Concierto ‘Homenaje a John Williams – 2ª Parte’ – Resumen
La Orquestra Simfònica del Vallès – OSV bajo la dirección de Rubén Gimeno ha ofrecido recientemente tres conciertos en el Palau de la Música Catalana de Barcelona, titulados ‘Homenaje a John Williams – 2ª Parte’ (leer más).
Nuestro compañero Coque Cano, acudió al concierto del 8 de enero de 2023, y nos deja este detallado resumen del mismo.
Homenaje a John Williams (2ª Parte) – OSV y Rubén Gimeno
Los conciertos dedicados a John Williams suelen programarse de forma habitual a lo largo del territorio, haciendo posible escuchar su música en directo de forma fácil y cercana para todo tipo de público. A veces son exclusivos de su música, otras ésta sirve de anzuelo interpretándose una parte con piezas suyas y añadiendo obras de compositores de lo más diverso, e incluso, en un formato que empieza a ser bastante habitual, mediante un cara a cara con algún otro icónico compositor de cine (se le suele “enfrentar”, con mejor o peor fortuna, con Ennio Morricone o Hans Zimmer). Formatos varios que, obviamente, no siempre son acertados (sobre todo por la selección de las músicas), y que para el aficionado avanzado pueden incluso resultar extraños o deparar poco interés.
No es el caso del concierto que ocupa la presente crónica, más que interesante por lo diferente de la propuesta: un repaso en un doble concierto por la obra del maestro neoyorkino, con imágenes de sus películas (hasta aquí algo normal), pero con el elemento diferencial de disponer de un narrador para presentar cada pieza, prácticamente como si fuera un tráiler cinematográfico. Y no un narrador cualquiera, sino el gran Salvador Vidal, reconocido actor de doblaje español que ha prestado su voz a actores de la talla de Liam Neeson, John Travolta, Richard Gere, Michael Douglas, George Clooney, Mel Gibson, o Harrison Ford.
Este cronista asistió al segundo de los dos conciertos lanzados bajo este novedoso formato, el cual tuvo tres fechas a lo largo de la pasada Navidad (domingo 18/12/22, lunes 19/12/22 y domingo 8/01/23), las tres en el maravilloso Palau de la Música Catalana, interpretados por la Orquesta Simfònica del Vallès y dirigidos por Rubén Gimeno. A modo de apunte, la primera parte de este merecido homenaje a Williams, se hizo un año atrás, con los mismos protagonistas y en el mismo escenario, eso sí, con un programa completamente distinto, en el que se interpretaron piezas como “Summon the heroes” (Olimpiadas de Atlanta ’96), “A prayer for peace” de la película Munich, y temas de otros éxitos del compositor, como Tiburón, El Patriota, Harry Potter, Jurassic Park, 1941, La lista de Schindler, Encuentros en la tercera fase y Star Wars. (leer más-1 y leer más-2)
Dado que no asistí a dicho concierto debo abstenerme de opinar sobre el mismo, más allá de destacar la posibilidad de escuchar joyas menos habituales en concierto como “The patriot” y especialmente “1941”, aunque vista la segunda parte, estoy convencido de que estuvo a la altura.
Centrándonos en el concierto que nos ocupa, titulado “Homenatge a John Williams (2ª Part)”, únicamente repitieron dos películas respecto de la primera parte (Schindler’s List y Star Wars), y se incluyeron los hits que faltaban (Superman, E.T. e Indiana Jones). También aquí hubo agradables sorpresas, pues no suele haber la oportunidad de escuchar en directo la obertura de “The cowboys”, ni el solemne “With malice toward none” de “Lincoln”. Casi diría que sólo por eso y por la calidad de la orquesta, ya merecería la entrada.
El concierto inició, al igual que la primera parte del año anterior, con una fanfarria olímpica, en este caso la más famosa de las compuestas por John Williams (todo un experto en la materia), la de Los Angeles 1984, que sirvió como presentación a la vida y obra del maestro, con una primera locución por parte de Salvador Vidal acorde con la grandeza del personaje, con las notas sostenidas de fondo y en un tercer plano la pantalla gigante concatenando imágenes del compositor y de varias de las películas para las que ha trabajado. Todo muy adecuado y motivador, si no fuera por algún error que no debe ser pasado por alto (por bien que más tarde se evidenciara su origen), como fue el de incluir una imagen de la película “Esencia de mujer”, cuya partitura fue compuesta por Thomas Newman. La música sonó impecable, pero este tipo de detalles hay que cuidarlos y evitar dar información errónea al público.
