MOSMA 2022 – Resumen Festival – Una velada con Marc Shaiman
Del 7 al 10 de julio se celebró la 7ª edición del festival Movie Score Malaga – MOSMA, ofreciendo 4 conciertos y múltiples encuentros, de la mano de sus invitados internacionales Marc Shaiman, Harold Faltermeyer, Zach Robinson y Leo Birenberg (leer más).
El equipo de SoundTrackFest al completo (o casi al completo), acudió al festival (Gori, Rafa, Luis, Sergio, Asier, Coque, Tony, Reme, Gorka…) y tras cuatro días de estupendos conciertos, nos pusimos manos a la obra para traeros un resumen de lo que allí se vivió.
Fue tal la cantidad y calidad de contenidos que ofreció este primer MOSMA post-pandemia, que nos ha resultado imposible hacer un resumen del festival en un solo artículo, así que hemos decidido dividir nuestro relato en 4 artículos, que publicaremos uno cada día a partir de hoy.
Comenzamos con el artículo dedicado al recital “Una velada con Marc Shaiman”, celebrado el jueves 7 de julio en la Sala Unicaja de Conciertos María Cristina, relatado por la experta pluma de Coque Cano, admirador y gran conocedor de la obra de Shaiman.
CONCIERTO “MARC SHAIMAN UNPLUGGED”
Al escribir un artículo o crónica para un concierto debes mantener un aire crítico, siempre respetuoso por descontado. Pero si hay algo que crees que ha fallado o puede mejorarse (dicho sea, con el máximo respeto a los organizadores, intérpretes…), pues hay que decirlo.
Sirva este preámbulo para avisar que en esta crónica no habrá reproche alguno pues no hubo fallo alguno. No habrá nada que, desde la humilde opinión de este cronista, deba mejorarse, pues lo que ocurrió fue sencillamente un milagro, algo que quedará por siempre en la memoria y que por tanto fue inmejorable. Y no es exageración ni es adulación, sino simplemente reconocimiento hacia una velada que resultó perfecta.
El festival Movie Score Málaga (MOSMA) de este año 2022 presentó a mediados de junio a su invitado de honor, siendo el elegido Marc Shaiman, uno de los compositores más versátiles, geniales e infravalorados (incluso por muchos aficionados), que han trabajado para el cine.
Con tan poco tiempo de margen parecía un atrevimiento, por no decir un riesgo enorme, programar, preparar y ofrecer un concierto que hiciera justicia a su obra. Pues bien, no sólo se consiguió con el concierto de clausura del festival, sino que se dobló la apuesta con un segundo concierto en el que el maestro Shaiman se pondría al piano para interpretar, junto a un conjunto de solistas, una selección de canciones de sus musicales de Broadway (con alguna excepción, como veremos).
Desconozco si fue el propio Shaiman el que lo pidió o ya se pensó en esta posibilidad desde la organización, pero sea como sea fue un acierto mayúsculo, pues el compositor tiene esa doble faceta (compositor de cine y compositor de musicales, algunos también para películas), y no habría sido justo pasar por alto un género en el que ha dejado una huella indiscutible y que ha sido la gran pasión de su vida.
La carrera del músico de New Jersey estuvo marcada desde un inicio por su talento a la hora de arreglar y también componer canciones, siendo estrecho colaborador de auténticos faranduleros como Billy Crystal, Martin Short o Bette Midler. Precisamente Crystal fue quien le introdujo en el mundo del cine sin ser éste su primer interés como músico, y casualmente fue su trabajo en el cine (especialmente su papel como arreglista en Sister Act y sus numerosas canciones –algunas nominadas a los Oscar-, sobre todo las del sorprendente musical que es “South Park, bigger, longer & uncut”), el que finalmente le abrió las puertas de Broadway.
Ya en teatro musical ha compuesto obras tan redondas como “Hairspray” (que es el colmo de los vasos comunicantes, al basarse en la película homónima de John Waters, y al hacerse más tarde el remake cinematográfico ya con la partitura y canciones del musical de Broadway compuesto por Shaiman), “Martin Short: Fame Becomes Me”, “Catch Me If You Can” o “Charlie and the Chocolate Factory”. También dentro del género pero en formato de serie de televisión dejó su impronta en otro hito como ha sido “Smash”.
Y es en este apartado de su obra al que se dedicó el primer concierto del festival, que a su vez fue el primero de los dos destinados a su figura. Sucedió el jueves 7 de Julio a las 19:30 horas en la Sala Unicaja de Conciertos María Cristina de Málaga, con el título de “UNA VELADA CON MARC SHAIMAN”. ¡Y menuda velada fue!
Como he avanzado, Shaiman estuvo todo el concierto al piano, único instrumento que se tocó, y pese a que de forma puntual también interpretó vocalmente alguna canción, se rodeó de una serie de cantantes primorosos, escogidos de entre el reparto de “Company” (musical de Stephen Sondheim dirigido por Antonio Banderas que se ha interpretado en el Teatro Soho de Málaga), cuya enorme calidad sorprendió incluso al propio homenajeado.
