Concierto ‘Clàssics dels Musical / Clásicos de los musicales’ en Barcelona – RESUMEN
El sábado 4 de enero, la Orquestra Simfònica del Vallès dirigida por Marc Timón y con las voces de Albert Bolea, Ana San Martín y Sylvia Parejo, ofrecieron un concierto especial titulado ‘Clásicos de los Musicales’ en el Palau de la Música Catalana de Barcelona (leer más).
Nuestro amigo y compañero Coque Cano estuvo presente en dicho concierto y nos deja aquí un extenso artículo especial en exclusiva para SoundTrackFest.
Clásicos de los musicales
Suele ser una buena forma de empezar el año asistir a un concierto de esos que tienen un toque festivo y te alegran el día. El que hoy comentamos, al que asistimos el pasado día 4 de enero de 2025, sin duda entra en ese grupo, con un Palau de la Música Catalana a rebosar y ganas de disfrutar de un corto pero estupendo repaso por la historia de los musicales, tanto escénicos como cinematográficos.
De nuevo la extraordinaria Orquesta Simfònica del Vallès con Marc Timón a la batuta, que ya de por sí son una garantía de calidad y buen hacer. Y de amor por géneros no tan habituales por estos lares, aunque como ya venimos diciendo desde hace tiempo, las cosas parecen estar cambiando en este sentido.
Desde que en 1866 se estrenara en Nueva York “The Black Crook”, el considerado como primer musical de la historia, el género siempre ha gozado de vías de popularidad, desde el inmarchitable encanto de Broadway o el West End londinense hasta las películas musicales que tuvieron una longeva época dorada, con lluvia de premios incluida, y luego supieron sobrevivir a un mundo menos inocente de la mano del cine de animación y esporádicas pero exitosas producciones con cierto aire revival o que ponían al día postulados propios del género.
Tantos años de historia han llenado nuestra memoria colectiva de maravillosas canciones a las que el concierto que nos ocupa, con las limitaciones de tiempo obvias, trató de hacer justicia a la par que incluso logró dar cabida a un “estreno” fantástico. En un repaso como este siempre se echarán de menos muchas piezas, pero las que estuvieron no sólo debían estar sino que fueron un buen resumen de la enorme calidad y diversidad del género y de aquellos genios que lo hicieron grande.
En todo caso y sin que suene a reproche sino más a segunda oportunidad, hubo algunos nombres propios que sí se echaron especialmente a faltar y bien podrían justificar una secuela de este concierto en un futuro próximo, como por ejemplo Stephen Sondheim, Jerome Kern, Cole Porter, Michel Legrand, Alan Menken, Frederick Loewe, Irving Berlin o los hermanos Sherman. Incluso Marc Shaiman, cuya faceta componiendo musicales ya mostró todo su potencial en los conciertos celebrados en el Mosma del año 2022 (leer artículo), en el que además actuó uno de los solistas del concierto que ahora comentamos.
Enlazando con este último apunte, además de destacar a la orquesta y director como ya hemos hecho, no podemos sino hacer lo propio con los tres cantantes que supieron estar a la altura con piezas tan conocidas y en ocasiones tan complicadas como las que se interpretaron. Tanto Albert Bolea (quien ya que brilló en el mencionado concierto de Shaiman), como Ana San Martín y Sylvia Parejo, estuvieron fantásticos y claramente fueron de menos a más, acabando por todo lo alto con un bis del que hablaremos en breve.
Antes de continuar y entrar ya a comentar las diferentes piezas interpretadas, nos gustaría hacer un breve paréntesis para poner en valor conciertos de calidad como el presente, que indirectamente se pueden ver afectados por la polémica desatada en paralelo a resultas de otro concierto de año nuevo cinematográfico que resultó ser un auténtico desastre y una tomadura de pelo monumental.
Seguramente a nadie pasó desapercibido este desgraciado episodio que puede perjudicar claramente a la percepción que se tenga de los conciertos dedicados a música de cine, pues de lo sucedido se hizo eco toda la prensa, incluyendo los diarios de tirada nacional e incluso las televisiones públicas (leer noticia).