La primera pieza cinematográfica tras esta introducción fue la antes mencionada de la película dedicada a Abraham Lincoln, biopic dirigido por el cineasta con el que Williams siempre ha mantenido algo más que una estrecha colaboración: Steven Spielberg. No suele ser mencionada cuando se habla del compositor, pero estamos ante una soberbia partitura que hace justicia a la histórica figura del presidente norteamericano, y resultó especialmente patriótico escucharla con la narración de Vidal, quien es cierto que no dobló a Daniel Day Lewis en la versión española de su oscarizada actuación (fue su doblador “oficial” Jordi Brau), pero sí dobló a Michael Douglas en “El Presidente y Miss Wade”, película llena de discursos con el sello de Aaron Sorkin muy similares a los escuchados en el concierto, por lo que no pudo ser más acertado.
Fue un gran momento y la demostración de que este formato, con actores de esta talla, tiene mucho recorrido.
De la solemnidad de “Lincoln” saltamos a la fantasía de “Hook”, con el tema “Flight to Neverland”, incluido por el propio Williams en casi todos sus conciertos, uno de los puntos álgidos de la segunda parte de su carrera, y que siempre pone a prueba a las orquestas por su ritmo y fuerza expresiva (sin ir más lejos, la Filarmónica de la Scala en el reciente concierto de Milán no acabó de cogerle el tono). Sin alardes, pero la Simfònica del Vallès la defendió muy bien, ayudado por los interludios narrativos de Vidal, que aquí introdujo de forma muy pícara un célebre pasaje de Peter Pan para conseguir que el público siguiera con sus palmas la partitura de Williams (“¿creéis en las hadas?, si creéis, aplaudid, no dejéis que Campanilla muera”). Estupendo.
Y tras este tema vivaz y alegre, volvimos a bajar las pulsaciones para recibir la gravedad elegíaca del “Hymn to the fallen” de “Salvar al soldado Ryan”, un vaivén emocional que sólo se rompió al final del concierto, donde el espíritu aventurero y más conocido del maestro acabó por adueñarse del programa. La ausencia de coros le resta algo de fuerza a la pieza, pero ese punto de gravedad se contrarrestó con un gran trabajo de la percusión y los metales, así como con el discurso del actor, que nos recordó la grandeza de una película convertida desde su estreno en todo un clásico del cine bélico.
Acto seguido vino lo que para mí fue una gran equivocación en un evento de estas características. Si se programa un concierto dedicado a la obra de un compositor, no puede introducirse ni traerse a colación de forma forzada una pieza ajena y que además no tiene ningún punto en común con su estilo, por mucho que en su día Williams ejerciera de arreglista y director para una nueva versión. Tanto da la popularidad de la obra, su categoría musical e incluso la calidad de la interpretación (que no ponemos en duda y que se cumplió en los tres casos), pero es improcedente y un pegote. Y además, llevó a ese primer error antes comentado por el que se incluyó en el repaso visual de su obra un fotograma de una película en la que el compositor no ha trabajado.
Así, se programó el archiconocido tango “Por una cabeza” de Carlos Gardel, que se ha utilizado en múltiples películas de lo más variado, siendo tal vez su momento más recordado, precisamente, el del baile entre Al Pacino y Gabrielle Anwar en “Esencia de Mujer (1992)”. Pero John Williams no trabajó como arreglista en esa película (como erróneamente se da a entender en el programa de mano del concierto) y la versión que él mismo arregló para ser interpretada por Itzhak Perlman, apareció posteriormente en un estupendo álbum titulado “Cinema Serenade”, editado en 1997. En ese álbum se incluyeron versiones de varios temas famosos escuchados en el cine, entre ellos este tango referido a la citada película que le reportó el Oscar a Pacino, referencia que no deja de resultar curiosa, toda vez que el propio Williams utilizó este mismo tango de forma diegética para una escena de “La lista de Schindler” (algo que sí remarcó Salvador Vidal al presentar la obra).
