Constantino Martínez-Orts – Entrevista
Nuestro compañero Frederic Torres tuvo la oportunidad de entrevistar recientemente a Constantino Martínez-Orts, alma mater de la Film Symphony Orchestra que en estos momentos se encuentra de gira por toda la península ibérica con su última producción: “Henko”.
ENTREVISTA A CONSTANTINO MARTÍNEZ-ORTS
La entrevista tiene lugar a la hora de la sobremesa, en el ambiente distendido que proporciona el bar de un conocido y céntrico hotel valenciano. Constantino Martínez-Orts acude puntual a la cita, pero algo apurado, pues acaba de ser padre de mellizos, y tiene una próxima cita para ensayar e interpretar un concierto especial en Madrid a propósito de la celebración de la noche de Halloween, protagonizado por un personaje de las sombras tan emblemático como Drácula (leer más).
Sin embargo, el propósito es hablar de su nueva gira, bautizada como HENKO, palabra japonesa que viene a significar un “cambio desde dentro y sin retorno” (leer más-1 y leer más-2), tal como se explica en la propia web de la Film Symphony Orchestra, fundada por Martínez-Orts.
Mientras firma las carátulas de algunos ejemplares de sus grabaciones en compacto y me las dedica, hablamos de la gira “Fénix”, el último doble compacto editado (el de la gira “Krypton” está todavía en producción). Y al hilo, lanzo la primera pregunta…
¿De dónde viene la idea de dar nombre a las diversas giras?
Era un simbolismo sobre el retorno a los escenarios, pues la pandemia fue un punto de inflexión que provocó una reflexión general acerca de lo mal que lo pasamos determinada gente por cuestiones personales y profesionales, y de cómo se consiguió sortear el bache y de alguna manera renacer, por lo que se me ocurrió bautizar a la gira como Fénix, y al quedar bien, empezamos a titular las giras. Algo que no es fácil, porque esa primera quedó bien a pesar de no guardar una relación cinematográfica, cosa que sí tenía “Krypton”, que era el planeta natal de Superman. Y como la FSO siempre ha dispuesto de una línea personal, el hecho de incluir en el programa títulos como El Capitán Blood, el tema de amor de Espartaco, o la suite de Las Normas de la Casa de la Sidra, e intentar seguir un hilo conductor, ha sido algo que no ha delimitado la inclusión de títulos, pero sí definidor, pues en los citados hay un “conflicto”, como lo hay incluso en Desayuno con Diamantes. Luego, también trato de contextualizar lo que se va a interpretar, no tanto en un sentido técnico en plan masterclass, como desde un punto de vista cinematográfico, para que la gente la reconozca o le entre curiosidad por ver esa película y escuchar para fijarse en la música.
En este sentido, hace ya muchos años (en 2012 fue la primera gira) que comenzaste con los tours de la FSO, pero ¿qué es lo te impulsó a ello?
Yo soy un gran apasionado de la música de cine, como lo eres tú y el resto de la crítica especializada y en mi juventud viví los Congresos de Música de Cine de València, en la década de los noventa, por donde pasaron grandes compositores como Maurice Jarre, Michael Kamen, Patrick Doyle, Luís Enrique Bacalov… Muchísimos españoles, como Roque Baños, Mario de Benito, Alberto Iglesias… Aquel Festival de Música de Cine desapareció, y la cuestión es que yo soy compositor graduado por el Conservatorio y con un Máster sobre la especialidad a los 27 años. Me marché a Londres, pero no me decidía entre ser compositor que dirige, o director que compone, y después del Máster en Londres, me fui a Nueva York para formarme como director de orquesta y a mi regreso saqué una oposición por lo que me convertí en funcionario, en un profesor de conservatorio.