Así, el pasado 1 de enero hubo también en Barcelona y más concretamente en el prestigioso Gran Teatre del Liceu, un concierto dedicado a John Williams y Hans Zimmer (por cierto, ya comenté en su momento lo poco acertado que ya es de base hacer coincidir a dos compositores tan distintos en un mismo concierto, aunque obviamente no viene por ahí el bochorno), interpretado por la, a priori experta, Hollywood Symphony Orchestra, que “toma prestado” el nombre de la prestigiosa (esta sí) orquesta ubicada en Los Angeles y responsable de la mayoría de grabaciones de bandas sonoras en la meca del cine.
Aunque quien suscribe no asistió personalmente, sí lo hicieron familiares y amigos y según lo indicado resultó caótico y de vergüenza ajena, con una formación llena de carencias tanto en número como en calidad, músicos que por otro lado acabaron denunciando las precarias condiciones laborales a las que fueron sometidos por la productora del evento. Todo esto en un concierto con un precio medio de unos 60€ por persona y como decimos en todo un templo y buque insignia de la música del país.
La polémica ha hecho que el Auditori cancelara otro concierto próximo dedicado al cine con la misma orquesta y la misma productora NK Prodarte, que no sólo se han puesto en el ojo del huracán, sino que de forma indirecta han arrastrado consigo al resto de conciertos de música de cine. Tras años de lucha para lograr la aceptación de las grandes orquestas y salas de la música concertística, sin duda es una desgracia el flaco favor que proyectos dudosos como este pueden causar de forma inmediata a los eventos dedicados a música cinematográfica.
Efectuado este necesario apunte, sirva el comentario no sólo para denunciar producciones infames que jamás deberían ver la luz sino sobre todo para poner en valor el resto de los conciertos que, como el que nos ocupa, involucran a verdaderos profesionales y artistas y que se preparan con el máximo rigor y pasión. No hay otro camino si queremos que la rueda siga girando.
Pero como decimos, de este estupendo concierto titulado “Clàssics dels Musical / Clásicos de los Músicales” no podemos más que decir cosas positivas, pues fue un goce absoluto de principio a fin.
Empezó con la vibrante obertura escrita en 1930 por el insigne George Gershwin para el musical Girl Crazy, el cual fue adaptado al cine en varias ocasiones, siendo especialmente recordada la primera versión de Busby Berkeley del año 1943, con Judy Garland y Mickey Rooney de protagonistas. Incluye a lo largo de sus casi 6 minutos y a modo de suite las melodías de las tres canciones más recordadas de este clásico imperecedero (“I got rhytm”, “Embraceable you” y “But not for me”), y resultó una puesta en escena inmejorable, con una dirección briosa por parte de Marc Timón.
A partir de aquí el programa iba a sufrir alteraciones en su orden, de manera que lo que siguió no fue el famoso “Do, Re, Mi” de Sonrisas y Lágrimas, sino El Fantasma de la Ópera de Andrew Lloyd Webber, único compositor que repitió. Cambiando su lugar en el programa no sólo con la canción de Richard Rodgers sino asimismo con Los Miserables, se interpretaron las canciones “Think of me” y “The music of the night”.
Aquí empezamos ya con las intervenciones de los cantantes, que como hemos dicho incrementaron sus prestaciones a medida que avanzaba el concierto, lo que no quiere decir que tanto Ana San Martín como Albert Bolea fallaran en estas dos primeras actuaciones, al contrario, aunque brillaron más por sutileza que por fuerza, algo que por otro lado le va como anillo al dedo a estas dos preciosas piezas de uno de los musicales más exitosos de la historia.
Tras este doble momento de calma, la que sí arrancó con toda la fuerza que la pieza exigía fue Sylvia Parejo, quien se encargó de regalar un fabuloso Cabaret, con una suite del icónico musical con música de John Cander y letras de Fred Ebb y que llevó al cine de forma magistral Bob Fosse con Liza Minelli como protagonista.
Con las pulsaciones al máximo, el concierto nos llevó de nuevo a la calma a través de una de las melodías más famosas de la historia, la celestial “Memory”, que Lloyd Webber escribió para el musical Cats. Ana San Martín la sublimó, llegando al corazón de un público ensimismado.
