su entrada en escena al final del film en Petra, Spielberg descartó la presentación inicial del personaje, y Williams acabó creando otra melodía para el Santo Grial, diferente, mientras la inicial, se transformaba siete años después en la Olympic Fanfare de los Juegos Olímpicos de Atlanta.

 

La magnificencia y el alarde compositivo de una de sus épocas de inspiración más impresionantes (del 77 al 84), es representado por la Suite de “Extractos / Excerpts” de “Encuentros en la Tercera fase”, donde Williams pasa de definir el misterio de las abducciones extraterrestres con un suspense musical de muchos quilates, a una atonalidad inquietante y de inteligente orquestación, que culmina en una extasiante sonoridad de insuperable magnificencia con las “Cinco míticas Notas” del Encuentro Final y la representación del positivismo supremo con el empleo por parte del músico del eterno “When You Wish Upon A Star” de Pinocho (y melodía del logo de Walt Disney Productions desde los años 60). Todo esto, unido a su fastuoso tema central, explota en una grandilocuencia creativa sin igual en un fin de fiesta espectacular que la BOS ofreció con diáfana nitidez y pautada claridad, pese a la extrema dificultad de la pieza.

 

El concierto prosiguió con la obligada visita al reino de la magia, revisitando Hogwarts y el universo de Harry Potter, con Erik Nielsen demostrando un espléndido conocimiento de las sutilezas de la composición y mostrando una exquisita sensibilidad en el paso de los solos de celesta y arpa al sinfonismo más embriagador de la orquesta al completo, durante las piezas “Hedwig’ s Theme”, poderosa, rutilante y de pimpante vivacidad, y el “Harry’s Wondrous World”, épica, lírica y con uno de los mejores crescendos finales de la carrera de su autor. Chapeau.

 

Y es una lástima tener que señalarlo, pero desde este instante hasta el intermedio, las 3 obras restantes, sufrieron de algunos problemas a varios niveles en la interpretación y resolución, que comentaremos a continuación.

 

Para una partitura que ya es leyenda de la historia de la música de cine, y que otorgó a su autor su último Óscar hasta la fecha, el quinto, “La Lista de Schindler”, el suntuoso lamento de desgarrada belleza por las víctimas del Holocausto Nazi, sufrió de un tempo demasiado acelerado tanto en la dirección como en la ejecución del concertino. La pieza, el Tema Principal, requiere de un tempo mesurado y lento, que desgrane las notas del dolor y el sufrimiento de un pueblo como el judío, a través de la desgarrada voz de este instrumento. Pero en esta ocasión, las notas del solo iban demasiado rápido, dando lugar a faltas de tensión que no dejaban sentir la estructura de la melodía como originalmente fue concebida. Una lástima, aunque pese a todo, la composición es tan inmensa, que su esencia no llegó afortunadamente a diluirse del todo.

 

Y es entonces cuando nos encontramos con la pieza que más problemas, intuimos, pudo dar a la orquesta en los ensayos, “The Lost World Jurassic Park – Main Theme” pues añadiéndose a su extrema dificultad intrínseca, los cambios de ritmo son tan abundantes y complejos, que me temo, el resultado en el concierto, distó de ser el ideal, pese a la optimista entrega de los intérpretes. Es de destacar que por momentos una parte de la orquesta pareció ir por detrás del tempo marcado y la otra por delante, siendo esto corregido para la explosión final de la pieza, aunque careciera en esta ocasión de la tremenda fiereza del original dirigido por el Maestro.

 

Seguido, el desafortunado comienzo de solo de trompa inicial de “Parque Jurásico” dio paso a la Suite de esta inolvidable creación, que se mantuvo en equilibrio y concluyó clavando prácticamente en su totalidad las piezas recogidas en la misma. Quizá pudieran echarse en falta más intensidad en el trabajo de los metales en ciertos instantes, probablemente algo inseguros en esta pieza, pero que no obstante cumplieron y aprobaron la difícil transición entre el tema central y el “Journey to the Island” con técnica y gran trabajo del director, aunque cabe decir que se echó en falta una mayor apoteosis sonora en la conclusión.

 

Y llegamos al intermedio de 20 minutos, antes de una segunda parte, en la que la interpretación se sintió más orgánica, la dirección más suelta, y el encaje de todos los elementos más brillante y dinámico, como veremos a continuación.

 

Nos encontrábamos en el momento de revisitar la saga musical por antonomasia del séptimo arte, un repaso de una hora a la epopeya galáctica más famosa de la historia: Star Wars.

 

Al legendario “Star Wars – Main Title”, la Bilbao Orkestra Sinfonikoa se entregó con pasión desaforada y devoción sincera. Los metales sonaron inspirados, trompas y trompetas brillaron con perfección, las cuerdas iluminaron de colores sinfónicos de aventuras en una galaxia muy, muy, muy lejana, y en el Palacio Euskalduna, todos empezábamos a sentirnos Jedis de nuevo, con John Williams abriendo la senda ante nosotros.

