Film Symphony Orchestra – Gira TARAB – Valencia – Octubre 2024 [Resumen Concierto]
La Film Symphony Orchestra dirigida por Constantino Martínez-Orts, recaló el pasado 20 de octubre en Valencia, ofreciendo uno de sus muchos conciertos planificados dentro de la gira 2024-2025: “Tarab”.
Nuestro compañero Frederic Torres acudió al concierto y nos deja un estupendo resumen en exclusiva para SoundTrackFest.
GIRA TARAB. València, 20 de octubre de 2024
La nueva gira de la FSO, bajo el incombustible mando de Constantino Martínez-Orts, inicia nuevo proyecto para el curso 24-25, y lo hace bajo el título de TARAB, una palabra de origen árabe, que según se explica en la web de la Film Symphony Orchestra, y el propio Martínez-Orts en su primera alocución al público (una de las muchas que, como es habitual, realiza durante el concierto explicando todos y cada uno de los títulos elegidos para su interpretación, haciendo gala de una encomiable voluntad pedagógica), viene a describir ‘ese estado de éxtasis o trance emocional al que se puede llegar escuchando música”.
Y aunque el concepto ha evolucionado desde que se comenzó a emplear, según se cuenta en la web, fue durante los siglos XIX y XX cuando se popularizó entre el público. No obstante, lejos de circunscribirse a la cultura árabe, la idea del CEO de la FSO, es que también esa esencia musical la pueden proporcionar muchas músicas del mundo y que cualquier forma musical que logre emocionar a las audiencias, también debe considerarse como Tarab, caso del jazz y del flamenco, y ahora también, de la música de cine.
Así pues, con estos mimbres, el ideólogo de la FSO (como él mismo se define en la citada web), vuelve a urdir un nuevo popurrí de temas de distintas épocas y condición, fórmula mágica que le ha llevado a consolidar su proyecto tras más de una década de giras ininterrumpidas (solo la pandemia consiguió abortar temporalmente el pujante ascenso de la FSO). Proyecto a estas alturas de sobra conocido en toda España, por donde llevará este Tarab hasta el verano de 2025, habiendo comenzado en Madrid, donde repetirán en diciembre de 2024. También volverán a València el 11 de enero, tras el apoteósico lleno del presente evento, acontecido el domingo, 20 de octubre. Y es que, con su peculiar y controvertido estilo, es indudable que Martínez-Orts ha fidelizado a un público que espera año tras año expectante la nueva gira de la FSO, pese a que durante el camino hayan surgido, como por otro lado es comprensible dado el éxito obtenido, otros proyectos similares que tratan de situarse en la estela del original, con mayor o menor éxito.
El programa fue el siguiente:
De manera que tras una impactante introducción con la premiada Dune, partitura oscarizada debida al factótum Hans Zimmer, en la que no medió explicación alguna, algo perfectamente calculado al milímetro por Martínez-Orts al objeto de aferrar al público a las butacas, con la connivencia de la protagónica intervención de la vocalista Anaís Sancruz (en Madrid, Judit Uris), el concierto arrancó con la presentación del director, ataviado como siempre con su habitual «sotana», estilo Neo (protagonista de Matrix). Tras explicar al público que acabábamos de escuchar la música de Zimmer, hizo un rápido despliegue didáctico (un tanto acelerado durante todo el espectáculo, todo hay que decirlo) para explicar el concepto de Tarab, así como la importancia de incluir clásicos de la era dorada de Hollywood, que son la fuente de la que mana la música del cine actual (en especial de la década de los ochenta y noventa, con compositores como Horner y Silvestri como estandartes). De modo que fue Erich Wolfgang Korngold, el niño prodigio de la música europea que tuvo que emigrar a Hollywood cuando los nazis llegaron al poder en Alemania durante la década de los treinta, en donde trabajó en la meca del cine consiguiendo un par de Oscars y unas cuantas nominaciones, quien abrió el espectáculo con su potente fanfarria para El Halcón del Mar (The Sea Hawk, 1940), todo un clásico de aventuras protagonizado por el galán Errol Flynn.