Pero llegó un momento en que no me sentía a gusto siendo docente porque quería componer y dirigir, y aunque hacía algunos pinitos en este sentido, no eran gran cosa, alguna TV movie para Canal 9 y TV3, y ya está, pero no acababa de canalizar la pasión que yo sentía. Soy hijo único y la soledad siempre la he llevado muy mal, y como era pianista y no tocaba un instrumento colectivo, pues no estaba integrado en ninguna Banda (que ya sabes que en la Comunidad Valenciana tienen mucha tradición), y el componer todavía me aislaba mucho más. A mí me ha gustado de siempre el “jaleo”, el estar con gente, y por eso llega un momento que me planteo que a mí me gusta hacer música y le planteo a mi novia (la que hoy es mi actual mujer), después de ver los espectáculos que se montaban en el Barbican y en el Royal Albert Hall de Londres, y tras la vuelta de los EEUU, después de haber estado en el Hollywood Bowl, al comprobar lo que se hacía en los conciertos de la Mostra de València (hablo de hace 25 ó 30 años), con la Orquesta de València, había como una ambiente de bolo, de falta de compromiso, de no poner en valor esa música, ante compositores del calibre de un Maurice Jarre.
Entonces me dije, voy a crear una orquesta para tocar este tipo de música que a mí me gusta, que es la de cine, y tocarla con la dignidad y el respeto con la yo la he visto interpretar en otros países, en concreto, Inglaterra y los Estados Unidos.
¿Cómo se monta una orquesta?
Yo era básicamente director y compositor, no empresario. Entonces, una orquesta se monta pues… ¡con muchos errores! La Film Symphony nace en un primer concierto que se lleva a cabo en la Plaza de la Virgen, aquí en València capital, durante la última Mostra, con música de películas de la saga de James Bond y otras de John Barry. Y no conocía a nadie en el Ayuntamiento ni en la Mostra. Acababan de poner de director del festival a Salomón Castiel, que era andaluz, y como había temática de aventuras y el fallecimiento de Barry estaba reciente, propuse lo de Bond, porque tenía una pequeña formación orquestal llamada la Academia Europea, con la que me dedicaba a interpretar música clásica. Aunque en el programa de mano ya se puede leer “Proyecto Film Symphony Orchestra”. Ese concierto al aire libre fue el detonante. Ahí fue donde me dije, “vamos a llevar esta música por a todos los sitios”. Y a partir de ahí, con mucho “sacrificio, sudor y lágrimas” (estuve a punto de matar a mi padre, porque casi lo arruino intentado montar esto de manera infructuosa), y gracias a unos amigos pude realizar la primera gira, dedicada a Williams.
Porque tiene que quedar claro que esto es una empresa privada, ¿no?
Creo en la empresa privada, y aunque tenemos algo de aporte del Ministerio de Cultura y por tanto no puedo decir que lo sea al 100%, para el volumen que significa el proyecto, la ayuda que recibimos es prácticamente residual. Pienso que las orquestas públicas y la cultura deben estar financiadas por el Estado para acercarlas al pueblo, a la gente de la calle, ofreciendo precios populares para que todo el mundo se pueda permitir escuchar una buena orquesta con un buen director, pero ese no es mi objetivo. Cómo se hagan las cosas luego, ya es otro cantar. No vería con sentido que se creara una orquesta con dinero público para tocar música de cine. Es lo mismo con los servicios públicos, tanto si se trata de un gimnasio como de una biblioteca, o de una ópera. Pagar un precio razonable. No vas a pagar 300 euros para una entrada a la ópera. Entiendo más el concepto de asistir a una ópera como se entiende en Alemania que no como aquí, que es más elitista.
Mi proyecto es pues una empresa privada, con todo el riesgo que ello supone, y está creado para satisfacer ese sueño mío porque la música de cine me ha generado muy buenas y muy bonitas sensaciones en mi vida. Literalmente lloraba viendo películas en casa y escuchando su música, y pensaba que esto debía sucederle a mucha más gente. Y este es el detonante que me hace crear la FSO. Y desde que la creamos hemos ido creciendo poquito a poquito desde aquel primer concierto en la Mostra, hasta los más de setenta conciertos que damos ahora por toda España, con más de quince conciertos en Madrid, seis en València, cuatro en Barcelona, dos en la mayoría de las ciudades y en las islas. Y no hacemos más conciertos porque me gusta estar al frente del proyecto y no quiero delegar.
Respecto a los programas, se nota una preeminencia de música de los ochenta y noventa, con protagonismo de Horner, Silvestri, etc. Se nota tu vinculación sentimental. ¿Siempre eres tú quien selecciona el programa?