Lorena Calero, Albert Bolea y María Adamuz como solistas impresionaron, como también lo hizo el “Coro Gospel it” y su solista Sonia Villar, que hizo acto de presencia en alguno de los temas.
La Sala María Cristina, de reducidas dimensiones, era perfecta para un evento íntimo y personal como éste, al que por tanto también tenía que acudir menos público que al resto de conciertos programados en el Festival. Ayudó el hecho de que fuera un jueves y que hasta el domingo no se llevara a cabo el gran fin de fiesta con la Orquesta Sinfónica de Málaga, de nuevo el Coro Gospel it y la The MOSMA Broadway Band, con el gran Arturo Díez Boscovich al frente, dando buena cuenta de la carrera cinematográfica del maestro.
En todo caso, lo que ocurrió el jueves fue claramente distinto y mucho más especial, por el formato y por contar con el propio compositor desde el primer tema hasta el último, entre canciones de anécdotas divertidas y emocionantes. Ese primer día ya pudimos constatar la calidad humana, más allá de las virtudes artísticas, de Marc Shaiman, capaz de hacer reír con un hilarante sentido del humor, o de encoger corazones con momentos en los que no pudo contener la emoción. No es de extrañar que su música consiga transmitir tanto.
Empezó el concierto con todo un himno como es el “Good morning Baltimore” que abría el musical “Hairspray” (tanto en su versión Broadway como en su versión cinematográfica), con letras al alimón con su habitual colaborador Scott Wittman. María Adamuz cantó con el tono adecuado de candidez que requería el personaje de la adorable Tracy Turnbald y sus deseos de bailar y alcanzar la gloria en su ciudad, pese a su evidente problema de sobrepeso. Una forma alegre y preciosa de empezar la noche.
Respecto a esta obra maestra no podemos dejar de recordar que ganó un total de 8 de las 13 nominaciones que tuvo a los premios Tony del 2003 (el equivalente a los Oscar del teatro USA), entre las cuáles estuvieron el de Mejor Musical del año, el de Mejores letras para Shaiman y Wittman, y el de Mejor músico nuevamente para Shaiman. Un exitazo que llevó a que Hollywood estrenara cuatro años después (con bastante fortuna) el remake con la partitura de Broadway.
Tras este sensacional primer número vino la canción “Just keep moving the line”, de la serie “Smash”, interpretada por Lorena Calero. Comentar que la puesta en escena era prácticamente calcada a la que se ve en el episodio de la serie donde aparece el tema, titulado “the fallout”. La potencia de la cantante fue apabullante, como pedía a gritos una canción con aires a “Cabaret”, en un registro completamente distinto al de su compañera María Adamuz. La calidad del trabajo de Shaiman en esta magnífica serie producida por Steven Spielberg (sobre la preparación de un musical de Broadway basado en la vida de Marilyn Monroe) la constataríamos una vez más a mitad del concierto.
La tercera canción es probablemente la más conocida que ha compuesto el músico en su carrera. Nominada en los Oscar del año 1994 (perdió frente a la imbatible “Streets of Philadelphia” de Bruce Springsteen), esta elegante y muy “crooner” tonada compuesta para la comedia romántica “Algo para recordar” (“Sleepless in Seattle”) fue uno de los momentos de la velada, con un Marc Shaiman pletórico regalándonos su maestría con el piano y esta vez también una soberbia interpretación vocal. Personalmente me recordó un concierto que otro grande como Randy Newman ofreció al piano y cantando en el Teatre Zorrilla de Badalona en el año 2010.
Aunque parezca contradictorio, resultó muy gracioso cómo el compositor comentaba sus continuas decepciones con los premios Oscar, con un sentido del humor a prueba de bombas.
Acto seguido le tocó a otro de sus musicales, la adaptación que hizo de la obra de Roald Dahl “Charlie and the Chocolate Factory”, ayudado en las letras nuevamente por su inseparable Scott Wittman. Estrenado en el año 2013 en el West End londinense bajo la dirección nada menos que de Sam Mendes, no llegó a Broadway hasta 2017. La canción elegida fue la balada final “The view from here” (escrita para ilustrar el emotivo traspaso de la fábrica por parte de Willy Wonka a Charlie) que, salvo error, no estaba en el montaje inglés, la cual fue interpretada de forma sentida por parte de Albert Bolea, gran descubrimiento de la noche.
Como he comentado, “Smash” tuvo doble representación, y la segunda canción seleccionada fue “Let me be your star”, que Shaiman compuso para el momento de la serie en el que las dos candidatas al papel principal de la obra se dirigen (en un montaje paralelo estupendo) hacia la audición decisiva, uniendo sus voces al final de la canción mostrando ese sueño común pese a ser dos personajes antagónicos. La cantaron Lorena Calero y María Adamuz con una química maravillosa.