 

La versión de concierto del “Tema de Leia”, ya presente en la obertura de inicio, nos llevó en volandas a la magia de volver a ser niños de nuevo, y con el preciosismo de los vientos de madera y unos violines, chelos y violas en estado de gracia, volvimos a escuchar en nuestros recuerdos la voz de la princesa, “Ayúdanos, Obi-Wan Kenobi, eres nuestra última esperanza…”.

 

El “Scherzo for X-Wings” del Episodio VII, El Despertar de la Fuerza, nos imbuyó en una de las piezas más maravillosas y adrenalínicas de la trilogía de secuelas, en un tema que da nueva vida a los clásicos motivos de la Alianza Rebelde. Un crisol de sonoridades épicas y con un fin de fiesta marchoso que hizo extraer el jugo con deleite a la BOS y a su director, Erik Nielsen, a quienes se vio pasárselo de fábula, siendo eso esencial a la hora de transmitir la magia de la música.

 

Desde este instante hasta el final, se puede decir que ya todo fue una apoteosis de unión entre audiencia y músicos y que la vibración emotiva de la música se vio ensalzada por la labor medida y fastuosa de una BOS, ahora ya sin frenos hacia la grandeza.

 

Llegaba Lord Vader a escena, y “La Marcha Imperial” empezó a hacer aflorar los escalofríos de emoción y la carne de gallina entre el público, y no es para menos, si a la extraordinaria obra maestra de Williams sumamos la portentosa interpretación que nos brindaron esta noche en Bilbao.

 

La intensidad sonora nos hizo tomar los mandos de las armas, porque a continuación vino, “Here They Come”, y a pesar de que el tempo de la pieza superó al original, siendo sinceros, si una pieza tiene bula para no respetar el canon, es esta. Apabullante rendición de creciente sentido de la maravilla en el que toda la orquesta tiene su premio; hay su instante de brillo para cada intérprete, y su unión, conforma una de esas piezas, que no es que sean historia, sino leyenda.

 

El preciosismo lírico, y la sensible interpretación de los vientos hizo alcanzar altas cotas de emoción conforme volvíamos a recordar a “Luke y Leia” en Endor, en el instante en que una revelación, iba a desestabilizar la galaxia, para siempre. Sensacional.

 

Y tras la pausa emotiva, regresaba la acción estratosférica con la Concert Version de la pista “The Battle of Endor”, re-orquestada en su día por el Maestro para las salas de concierto bajo el título “The Forest Battle”. Suntuosa recolección de motivos, los Ewoks, Endor, el Imperio, La Alianza Rebelde, en un tour de force sinfónico grandilocuente y apasionante, con un dominio de Nielsen a los mandos que hizo lucir cada requiebro de la partitura original, cada color orquestal, y cada entrada, con presteza, sapiencia y enorme vibración. Gozada de explosión final sonora para rematar, de 10.

 

El saber de 1.000 años y el dominio de La Fuerza tomaron entonces el Euskalduna con el “Yoda’s Theme” y de nuevo la platea se estremeció. La sensibilidad de esta pieza inmortal fue interpretada con todo lujo de detalles y un tempo relajado y perfecto, porque eso ya lo sabemos todos, “hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes…”.

 

Y la culminación, la celebración de la victoria del bien sobre el mal, de la luz sobre la oscuridad, al menos de momento, estalló en la solemnidad y fastuosidad hecha música de “The Throne Room & End Titles”, y qué se puede decir cuando en una Suite tenemos la versión más heráldica del Tema de La Fuerza, el tema de Luke, el tema de Leia, la fanfarria rebelde, y unos títulos de crédito finales que cambiaron el rumbo de la música de cine hace ya 45 años. Pues sólo se puede decir gracias Mr. Williams por su inolvidable música, y gracias BOS por la impecable interpretación de la misma en este final para el recuerdo.

 

Pero como decían en los dibujos animados de antaño, “no se vayan todavía, aún hay más”, y tras la ovación final, Nielsen regresaba para un Bis, y este no podía ser otro sino “E.T. El Extraterrestre”, y el arreglo de concierto “Flying”.

 

Recogiendo la magia de E.T. para hacer volar las bicicletas y escapar del gobierno estadounidense a Elliot y sus amigos, la BOS nos regaló un recurso de puesta en escena y ganas de agradar, que a quien esto suscribe le hizo brotar dos lagrimones de emoción al asistir a su ejecución. Y es que mientras el tema central estallaba en arabescos sinfónicos de extraordinaria belleza, buena parte de la sección de cuerdas/violas empezó a pedalear en el aire desde sus sillas, mientras interpretaban sin perder ni un compás al tiempo, empujando a Elliot en su viaje con E.T. y haciendo que esas bicicletas volaran aún más alto de lo que nunca antes lo habían hecho. ¡Gracias! Fue maravilloso, y la carne de gallina y agradecimiento de la platea cerró el concierto y la noche con una estruendosa ovación.

 

Que volvamos a vernos de nuevo por aquí, y esperemos que, en muy poco tiempo, podamos hablar de un nuevo concierto de música de cine en Bilbao, pero mientras tanto…

 

“Que La Fuerza nos Acompañe,

Siempre”

Artículo por Asier G. Senarriaga

Fotos por Gorka Oteiza