A continuación, y como si de un carrusel temporal se tratara, la FSO interpretó dos títulos consecutivos debidos al mismo compositor, el malogrado James Horner, con el lírico tema dedicado a los Ludlows, perteneciente a Leyendas de pasión (Legends of the Fall, 1994), y el mucho más dinámico escrito para el desembarco de Aquiles («Achiles leads the Myrmidons»), perteneciente a Troya (Troy, 2004). Dos fragmentos debidos al mismo autor, pero de muy diferente talante, en el que primero destacaron la cuerda y el dueto formado por las dos primeras violinistas, y en el segundo todo el aparataje de los metales y la percusión, reforzada por una batería, que, aunque a buen seguro no formaba parte de la orquestación original de Horner, cumplió efectivamente las expectativas en su acompañamiento orquestal.
Acto seguido, la programación de títulos avanzó en el tiempo hasta presentar Marte (The Martian) (The Martian, 2015), a través del tema en el que se produce el rescate del astronauta extraviado en el planeta rojo («Fly like Iron Man»), impactante secuencia bien recogida por Harry Gregson-Williams, quien repite este año con el director, Ridley Scott, en la segunda parte de Gladiator, el gran estreno de la recta final de 2024. Una secuencia impactante para esta estupenda película del director de Alien, el 8º pasajero (Alien, 1979), quien obtuvo curiosamente el Globo de Oro al mejor film de comedia en la edición de 2016, en donde el propio director mostró su sorpresa por la calificación de su película (anécdota que tal vez Constantino debería recoger en sus didácticas y proteicas explicaciones contextualizadoras). Le sucedió una suite de Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos (Fantastic Beasts and Where to Find Them, 2016), un gran trabajo de James Newton Howard, quien retoma en su inicio el tema de Hedwig de John Williams, al objeto de ubicar adecuadamente esta nueva franquicia en el universo de Harry Potter, y a partir de ahí, construir un nuevo mundo musical de gran riqueza y colorido.
Para acabar con la primer parte, Martínez-Orts echó mano de dos clásicos contemporáneos de indudable eficacia: una suite dedica a la excepcional partitura de Alan Silvestri para Forrest Gump (1994), comenzada y finalizada de manera muy lírica por el piano (Bauti Carmena, según el programa de la FSO), y la oscarizada canción «Let it Go!», perteneciente a Frozen: El Reino del Hielo (Frozen, 2013), debida a Kristen Anderson-Lopez y Robert Lopez, que de nuevo fue interpretada de manera tan sentida como efectiva por la vocalista Sancruz, ataviada con un ajustado vestido de fantasía.
Tras el necesario intermedio para recuperarse del tobogán musical propuesto, se procedió al habitual sorteo del viaje a Hollywood para dos personas, previo acierto de la decena de títulos interpretados solo durante breves segundos por la FSO, y utilizando la aplicación de la web dispuesta para ello. De inmediato, Martínez-Orts volvió a la carga retomando a Silvestri, pero esta vez en versión épica, para ofrecer una variada suite de The Mummy Returns (El Regreso de la Momia) (The Mummy Returns, 2001), en la que la percusión, de tintes característicamente arábigos destacó por encima del resto de la orquesta, que también brilló con la potencia de la que está investida la partitura. Algo similar ocurrió con el siguiente título, en el que el solo de violín (según el programa de la FSO, Amanda Ochoa), de la concertino protagonizó el tema central de la conocida La Lista de Schnindler (Schindler’s List, 1993), de John Williams, pieza musical de hondo calado con el exterminio judío por parte de los nazis como tema de fondo, muy apropiada para recordarle a la audiencia presente el contraste entre lo que tuvieron que sufrir los judíos durante el Holocausto, y la masacre que precisamente ellos están perpetrando ahora mismo contra el pueblo palestino en Gaza.
A partir de aquí, se sucedieron las propuestas más originales a juicio de quien firma la presente, pues el director ofreció una suite basada en una partitura provista de muchos elementos electrónicos, como fue la ganadora del Oscar del año pasado, también a la mejor música, Oppenheimer, del sueco Ludwig Göransson, quien con esta suma ya dos estatuillas (la otra fue por la marvelita Black Panther, 2018), explayándose Martínez- Orts en la explicación acerca del porqué interpretar estas músicas electrónicas con orquesta. Al veterano cronista el resultado, tanto en esta, como en Dune, y posteriormente con Origen y Gravity, escuchadas a continuación, le recordaron aquella mítica grabación en vinilo de la banda sonora de Vangelis para Blade Runner (1982), cuya música original no se comercializó hasta mucho después del estreno de la película, lanzándose en la época un LP con una grabación orquestal adaptada del trabajo del autor griego. El caso es que se echó mano de algunos elementos pregrabados por ordenador, además de la guitarra y del bajo eléctrico, con un resultado apreciable. Algo que también ocurrió en la epatante Origen (Inception, 2011), de Zimmer, ya en la recta final del concierto, donde además el concurso de la batería se antojó fundamental y electrizante.