Dentro de un programa lleno de canciones y con un eminente tono de musical, sorprendió gratamente la inclusión de un solo de piano (a cargo obviamente del propio Shaiman), interpretando la que, para el que escribe, es su mejor partitura cinematográfica (merecidamente nominada al Oscar): “El presidente y Miss Wade” (“The American president”). La versión a piano del tema principal tras una emocionada introducción por parte del músico apelando a los valores americanos que le inspiraron y que desgraciadamente se están perdiendo, justifica por sí sólo cada esfuerzo por traer a este fabuloso compositor a Málaga.
Tanto fue así, que alguien de entre el público rompió los aplausos para chillar “Your music is the heart of America!!!”. No era un cualquiera, sino el mismísimo Antonio Banderas, quien asistió como un espectador más y quien no pudo evitar expresar su admiración hacia Shaiman y hacia una música que le había transportado a esa tierra que le acogió y en la que ha vivido 20 años (así lo explicó en el concierto sinfónico del domingo, en el que él mismo se encargó de entregar el galardón MOSMA Maestros al compositor).
Este gran gesto del actor malagueño que sorprendió a toda la sala, incluido Shaiman, dio paso a una parte del programa dedicada en exclusiva al que probablemente sea el mejor de los musicales que ha escrito para Broadway, la adaptación del clásico de Spielberg “Catch me if you can” que a su vez adaptaba la autobiografía del estafador Frank Abagnale Jr.
Tres fueron las canciones que se interpretaron, la primera de las cuales titulada “Butter out of cream” es la que tiene un aire más distendido y jazzístico, al tratarse del momento en el que Frank trata de ayudar económicamente a su padre, a quien visita vestido de “exitoso” piloto. El papel de Frank Jr. corrió a cargo de Albert Bolea, mientras que la réplica como Frank Sr. Se la dio el propio Shaiman, en otro número mágico y lleno de encanto.
El cantante barcelonés ya en solitario interpretó la canción siguiente, y fue, bajo mi punto de vista, la mejor actuación de la noche. “Goodbye” es un tema muy exigente a nivel vocal que corresponde a la parte final de la obra, cuando Frank descubre que su padre ha fallecido y se encuentra sin escapatoria. Los recursos técnicos del cantante iban de la mano de una fuerza y un sentimiento en su interpretación que pusieron la piel de gallina. Incluso Shaiman hizo un comentario al respecto, impresionado por el nivel de los cantantes que la organización había contratado, que nada tenían que envidiar a los mejores que hay en USA.
La tercera canción de “Catch me if you can” es una de las joyas de su carrera. Se titula “Fly, fly away” y es una impresionante balada que canta el personaje de Brenda, la prometida de Frank Jr., a quien ama desesperadamente pese a saber ya de sus correrías y haber marchado de su lado para escapar de la Justicia. Lorena Calero hizo suya la canción desde el principio, creciendo en intensidad hasta un final en el que devolvió la melodía al terreno de lo íntimo. Otra maravilla.
Antes de empezar la que sería la penúltima canción de la velada, el maestro tomó de nuevo la palabra para contar la obsesión que ya de pequeño tuvo con la película Mary Poppins y con su banda sonora compuesta por los hermanos Robert y Richard Sherman, que escuchaba prácticamente en bucle.
No es de extrañar que, cuando fue requerido para componer la partitura y las canciones de la tardía secuela, supusiera para él cumplir un sueño y el resultado fuera una de las más grandes obras maestras de los últimos años, nuevamente olvidada por la Academia de Hollywood pese a sus dos nominaciones (una para canción y otra para la partitura incidental).
La emoción casi dejó sin habla a Shaiman al introducir la fabulosa “The place where the lost things go”, que sin embargo pudo cantar acto seguido con voz parcialmente rota, en lo que fue el momento más recogido, conmovedor y lleno de verdad que recuerdo en un concierto. Las lágrimas fueron inevitables en una sala sobrecogida, tanto como una merecidísima y sonora ovación.
Ya recuperados de este momentazo, quedaba el último gran número de la noche, que Shaiman reservó para la canción “I know where I’ve been” de “Hairspray” (musical que abrió y cerró el concierto), espectacular fin de fiesta con el coro Gospel it y su solista Sonia Villar, quienes la bordaron con un continuo diálogo entre ambos mientras el maestro vibraba (casi brincaba) al piano.
No podía acabar más arriba un evento que quedará en el recuerdo de quienes asistieron y que ojalá algún día pueda ver la luz con una edición en condiciones. Difícilmente pueda repetirse algo así con otro compositor (tal vez solo el antes mencionado Randy Newman o Alan Menken puedan acercarse a lo que consiguió Marc Shaiman), pero lo que está claro es que este doble formato incluyendo un concierto más intimista y con solistas de este nivel consigue una vez más destacar al MOSMA como el mejor y más arriesgado festival de música de cine del mundo. Solo cabe agradecer y reconocer este logro y desear que vengan muchas más noches como esta.
Artículo por Coque Cano
Fotos por Gorka Oteiza