Nada mejor para preparar el terreno a uno de los retos más mayúsculos del programa, el que tal vez sea el mejor musical jamás escrito, al menos para el que suscribe: West Side Story. Fechado su estreno en 1957, la obra maestra escrita por Leonard Bernstein con letras de otro genio como Stephen Sondheim y coreografías del gran Jerome Robbins, fue llevado a la gran pantalla en 1961 de la mano del propio Robbins y Robert Wise, ganando 10 premios Oscar, y posteriormente gozó de otra magistral aproximación cinematográfica de la mano de otro grande como Steven Spielberg.
Tanto ilustre nombre es significativo de la dimensión y popularidad del logro, lo que conlleva un plus de “responsabilidad” para la orquesta, director e intérpretes. Pues bien, no sólo salieron fortalecidos del envite, sino que se atrevieron para empezar con el memorable y complicadísimo prólogo, demostrando que Marc Timón es uno de los mejores directores de la actualidad. Cogió y no soltó tan rompedora pieza dándole todos los giros y el vigor que precisaba, y acto seguido hizo lo propio con la vertiginosa “Mambo”, interpretada sin solución de continuidad y que además motivó un gracioso acercamiento al público, al que Timón “dirigió” para que diera las réplicas vocales con la palabra que da nombre a la pieza.
Un 10 de la orquesta y director que sumó otro más con la interpretación a continuación por parte de Albert Bolea de “Maria”, a la altura de las mejores versiones que se han escuchado. Uno de esos momentos que justifican el precio de cualquier entrada.
Acto seguido llegó el turno a otro de los tótems del teatro musical, la eterna Los Miserables, del compositor francés Claude-Michel Schönberg (por cierto, una errata en el programa atribuía esta obra a Lloyd Webber). La triste y a su vez esperanzadora tonada “I dreamed a dream”, la interpretó Ana San Martín con delicadez y emoción, y demostró el don melódico del compositor. Y otro tanto podemos decir de la segunda canción que se interpretó de este maravilloso musical, con una estupenda Sylvia Parejo. Dos voces con registros distintos que brillaron e hicieron brillar la música de tan insigne obra, que se reivindicó con sendas exquisiteces.
Tanta gravedad pedía a gritos un momento de distensión, de ahí que el cambio de lugar de la mágica “Do, Re, Mi” fuera todo un acierto. No cabe duda de que esta canción de Sonrisas y Lágrimas, otro de esos gigantes de popularidad a prueba de bombas, debía estar presente y de hacerlo bien, debía ser uno de los momentos del concierto. Y lo fue.
Este célebre musical escrito por el tándem formado por el compositor Richard Rodgers y el letrista Oscar Hammerstein II fue adaptado al cine en 1965, nuevamente con Robert Wise en la dirección, logrando que la historia de esta novicia, interpretada por Julie Andrews, que dejó el convento para cuidar de los hijos del viudo capitán Von Trapp, se convirtiera en uno de los clásicos más queridos por el gran público. Y precisamente la canción en la que la protagonista enseña a cantar a los niños es de aquellas que traspasan cualquier frontera generacional.
Ana San Martín hizo las veces de Maria Von Trapp, en una versión doblada al catalán que hizo las delicias de la sala, pudiendo verse a muchos de los asistentes cantar en la intimidad de su butaca e incluso bailar discretamente. Toda una fiesta garantizada por una canción cuyo encanto no deja nunca indiferente.
El acierto comentado acerca de la ubicación de esta canción tuvo una doble acepción, pues al estar doblada al catalán, asimismo fue una oportuna transición natural hacia la siguiente obra del programa, el estreno (al menos en concierto) del musical Josafat, compuesto por el propio Marc Timón, con letras de Josep Pujol y basado en la obra de Prudenci Bertrana, clásico de la literatura catalana sobre el campanero de la catedral de Girona y su relación con dos prostitutas de carácter antagónico.
Aunque este es un musical compuesto y estrenado hace 10 años (para quien quiera escucharlo íntegro, está disponible en las habituales plataformas musicales), lo cierto es que sufrió una cancelación por causas ajenas a la producción y quedó en un injusto limbo del que provisionalmente ha sido rescatada por su autor al incluirla en el programa del concierto que nos ocupa.