Lo que es la dirección artística del proyecto la he llevado yo siempre, y parto de mi conocimiento, de mi pasión, de mi historia, de las bandas sonoras con las que crecido, y bueno, intento también ser justo con toda la historia del cine, con todos los compositores, pero la realidad es que no siempre es así, ¡para qué nos vamos a engañar! Me siento en la butaca de mi casa a pensar qué es lo que me gustaría escuchar en un concierto, qué película. Por ejemplo, ahora en “Henko”, llevamos Harry Potter y el Cáliz de Fuego, que lleva ese henko particular del personaje, con ese paso de la niñez a la adolescencia, con la “prueba de los Tres Magos”, y sobre todo, la música de Doyle, una partitura brutal, inspiradísima, tal vez no a la altura de las de Williams, pero… A continuación, ¿qué temas de la película selecciono? Está “Harry in Winter”, está el himno de Hogwarts… ¡Pues voy a hacer una suite!
Entonces, ¿son arreglos tuyos?
Depende, a veces sí. Ahora, en Dracul, hay una suite de Gremlins preciosa de Goldsmith. De La Profecía, hay una suite mejorable… Si existe, pues se compra, se pagan los derechos. Que no, y no hay manera de conseguirla, pues entonces la hago yo. Como he hecho con Potter, con Las Normas de la Casa de la Sidra…
En esta gira hay cinco o seis suites que son mías. Sí, de Doyle las partituras están disponibles para alquilar, pero no siempre son de mi agrado. En el caso de Harry Potter sí existe una suite con algún tema de los citados (“Harry in Winter”), algunos de los valses que aparecen en la película, etc. Pero no como a mí me gustaría escucharlos. Lo que hago, al fin y al cabo, es como el plato de un chef, te sirvo lo que quieras, pero te lo hago a mi manera. Vas a poder degustar a Potter o Star Wars en otros conciertos, pero no cómo a mí me gusta. Por ejemplo, tocamos el tema de Obi-Wan, pero le he añadido alguna cosa que no está en la interpretación estándar. En cambio, el tema de amor de Espartaco, pues lo tocamos tal cual está escrito, porque está tan bien que no merece la pena retocarlo. También tocamos piezas muy clásicas, como la marcha de Indiana Jones, pero este año la hemos incorporado a los “Créditos Finales” del Templo Maldito, en donde tienes el tema de Tapón, el de los niños esclavos, el tema de amor de Willie, con lo que es verdad que es lo de siempre, pero reinterpretado.
No hay que perder el norte, no por comer caviar todos los días has de perder de vista lo que tienes delante. Tocamos música de cine partiendo de que ésta es funcional, que está al servicio de la imagen, de acuerdo, pero por la calidad de las partituras, por esa inspiración, por esa genialidad del compositor, esa música ha trascendido a la película, y por tanto, se puede disfrutar en una sala de concierto. Y por eso hay mucha música de cine español (también extranjera), que nosotros no tocamos porque aquí en España, bueno, están cambiando un poco las tornas y algunos autores más internacionales sí que han entendido que la música de cine es “concertable”, como Alberto Iglesias, Roque Baños, Fernando Velázquez, pero hay otros, como pasa con la música de Pepe Nieto, dicho con todos mis respetos y por muy buen cineasta que sea, que resulta más árida de interpretar.
¿Has dado con la fórmula mágica para realizar una gira cada año con contenido diferente, pero de características similares?
Sí, nosotros hacemos un programa de concierto variado, a menos que se trate de un monográfico como el de “Krypton”, que siéndolo también tratamos que sea diverso, así que es cierto lo que preguntas. Hemos cuidado mucho las características del espectáculo, por llamarlo así, porque creo que lo que hacemos va más allá de un concierto, es una experiencia. Uno va a escuchar música, pero se encuentra con una orquesta que no va ataviada con el clásico frac de turno, y con una iluminación que intenta potenciar hasta donde la técnica nos permite las emociones del público, con un director de orquesta que presenta las obras, si puede ser con algo de humor. También metemos un concurso digital con una aplicación para sortear un viaje a Hollywood intentando interactuar con el público. Además, todo acaba con una gran fiesta con la música de la Cantina (de Star Wars), con la Orquesta desparramada bailando por ahí. Entonces, entiendo que la gente comprende que cuando hay que interpretar la música hay que hacerlo de manera seria, pero que cuando llegamos al final y tocamos esa música de la Cantina, es como decir que ya hemos hecho todo lo que teníamos que hacer, y ahora nos vamos de fiesta.
