SACO 2022 – Blancanieves en concierto

La Semana del Audiovisual Contemporáneo de Oviedo (SACO), que reúne diversas disciplinas artísticas vinculadas con el cine, celebró su 8ª edición del 11 al 20 de marzo de 2022 en Oviedo, Asturias, incluyendo un cine-concierto especial: la película ‘Blancanieves (2012)’ con banda sonora interpretada en directo por la Oviedo Filarmonía dirigida por Anthony Gabriele y con la participación de su compositor, Alfonso de Vilallonga.

 

A continuación, os dejamos el artículo especial que ha escrito sobre dicho concierto Pablo Laspra en exclusiva para SoundTrackFest.

 

BLANCANIEVES EN CONCIERTO EN SACO 2022

Un año más, SoundTrackFest ha sido invitada a asistir a los actos celebrados en el marco de la Semana del Audiovisual Contemporáneo de Oviedo (SACO), organizado por la propia entidad dirigida por Pablo de María, y con la colaboración de la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo. Es de agradecer que en una ciudad tan cultural como Oviedo se sigan apoyando este tipo de eventos, que se salen de lo habitual pero que tienen una grandísima aceptación entre la población asturiana.

 

La época post pandémica es complicada en el ámbito cultural, y definitivamente el COVID ha pasado factura a todos los espectáculos masificados donde, aún con todas las medidas de seguridad, seguía habiendo limitaciones que avocaban los eventos a una reducción de su difusión, dimensiones y recorrido en post del cuidado de la salud de los asistentes. El Ayuntamiento de Oviedo ha sabido lidiar con esta situación de manera excepcional, y no ha dudado en seguir dando su apoyo a un evento consolidado, potente y con una cartelera envidiable por cualquier festival de cine europeo.

 

Este año de entre todos los eventos realizados, que han sido numerosos y variados en estilos y formaciones, hemos querido destacar dos de ellos por su singularidad e importancia: el de la interpretación en vivo de la banda sonora de “Blancanieves”, película de Pablo Berger y compuesta por Alfonso de Villalonga, a manos de la Orquesta Sinfónica de Oviedo “Oviedo Filarmonía – OFIL”, y también la interpretación (o más bien reinterpretación) en vivo de la banda sonora de la película “Fargo”, del compositor americano Carter Burwell a manos del grupo francés “Fragments”.

 

En este artículo especial de hoy, os vamos a hablar del primero: Blancanieves en concierto.

 

Blancanieves de Berger, o la reinvención de un clásico a la española

 

• Teatro Campoamor de Oviedo
• Grupo flamenco: Juan Gómez «Chicuelo», guitarra; Anna Colom, cantaora; Iván Alcalá y Diego Gómez, palmeros.
• Alfonso de Vilallonga, al piano, el ukelele y el acordeón.
• Orquesta Sinfónica Oviedo Filarmonía “OFIL”
• Director Musical: Anthony Gabriele

 

Debemos destacar una vez más la presencia del maestro Anthony Gabriele que ha sabido llevar a buen puerto la interpretación de un audiovisual complejo, novedoso por lo poco habitual de su interpretación y estructura, y de ajuste milimétrico. El maestro Gabrielle es ya un claro conocedor de las tácticas y técnicas de sincronía de los conciertos en vivo sobre el audiovisual proyectado. Además, la orquesta trabaja cómoda con él: es una persona entusiasta, conocedora del oficio, con un extenso bagaje interpretativo a cargo de las mejores orquestas internacionales, y con un carácter que hace querer más y más de su ingenio y energía.

 

En este caso también hemos contado con la presencia del compositor de la obra, el maestro Alfonso de Villalonga, quien ha aportado su sabiduría musical e interpretativa en este y otros conciertos de la semana cultural. Villalonga, ganador del Goya a la Mejor Música Original precisamente por esta partitura (entre otros merecidos premios), es un artista polifacético, con visión novedosa de un arte que podría parecer simple o fácil, pero que no lo es para nada: su uso argumental de la música como elemento narrativo y como un personaje más en la trama de la película hace que tenga un papel fundamental.

 

La película está producida en un estilo antiguo, en blanco y negro y muda; por lo tanto la capacidad de transmisión de la trama (obviando por supuesto el uso de los textos superpuestos en la proyección, que históricamente han sido mantenidos en el estilo debido a que su uso respondía a los audiovisuales con carente densidad musical de guion) corresponde a la interpretación de los actores, al montaje del director, a la ambientación de las escenas, y por supuesto, al guion musical. Y es aquí donde hacemos hincapié en el buen hacer del maestro Villalonga.

 

Creando varios leitmotivs que representan claramente a los protagonistas y a diferentes situaciones, vemos una clara inspiración en el nacionalismo musical español: aires de Turina, Tárrega, Granados, Falla, incluso retazos de Chapí y Chueca, suenan como las musas de este estilo tan particular que, aun siendo un estilo muy definido y analizado, el autor ha sabido beber de él y reconvertirlo en estilo propio, siendo musicológicamente hablando un puro y digno sucesor del sinfonismo español de la época sin caer excesivamente en los clichés obvios (más que en los necesarios).