Se trata de una partitura muy ambiciosa, con un pie en Broadway y otro en musicales más cinematográficos, que nada tiene que envidiar a grandes producciones que llevan años en cartel y que desde luego merece una segunda oportunidad, atendida su calidad.
Se interpretaron tres de las canciones del musical, las centradas en los tres protagonistas y su imposible relación, por lo que la selección sirvió casi como de resumen de la obra.
La primera, interpretada con sensibilidad por Sylvia Parejo, se corresponde con el tema de Fineta (“Flor de carrer”), la prostituta que lleva luz a la vida de Josafat y es una melodía bellísima, que en nada desentonó entre tantas baladas prodigiosas. Una delicatesen que sorprendió a todos los presentes y que dio paso al tema de su compañera Pepona (“L’àngel blau”), quien por el contrario desea a Josafat por la bestia que lleva dentro, por lo que dispone de un tema que es el reverso oscuro del anterior, como las dos caras de una misma moneda. Una gran idea musical que posibilitó el lucimiento también aunque en otro registro por parte de Ana San Martín.
Ya avisó previamente Marc Timón que el tercer tema reuniría a los tres personajes y que era un spoiler en toda regla acerca de cómo Betrana resolvió su obra maestra. El tema en cuestión, titulado “Viacrucis de lascivia”, fue una muestra más de que en nuestro país también pueden nacer grandes musicales y que merecen la atención de nuestros teatros. Como era de suponer, el protagonista Josafat fue interpretado por Albert Bolea, logrando un momento inédito que sin embargo impresionó a una platea que arrancó en aplausos a su finalización.
Con el buen sabor de boca de esta suite sinfónica de Josafat llegamos a la parte final, más contemporánea. Así, la penúltima pieza del programa fue el famoso “Circle of life” de la producción Disney El Rey león, fruto del talento inagotable de toda una estrella como Elton John. Cabe decir que fue una versión “minimalista” pues no se disponía de coro ni de ciertas percusiones africanas del original, pero sin duda Albert Bolea se las arregló para ofrecer una más que notable actuación.
Y ya para dar por acabado el repertorio programado, llegó uno de los últimos grandes musicales del cine, todo un salto de fe por parte de sus creadores, el director Damien Chazelle y el joven compositor Justin Hurwitz. La La Land, película de 2016 protagonizada por Emma Stone y Ryan Gosling es tanto una oda al género como un magistral musical por méritos propios, y para representarla se escogió el tema que abre la película, el radiante y espectacular “Another day of sun”. Aparecieron los tres cantantes para demostrar que a esas alturas del concierto eran capaces de casi todo, con una Orquesta Simfònica del Vallès que volaba y que se permitió replicar instrumentalmente los cláxones que dan por terminada la pieza en su versión original. Una maravilla.
Un público entregado y que no pudo evitar en muchos momentos bailar al son de los acordes de Hurwitz mostró su agradecimiento con una prolongada ristra de aplausos, esperando sin duda que su entusiasmo fuera correspondido con algún bis, que redondeara ese gran concierto.
Y llegó ese bis cerrando un círculo perfecto pues volvimos al Gershwin de Girl Crazy aunque no para escuchar nuevamente la obertura sino para disfrutar de un fin de fiesta glorioso con la canción “I got rhythm”, santo y seña del género que, huelga decir, fue soberbiamente interpretado por la OSV y por los tres cantantes, con especial mención aquí a Sylvia Parejo, que llevó la voz principal con garra, soltura y desparpajo.
Tanto gustó que volvió a interpretarse una segunda vez, logrando una perfecta comunión entre el público por un lado y la orquesta, director e intérpretes por el otro.
Que no nos engañen, la música cinematográfica y el teatro musical son capaces de ofrecer conciertos de calidad, elegantes, suntuosos y a su vez impecablemente preparados y ejecutados. El problema jamás será la música sino la pasión y profesionalidad para entregar un producto tan gozoso como el presente. Parafraseando el título de la película de 1974, ¡THAT’S ENTERTAINMENT!
Artículo y fotos por Coque Cano