¿Y no te has planteado seguir realizando monográficos dedicados a otros compositores, en lugar de seguir con el estilo de popurrí?
Podría ser, sí. Y creo que se hará. No sabría decirte si por géneros, como el de Dracul que se ha preparado en Madrid para la noche de Halloween, o del tipo de los Bridgerton, que fue una locura personal mía. Vi la serie con mi mujer y me maravilló su música. Me pareció super inspirada y pensé en llevar esta fantasía a la realidad. Entonces, sí que está sobre la mesa el llevar a cabo monográficos, aunque seamos sinceros, yendo más allá de otras orquestas oportunistas que hay ahora haciendo música de cine en las que el programa consiste en enfrentar a Williams contra Zimmer, o en seleccionar lo mejor de Disney junto a más música de Williams, algo que aparentemente no guarda ninguna coherencia, mientras que nosotros sí intentamos otorgarla, desde mi punto de vista, que no es universal, claro está.
Intentando siempre agradar al gran público, porque no me puedo meter a hacer un monográfico dedicado a Alex North, por mucho que me gusten los clásicos al no contar con una financiación pública que me respalde. Si esto fuera así, pues sí que elegiría a Waxman, Korngold, Steiner, porque yo vengo de la clásica y recojo la herencia de esos compositores centroeuropeos. Entonces, el hecho de no rodar un concierto como el de Dracul tiene una respuesta muy sencilla, porque al tratarse de una iniciativa privada, tenemos que vender entradas para que la compañía sobreviva y crear espectáculos que funcionen, y para ello tenemos que hacer catas. Y para España, elegimos Madrid, que es la ciudad en la que creo hay más cultura del espectáculo, porque he vivido allí y he sido consumidor de musicales, de teatro, de conciertos, de ópera, de zarzuela. En pocas palabras, la gente sale. Entonces, si vas a hacer una prueba, eliges Madrid.
A mí me encantaría, con motivo de Halloween, haber hecho una gira previa de Dracul tres fines de semana previos en otras ciudades, porque me gusta mucho, y si es así seguramente sea un éxito, porque pocas veces he fallado en esa apreciación de cara al público, pero este es un espectáculo de cierta complejidad que combina muchos elementos y creo que hemos dado en la diana, pero me cuesta ver Dracul interpretado en junio en Sevilla, por ejemplo.
¿Es entonces esa la explicación de por qué no programas a compositores españoles, por razones comerciales?
La música de cine española ha crecido muchísimo, y en las últimas décadas han surgido muy buenas partituras. Pero sigue siendo una música muy funcional, con una visión mucho menos comercial, como toda la europea en general, dicho con matices, al contrario de la norteamericana. ¿Que vayamos a incorporarla en un futuro? Pues no te digo que no. Pero tengo que encontrar el momento. También hay una cuestión de fondo, y es que creo que con los años nos hemos ganado cierto respeto, que no somos una orquesta de “bolos”, que somos una formación estable con más de setenta personas y con un sonido muy bueno de orquesta porque somos un equipo y venimos tocando ya una decena de años, y solo directos.
Creo que más allá de los errores personales, que pasan hasta en una Filarmónica como la de Berlín, la calidad de la orquesta está suficientemente contrastada como para que se pueda grabar música de cine española con ella. A mí me apena mucho que ésta, tanto para cine como para televisión, se grabe en Bratislava, en Praga, en Macedonia, en Kiev, en Bulgaria. Aquí tengo una espinita clavada, porque, aunque hemos grabado alguna serie como GEO, me da mucha rabia que las partidas presupuestarias de dinero público destinadas al cine español al final vayan a parar a otros sitios. Y como esto es una empresa privada, pues al final tomamos esa decisión. En el presupuesto y en las ayudas correspondientes se tiene en cuenta al director (sea valenciano, catalán o de donde sea), al fotógrafo, al guionista, y también al compositor, pero no dónde se graba esa música. Y nosotros tenemos calidad suficiente, y lo hemos demostrado ya. Y como se nos obvia en el cine español, nosotros de momento nos mantenemos al margen y seguimos nuestra línea en lo que consideramos que es la mejor música de cine, que no es la del cine español a pesar de que haya muchas partituras muy buenas (también hay otras que no).