En todo caso, una pieza extraña a la obra compositiva del músico y que, al margen de la magnífica interpretación de la violín solista, conllevó que aparecieran fotogramas de muchas de las películas en las que este tango ha hecho acto de presencia, lo que no hizo sino desvirtuar el tono de homenaje monográfico del concierto.
Williams retomó el mando con una de las grandes obras de su extensa carrera, Superman, cuya marcha triunfal dirigió con buen tino Rubén Gimeno, quien mostró un carácter muy académico durante todo el concierto, sin excesos, pero controlando el tono de cada pieza. Como apunte curioso y aún y a riesgo de parecer puntilloso, comentar que la recopilación de imágenes de la película de Richard Donner acabó con el escudo del Superman de Zach Snyder.
Llegó el momento de la obra más prestigiosa de la carrera del tándem Williams/Spielberg, por la que ambos ganaron el Oscar como compositor y director respectivamente y el film obtuvo el de mejor película del año. La violinista Marta Cardona estuvo nuevamente perfecta en la interpretación del “Schindler’s list theme”, algo que teníamos asegurado tras haberlo bordado en el concierto dirigido en 2021 por Marc Timón frente a la misma OSV titulado “John Williams para siempre” (leer artículo). Lo que entonces no tuvimos fue la oportunidad de escuchar la emocionante locución del Oscar Schindler de Liam Neeson (perdón, Salvador Vidal) lamentándose por no haber podido salvar a más judíos del exterminio nazi, y acabando con el proverbio hebreo “quien salva una vida, salva el mundo entero”. Otro de esos momentazos que bien valen una entrada.
Como el siguiente momento, que no fue otro que la interpretación (eso sí, con los interludios narrativos del actor), de la mayestática partitura para el western “The cowboys”, y además haciéndolo con su extensa, épica y “coplandiana” Overtura, una obra que merece todas las reivindicaciones y resulta tan canónica del género como muy propia de su autor. Diría que fue la mejor interpretación del concierto, con una OSV plenamente imbuida del espíritu arrollador de la pieza y con un Salvador Vidal recitando lo que denominó la oración del cowboy, emulando al gran John Wayne, cuya imagen llenaba la pantalla ubicada detrás de la orquesta.
El concierto llegaba a su recta final con otras dos obras mayores del genio neoyorkino: E.T. y Star Wars. La primera con el “Flying theme”, que siempre consigue hacer levitar a la audiencia y que la OSV logró llevar a buen puerto (Vidal recuperó el monólogo de Campanilla aprovechando la escena de la madre de Elliot leyendo la obra de J. M. Barrie, y volvieron las palmas del público), y la segunda con el “Throne Room & end title”, en el que hubo un extraño inicio de los créditos finales, que no enlazaron correctamente la pompa y circunstancia con la fanfarria de la saga y en la que la orquesta pareció algo descompasada, algo que probablemente pasó desapercibido a un Palau de la Música que aplaudió a rabiar, sobre todo tras el final de la narración de Vidal con un “que la fuerza de la música os acompañe siempre en vuestra vida…Feliz año!”.
Con esto acabó el programa oficial del concierto, pero era evidente que faltaba algo. Y ese algo no estuvo en la primera parte del homenaje, tampoco estaba en el programa de esta segunda parte, y es una de las obras más populares de Williams, para el que probablemente sea el personaje más célebre del cine de aventuras y en el que el actor que lo interpreta ha sido doblado en España precisamente por… Salvador Vidal. Todo hacía prever que este concierto tan especial finalizaría con nuestro arqueólogo favorito y así fue. Volvieron al escenario Rubén Gimeno y Salvador Vidal y la “Raiders march” de Indiana Jones mostró sus primeros compases, con un público ya entregado a la causa, acompañando con sus aplausos constantes al ritmo de la pieza, como si fuera ya el concierto de año nuevo y la marcha Radetszky.
La imagen estática del héroe encarnado por el incansable Harrison Ford estuvo presente en pantalla mientras su actor de doblaje recitaba el ya famoso “fortuna y gloria muchacho, fortuna y gloria”. Sin duda, difícil pensar en un mejor final para un remarcable homenaje al maestro John Williams. Ojalá repitieran la primera parte, porque no dudaría en asistir.
Artículo y fotos Coque Cano