 

El tema principal del protagonista, un afamado y rico torero es, a diferencia de lo que se espera, un tema íntimo que evocará un baile, el que el protagonista no podrá hacer por sí mismo en la trama argumental de la película, pero que en el principio nos aparece expuesto como una alegoría de un amor paternal y entrañable tanto hacia su esposa como hacia el fruto de su amor, su hija.

 

El tema está perfectamente desarrollado por la orquesta, con una interpretación ajustada y milimétrica, tanto en su dinámica como en su equilibrio sonoro. Las maderas, con un claro papel dramático-emotivo, fluyen como riachuelos de notas que conducen hacia un drama interno. A diferencia del tema del toreo, que sonará cuando aparece la sangre taurina (tanto en el padre como en la hija) y que es mucho más potente en intensidad, pero no en sentimiento, este tema de la familia es emotivo y entrañable, aunque al mismo tiempo agridulce. No encaja para nada con la vida que el torero lleva, y parece transmitir su anhelo por terminar con ese vaivén de plazas para centrarse en su familia, por lo que empapa las escenas que acompaña de fragilidad y de sentimiento de delicadeza, y en el fondo, de una sensación amarga de algo incompleto.

 

El tema de la plaza de toros es una fanfarria en modo frigio, característico por tener una sonoridad “a la española”. Es grande, elocuente, y esperable en el sentido de ser una sonoridad ya vinculada a este tipo de eventos. Sin embargo, tiene cierto aire de aventura por su estructura rítmica y orquestal (metales sobre todo) que la conducen a lo que es, la aventura por la supervivencia. Este tema me recuerda (esto ya es algo personal, y habrá quien diga que no se parecen en nada, pero es mi visión subjetiva) al tema principal de la serie “Las Aventuras de Tintín”, compuesta por Ray Parker y Tom Szczesniak.

 

Maravillosa por otro lado la interpretación a manos de Juan Gómez “Chicuelo” en el zapateao que acompaña la infancia de nuestra protagonista. El artista flamenco, acompañado por un grupo de palmeros (Iván Alcalá y Diego Gómez) y la solista flamenca Anna Colom, dieron a la proyección una nota alegre y enraizada en nuestras entrañas musicales populares. Arrancaron varios “olés” y “bravos” al público, que disfrutó de este eclecticismo musical presente en toda la obra.

 

Lejos de provocar una mofa burlesca o sensación de decadencia propia de los espectáculos a los que se veían avocados, la elección orquestal del maestro Villalonga para acompañar a los enanitos de nuestra historia es eficaz y aguda: en un estilo a caballo entre el jazz, el vodevil y la banda festiva, y con una guinda musical a manos del acordeón y del ukelele, se les presenta con un carácter bonachón y tierno, y al mismo tiempo con un carácter de supervivientes de la época. El uso del honky-tonk o piano desafinado (típico sonido cliché del salón de oeste) le da también ese toque desgastado y poco refinado, pero que sigue transmitiendo mucho musicalmente.

 

El final de la interpretación por la Oviedo Filarmonía fue, en boca de todos, apoteósica y terriblemente dramática: era tal la profundidad musical y visual que transmitía la película que no se oía ni un alfiler en el Teatro Campoamor en ese pianísimo de cierre. El final de este audiovisual deja con una clara sensación de tristeza, no es un cuento Disney reinventado, sino que es un drama profundo y crítico con muchos aspectos de la época, de la cultura española, y sobre todo, del hacer popular de la gente. Vemos diferentes situaciones enjuiciadas por el saber vulgar, y al mismo tiempo, vemos representadas muchas escenas habituales que, aunque han cambiado de escenario y de protagonistas, aún a día de hoy siguen condicionando nuestros actos y eventos.

 

La ovación a pesar de esta sensación desgarradora del final de la película fue tremenda, llenando el teatro de clamor tanto hacia la orquesta, al compositor, al director y como no, al grupo flamenco que nos ofreció un bello bis que dejó los ánimos en todo lo alto tras la nota de tristeza del final.

 

Fue un broche de oro dentro de la semana que, si bien no fue el último evento de la misma, se conformó como la actuación principal y más aclamada por la cantidad de asistentes que vinieron a disfrutar del a cultura, una vez más.

 

Gracias a SACO. Gracias a la Fundación Municipal de Cultura. Y gracias al Ayuntamiento de Oviedo por traer acontecimientos tan dignos, profesionales, íntimos y atípicos que hacen de la ciudad un centro cultural sin precedentes para una provincia tan relativamente pequeña. Y por supuesto, gracias a los maestros que sobre el escenario han dado todo lo mejor de su arte, y que han desarrollado un evento que, en mayúsculas, es un imprescindible cada año en la ciudad.

 

Artículo y fotos por Pablo Laspra