Y las orquestas españolas que son públicas, no están creadas para grabar bandas sonoras, sino para acercar la cultura al pueblo, como he dicho antes. Entiendo el cine como una industria, y desde esa perspectiva, que es la de los norteamericanos, contemplo mi proyecto. Otra cosa sería que algunos músicos de estas orquestas públicas actuaran por cuenta propia y se juntaran para grabar, pero fuera ya del ámbito público.
¿Puede que también esto esté mediatizado por el tipo de proyecto que lleváis a cabo? ¿Es decir, cómo lo consideráis, como un concierto o como un espectáculo?
¡Como un espectáculo, sin duda! Nosotros hacemos un espectáculo. Si los productores españoles no nos consideran porque salimos haciendo gamberradas en “El Hormiguero”, porque tocamos fragmentitos en una acción publicitaria dentro de un programa de máxima audiencia para generar un momento divertido e intentar romper esa barrera entre la música clásica y el gran público, si uno luego no es capaz de venir a un concierto nuestro y valorar una recuperación de Ben-Hur, de King’s Row, de El Capitán Blood, de Lawrence de Arabia, de El Padrino, parte II, pues ya está. No me voy a ir a llamar a la puerta de los productores. No nos hace falta. Yo me he abierto siempre mucho a las gamberradas musicales, como te decía, a acompañar a Omar Montes, por ejemplo, tocando reggaetón. A mí no me importa porque no creo que estemos perturbando la dignidad de nadie. Es que hay gente que se ofende a la mínima de cambio, que interpreta que hay cosas que la orquesta no puede tocar, que un concierto es un concierto y no hay que meter luces…
Ahí quería llegar… Normalmente cuando vas a un concierto lo primero que escuchas antes del comienzo es la advertencia de apagar los móviles y no grabar ni hacer fotografías de estos. Sin embargo, en los tuyos, sucede todo lo contrario, que incitas a su empleo al público para que suban las grabaciones a las redes sociales y las comenten…
Bueno, realmente no incitamos a que la gente se ponga a molestar grabando con sus móviles. Y si lo hace, que lo haga sin flash, para no molestar. Tampoco incitamos a que los suban a las redes. Pero si quieres hacer una foto, o quieres grabar un pequeño fragmento, no lo vamos a impedir. Otra cuestión es el fanatismo. Por ejemplo, ¿son yihadistas todos los musulmanes? No. Y como todo en el mundo, hay talibanes que se aprovechan de esto y te graban el concierto entero. Y encima te ponen el flash. Pero lo que no podemos hacer es penalizar a todo el mundo que viene por esto, del mismo modo que no culpabilizamos a todos los musulmanes, no dejando hacer ni fotos ni videos. Creo que, con respeto, con sentido común, que desgraciadamente es el menos común de los sentidos, todo se puede hacer. Esta es nuestra manera de entenderlo, el que no quiera venir, que no venga. Es que si estamos tocando la banda sonora de tu vida, como puede ser Desayuno con Diamantes, como ocurre este año en “Henko”, y tiene un significado especial para ti o para tu pareja, si quieres grabar un trozo, lo haces con discreción y no molestas a nadie. Otra cuestión es que haya gente que se deje el móvil con el sonido puesto y que no hace ni fotos…
Pero es que, salvando todas las distancias, tenemos a John Williams tocando en el Musikverein con la Filarmónica de Viena, o en Berlín con su no menos conocida Filarmónica, o en la Scala de Milán, tratando de elevar el nivel de la música de cine (en este caso, la suya) al nivel de la así llamada “música culta”…
Perdóname que te corrija. John Williams viene de tocar en el Hollywood Bowl, de hacer conciertos al aire libre para las veinte mil personas que caben en esas gradas, en las que están comiendo su bocadillo y tomándose su cerveza, con la música sonando super amplificada. Entonces, aquí el purismo pierde su papel. Williams viene de esto. Pero como sabe la edad que tiene y las expectativas vitales son las que son…Williams no necesita dinero y seguramente hace todo esto sencillamente para disfrutarlo, y si tiene la oportunidad de tocar con las mejores orquestas del mundo, que no le han invitado en toda su vida por esas objeciones de los talibanes puristas, de las vacas sagradas que defienden la música clásica, que han considerado siempre a Williams como un compositor de segunda, ahora se han tragado sus palabras e inteligentemente han cambiado de opinión. En el Royal Albert Hall no llegó a tocar porque cayó enfermo, pero el concepto de luces y de espectáculo es similar al nuestro. Desde esta perspectiva, lo que he hecho es importar un modelo de espectáculo que ya se hacía allí desde hace más de veinticinco años, así como también en Nueva York y Los Angeles. Entonces, si no les gusta, entiendo que tampoco les gusta el modelo del Hollywood Bowl ni el del Albert Hall, porque el modelo nuestro es exactamente ese, aportando a un presentador que contextualiza los temas.
