Ennio Morricone – Madrid 2019 – Resumen concierto

El martes 7 y miércoles 8 de mayo, el Maestro Ennio Morricone pasó por Madrid con los dos últimos conciertos que ofrecerá en España, dentro de la última gira que está llevando a cabo en Europa, antes de retirarse del circuito de conciertos.

 

A continuación os dejamos el relato de la velada del miércoles 8 de mayo de la mano de Rafa Melgar, colaborador habitual de SoundTrackFest.

 

ENNIO MORRICONE EN MADRID - 2019/05/08 - por RAFA MELGAR

“Si alguien se mete conmigo, yo me meto con él”

Esta frase cargada de seguridad o de simple chulería rescatada de “Los Intocables de Eliot Ness” (Brian De Palma) me sirve como introducción para contestar a todos los que creían que el maestro a sus 90 años no podría. El estupendo concierto que vivimos en el WiZink Center fue la mejor de las contestaciones. También me gusta imaginar al propio Morricone con esa aureola de mafioso a lo Robert de Niro pronunciando esa misma frase.

 

The Final Concerts World Tour

Sin entrar en las capacidades (bien demostradas) para afrontar una gira internacional a los 90 años, siempre queda la duda de los motivos que le lleva a enrolarse durante varios meses. Una vez bajamos de la nube del concierto surgió el debate durante la cena. ¿Por qué?

 

Ennio Morricone ha compuesto más de 500 bandas sonoras para cine y televisión. Junto al director Sergio Leone revolucionaron el spaghetti western (Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio o El bueno, el feo y el malo). Ha trabajado para los genios del séptimo arte, De Palma, Malick, Almodóvar o Tarantino -entre otros- que cuya colaboración fue reconocida con el único Oscar que el compositor ha obtenido como mejor BSO en su extensa carrera. Alucinante pero cierto. Obtendría otro Oscar honorifico años antes. Una vitrina repleta de premios Globos de oro, BAFTA, Gammy y de la academia cinematográfica italiana. Infinidad de conciertos y colaboraciones…

 

En resumen: no tiene nada que demostrar. ¿Será porque a pesar de los pesares “a día de hoy” la pasión le condena a seguir girando por el simple placer de satisfacer a sus seguidores? ¿Deudas complacientes pendientes con alguna ciudad/país? ¿Necesitará un baño de masas por puro ego? ¿O por motivos económicos? Ya sean de necesidad o de amasar una fortuna.

 

Sean cuales sean esos motivos, me vale cualquiera, si así conseguí ver en directo al genio italiano.

 

Fino a sempre padrone (‘Hasta siempre maestro’)

El pasado 8 de Mayo el maestro cerraba su paso por España con éxito rotundo. Desde la salida de la venta de entradas -que se agotaron en una hora- hasta la última ovación, todo fue un hype continuo. Huyendo de crónicas de conciertos anteriores (Bilbao el 4 de Mayo [ver más] o el 7 de Mayo en el propio WiZink Center de Madrid) para mantenerme virgen hasta el día del concierto mantuve esa capacidad y destreza para esquivar spoilers como un lunes con “Juego de tronos” o el fin de semana del estreno de “Endgame”.

 

Un Wizink Center colapsado, pero bastante organizado, teniendo una hora y media de apertura para facilitar la entrada a cerca de 15.000 personas impacientes, fue el escenario donde el maestro haría doblete en la capital.

 

“Darle al público lo que quiera ver” (Tesis, de Alejandro Amenábar)

Si es que bien lo decía el profesor Castro en “Tesis”, Morricone iba a confeccionar un programa representativo de su filmografía, sin entrar en si verdaderamente son los mejores o no. Ahí cada cual con sus filias.

 

Una sucesión de aplausos tibios a la par que iban entrando el Coro Talía y los integrantes de la orquesta Roma Sinfonietta se iban sumando, e in crescendo, hasta ser una ovación total cuando desde una esquinita del escenario una luz procedente de una linterna intuía la silueta del maestro, hasta llegar al centro para saludar correctamente al público (sin ser muy efusivo) y el cual estalló de emoción.

 

El espectáculo comenzó con “Los intocables de Eliot Ness” y ya la entrada fue sorprendente porque hasta que no comenzaron los primeros acordes, uno no fue consciente que el viaje que acababa de comenzar me llevaría a tantos lugares reconocibles de mi cinefilia.