Pero antes, el director ofreció una suite que, según se encargó de explicar él mismo, y volvió a reafirmar cuando un servidor le requirió por ello una vez terminado el concierto, no aparece como tal en la película en cuestión, y que no fue otra que Star Wars: Episodio IX. El Ascenso de Skywalker (Star Wars: Episode IX. The Rise of Skywalker, 2019), acompañada de la conocida «Imperial March», dedicada a Darth Vader, que resultó altamente estimulante por lo poco conocida e interpretada en directo, pese a ser debida a la mano del popularísimo Williams, que con esta alcanzaría otra nominación más al Oscar, tema tal vez demasiado recurrente en las explicaciones del director, quien parece guiarse en demasía por la concesión de las preciadas estatuillas. Prueba de ello fue la inclusión del tema de la última secuencia, la del regreso a la tierra desde el espacio de la astronauta superviviente que encarnó Sanda Bullock en la extraordinaria Gravity (2013), que le valió el premio de la Academia al británico Steven Price, más conocido hasta el momento por su labor como ingeniero de sonido. De nuevo, la orquesta adaptó los toques electrónicos de la partitura original en un fragmento vibrante y estremecedor, que también contó con el concurso de la vocalista Sancruz, quien supo ensamblar su voz entre el aparato orquestal.
En el punto final, se dio un giro radical al objeto de dotar al espectáculo de un ambiente festivo, de manera que el concierto concluyó con una suite del score y de las canciones de la brillante partitura de Alan Menken para La Sirenita (The Little Mermaid, 1989), que inició toda una época en la animación de la factoría Disney de principios de los noventa. De nuevo con el concurso de Anaís Sancruz, y con la inclusión de la versión orquestal de la canción, «Under the Sea», que ganó el Oscar aquel año (además de ganarlo también por la mejor partitura), un dicharachero calypso muy bien recibido por el público, Martínez-Orts se vio obligado, como no podía ser de otra manera en su tierra natal, donde nació la FSO, a ofrecer un bis: la sorprendente y brillante marcha que compusiera Robert Folk para Loca Academia de Policía (Police Academy, 1984), motivo por el cual los integrantes de la FSO se pusieron sus correspondientes gorros de policía a la hora de ejecutar la pieza, en la que incluso se atisbó algún tricornio patrio. Toda una inesperada sorpresa (no tanta, conociendo la filiación a esa determinada década del director) que el respetable agradeció sobremanera por lo pegadizo de la mencionada fanfarria.
Tras la festiva ejecución de la muy popular «Cantina Band», de Williams, convertida en el «himno» de despedida de la FSO, como todo el mundo sabe ya a esta alturas, y con todas las secciones regodeándose por separado con algún gag cinéfilo (las violinistas, puestas en pie, esgrimieron al unísono el popular saludo vulcaniano, por ejemplo), la fiesta terminó con un público contento y satisfecho. Un público que también estaba exhausto tras el citado tobogán de temas y el vaivén de fechas ofrecidas por la FSO y su responsable, quien inasequible al desaliento y tras haber dado todas las explicaciones posibles sobre la selección ofrecida del modo más enérgico y entusiasta, rodeado del habitual entramado de luces con que acompaña cada concierto-espectáculo de su orquesta, aún tuvo tiempo de posar con todos aquellos que se acercaron al photocall. Allí, posó hasta con el último asistente del público que se lo pidió, junto a los habituales personajes disfrazados pertenecientes a la saga galáctica por excelencia, pero donde apareció también por primera vez alguno proveniente del mundo mágico de Hedwig, así como una inesperada Mulan.
Con las decenas de conciertos al año llevados a cabo por la FSO, la orquesta sabe interpretar muy bien aquello que toca, tal como pide su artífice, Constantino Martínez-Orts, sin tratar de emular a famosas filarmónicas que en el mundo de la música han sido y son. Lo suyo es otra cosa. Cine y espectáculo. Y eso está más que garantizado.
Artículo y fotos Frederic Torres