Sueles bautizar tus giras con un nombre específico. ¿Crees que afirma más todavía el proyecto cada año, a la hora de identificar la gira?
Bueno, no sé si lo afirma. Pero como te comentaba antes, a raíz de la pandemia, algunas cosas cambiaron, y con el renacer de la cultura y también de la empresa, decidimos bautizar la gira como “Fénix” como una especie de merecimiento colectivo. Y fue un acierto, ante algo tan genérico como “La Mejor Música de Cine en Concierto”, que era como nos anunciábamos antes. Sigue siéndolo, y por eso llevamos también esta leyenda como subtítulo, pero en torno a un título que defina la poética de la gira anual.
Además, los medios se interesan y preguntan, porque “Henko” ya no es un nombre o título que capten a la primera. Muchos, por ejemplo, pensaban que se trataba de algo estrictamente oriental, que también, pero no trata de eso, sino que es un concepto mucho más amplio, porque está Williams, con Siete Años en el Tíbet, con ese “conflicto” que vive el personaje, además de Mulan, con la chica protagonista, que también sufre esa “transformación”. Nos salimos de esa corriente “mainstream” de tanto concierto como hay ahora del tipo “Williams y Zimmer”. Vale que tocamos La Roca, pero, aunque es paradigmática del estilo de Zimmer, pues es la que abre un tanto la veda de las características del estudio Mediaventures, como se llamaba entonces lo que ahora se conoce como Remote Control, no se ha interpretado casi nunca. Al igual que ocurre con Las Normas de la Casa de la Sidra. La suite de Mulan, de Goldsmith, que es nuestra, es espectacular, al igual que Harry Potter y el Cáliz de Fuego, muy poco interpretada. Al igual que El Capitán Blood, el tema de amor de Espartaco, los Créditos Finales de Indiana Jones y el Templo Maldito, El Padrino, parte II, la que gana el Oscar, de Rota, con una suite especial que he creado yo. Un repertorio muy variado, como ves. El Apolo XIII, de Horner, con ese astronauta que también vive esa “transformación”. Y con alguna novedad absoluta, como la obertura de Obi-Wan, de Williams, con ese personaje ya retirado de la vida, en el exilio, triste, con un tema muy dramático. Es un tema duro, triste, a la vez que épico. También hay canciones, como la de Skyfall, o la de Pocahontas.
¿No te has planteado nunca dedicarte en exclusiva a la composición de música de cine?
Desde que comencé con la FSO prácticamente no he compuesto nada. Me quito la espinita con las suites. Con los arreglos especiales y personales que preparo, como las que te he citado, El Padrino, parte II, la de Harry Potter, la de Las Normas de la Casa de la Sidra, la de Siete Años en el Tíbet, todas son mías. Las partituras que nos llegan de Zimmer son muy difíciles en el sentido en que no están concebidas para ser interpretadas en directo, están pensadas para grabar por secciones, y todo eso hay que adaptarlo de manera adecuada. En cambio, cuando te llega una de Williams, orquestada, por ejemplo, por Conrad Pope, ves la maravilla que eso supone. Y yo vengo de ahí. Lo otro toca trabajarlo mucho para que en concierto suene como debe. Pero porque no es una música pensada con ese propósito. Ni más, ni menos.