 

La hermosa melodía de “La tienda roja” daba paso a la música que enriquecía la obra magna del director italiano Bernardo Bertolucci “Novecento”.

 

El compositor dirigió desde su sillita (esto ya se sabía) donde permanecería siempre sentado, salvo para saludar y agradecer, o salir al descanso, que se produjo a la mitad del concierto de 20 minutos de duración, o en los bis que ofreció hasta en tres ocasiones. En el centro, él dirigía la orquesta con una tranquilidad y delicadeza de movimiento de manos a la cual un servidor no está acostumbrado.

 

Quién os escribe fue un voyeur desde la planta 4ª S8 Fila 17. ¿Qué quiero decir?, pues que a pesar de mi lejanía el WiZink Center estaba preparado para el evento con dos pantallas a ambos lados donde se podía ver con todo lujo de detalles la realización que nos ofrecían del espectáculo. Otro de los miedos que se pudiera tener en un principio fue disipado desde su comienzo ya que a pesar de ser un concierto sinfónico amplificado, se escuchaba realmente bien. Esa es mi valoración al respecto, salvo que otros oídos sean más exquisitos o su posición no le permitiera escucharlo con calidad y por tanto quieran contradecirme.

 

Hubo momento patrio y sorprendente cuando sonó “¡Átame!” de Pedro Almodóvar. Es “vox populi” que la ambigüedad que esconde ese score en cuanto si gustó o no gustó al director manchego sigue sobrevolando. Pero eso reafirma que el compositor italiano es ingobernable y es el único que decide.

 

La armónica comenzó a sonar y la piel se erizó irremediablemente

Para quien siga teniendo la duda razonable si el sonido fue en directo o un ‘sample digital’, Gorka Oteiza (SoundTrackFest) despejó esa incógnita explicando que efectivamente había un músico tocando en directo, en el pasillo lateral de donde se producía las entradas y salidas del compositor o de sus colaboraciones (aspecto confirmado visualmente en este mismo concierto por él, además de en las conversaciones que tuvo con los integrantes del coro antes del concierto). La confusión vino porque en ningún momento la realización del evento lo sacó en pantalla durante su intervención.

 

La soprano Susanna Rigacci irrumpió con fuerza, eclipsando por completo al resto con “Hasta que llegó su hora” y llegando al momento más alto de excitación del público con “L’estasi dell’Oro” perteneciente a “El bueno, el feo y el malo”. Ahí en ese momento de explosión uno se permite el lujo de perder la compostura de un concierto sinfónico para gritar un “¡BRAVO!”, silbar o maltratar las palmas de las manos aplaudiendo. ¡Épico! Y sin duda el mejor momento para realizar el descanso donde las revoluciones iban a más de mil.

 

La segunda parte del concierto abría con la ganadora del Oscar “Los odiosos ocho” (Quentin Tarantino) y era imposible no recrear en la imaginación ese desierto nevado, la tipografía característica de los filmes de Tarantino, y ese espectacular plano secuencia que se iba acercando a la diligencia que intenta llegar al pueblo de Red Rock.

 

Muito obrigado Dulce Pontes

Llegaba un extenso bloque dedicado al cine social donde la cantante portuguesa danzaba en armonía con el coro y la orquesta a la izquierda del maestro. Llena de vitalidad, emoción y luz, la voz de Dulce Pontes acompañaba la música de “La luz prodigiosa” o ‘Aboliçao’ del filme “Queimada”.

 

Temas de peso como “Corazones de hierro” de Brian De Palma, “La Misión” o la obligada “Cinema Paradiso” con el que junto a su director, Giuseppe Tornatore, Morricone ha formado un tándem solido en la gran lista de parejas director/compositor. Eran esperadas y obligatorias sin duda, y perfectas para finalizar el concierto antes de entrar en los ya más que apalabrados bises.

 

Play it again, Ennio

Los bises fueron la repetición de dos temas ya tocados junto a Dulce Pontes y Susanna Rigacci. Algunos pudieron entenderlo como una pereza por parte del compositor ya que tiene repertorio para estar cambiando constantemente el tracklist del concierto y por lo tanto sorprender en los bises con algo insólito que no haya sido tocado durante el concierto. Pero no voy a ser yo quien utilice eso como un argumento para criticar. Yo soy más bien de los que como Humphrey Bogart en “Casa blanca” dice “Play it again, Ennio”, y máxime si es la gloriosa “L’estasi dell’Oro”.

 

Artículo por Rafa Melgar

Fotos por Gorka Oteiza