Para ir terminando, ¿cómo te ves a corto, medio o largo plazo con la FSO?
No me lo he planteado mucho, la verdad. Sí que estoy trabajando en las próximas giras para 2024-25, y también 25-26, pero no puedo adelantar nada al respecto (*risas*). Pero a corto plazo, sí que estamos desarrollando algunas fantasías que tenía ahí guardadas, como el Dracul citado, otro que es un especial San Valentín, repleto de temas de amor, que hemos repetido en varias ocasiones gracias al éxito obtenido. También uno dedicado a la música clásica, que lleva por título “Classictacular”, que son grandes obras clásicas (que no tienen nada que ver con el cine) filtradas por mi personalidad y en el estilo de la FSO, y ya te puedes imaginar que no va a ser un concierto al uso, como podría verse en cualquier auditorio habitual, como la ortodoxia de la clásica lo requiere. Aunque también el otro concepto, el de la música clásica empleada en el cine está en un cajón esperando su momento.
Y todo esto sería en paralelo con los casi setenta conciertos que tenemos de “Henko” por toda España. Lo que pasa es que en la web se pueden ver solo los veinte o treinta primeros. Por ejemplo, a València volvemos en febrero, pero también en marzo y en mayo. Y ya lo haremos en el Palau de la Música, donde la FSO va a sonar muchísimo mejor, como todos sabemos. Y como nunca nos han dejado actuar en el Palau de les Arts, que es el único lugar de España en el que nos han ignorado siempre, a pesar que allí actúan artistas de todo tipo, como Sergio Dalma, pues sí estaremos en el Palau de la Música tras su reapertura, después de cinco años de cierre, aunque con el tema visual de las luces, tengo mis dudas, dado que el Palacio de Congresos permite una visión más global y panorámica, además de las cuestiones técnicas que ello supone.
Por último, debo preguntarte si no pasas calor con la “sotana” estilo Neo que llevas siempre que diriges la FSO…
(*Risas*) Sí, paso mucho calor. Aunque es verdad que las salas están muy bien acondicionadas y se nota. Ahora bien, como tengo ese estilo enérgico a la hora de dirigir, como si fuera cada concierto el último de mi vida, entonces sudo mucho, porque lo doy todo. Por eso llevo tres levitas para cada concierto, porque después del mismo cada una podría irse andando sola a la tintorería. Pero no renuncio a ellas, porque en la creación de la FSO han confluido muchos aspectos, como he comentado. Así, por una parte, está esa pasión personal por la música de cine que creo es universal y que compartimos muchas personas. Por otra, la ausencia absoluta en España, incluso en Europa, de cualquier orquesta dedicada a esto. Había festivales como FIMUCITÉ, o el de Úbeda, pero no había orquestas que se dedicaran a esto. Ahora hay compañías más o menos oportunistas que están moviendo espectáculos, pero eso ahora ya es otro cantar. Pero faltaba esa entidad que no tratara a la música de cine como de segunda respecto a la música clásica, y se le otorgara el mimo y el cariño que merecía.
La tercera pata sería que, al venir del mundo de la clásica, de dirigir en auditorios con frac, siempre he echado en falta a la gente joven, al público familiar. Este tipo de conciertos siempre se han caracterizado por una rigidez y un boato que no van conmigo. A mí me gusta la capa de Matrix, las luces, la orquesta vestida de superhéroes, que el director hable, que acabemos bailando todos. Y estos son nuestros códigos, que en definitiva tratan de democratizar la orquesta sinfónica. Sé que hay gente que se siente incómoda con la ruptura de estos moldes, pero es la apuesta que hemos hecho. Acercar la música a la gente, aunque no sean expertos y no conozcan quién era Korngold o cualquier otro compositor, que no se preocupen que ya se lo explico yo durante el concierto. Nadie necesita ser un experto en música clásica o de cine para emocionarse y acabar llorando.
Entrevista por Frederic Torres
Fotos por Frederic Torres y FSO