Entrevista a Gerard Pastor
Hace una semana publicamos el artículo especial del concierto dedicado a la música de los superhéroes de Marvel y DC interpretado por la Franz Schubert Filharmonia bajo la batuta del compositor y director de orquesta Gerard Pastor, celebró en el Palau de la Música Catalana de Barcelona (leer artículo completo aquí).
Nuestro compañero Frederic Torres aprovechó el momento para entrevistar a Gerard Pastor en exclusiva para SoundTrackFest, en una extensa y fantástica entrevista que os dejamos a continuación.
Entrevista a Gerard Pastor. Palau de la Música Catalana. 9 de octubre de 2022
Nos encontramos en la terraza del Palau de la Música Catalana, donde por la tarde, a las 17:30h, tendrá lugar el concierto que enfrentará a MARVEL vs DC, que interpreta la Franz Schubert Filharmonia, bajo la batuta de Gerard Pastor, joven compositor y director, que llega presuroso con cierto retraso desde Tarragona, donde el concierto ha tenido lugar un día antes, el 8 de octubre. Son ya cerca de las 13:30h, y Gerard se sienta al tiempo que pide algo para picar y beber.
Hola, buenos días, Gerard. Antes que nada, darte la enhorabuena por ese premio a la mejor música para un videojuego, The Turtles Game, que has obtenido en la edición anual de FIMUCITÉ. Pero, antes que nada, sería interesante situarnos en los inicios y saber cuál fue tu formación y de dónde te surge el interés por los medios audiovisuales…
Comencé con la música sin siquiera saberlo. Mi madre me llevó a la escuela de música cuando era pequeño, al nacer mi hermano, en parte para que hiciera algo que me mantuviera distraído, y porque además era una frustración personal que ella tenía, dado que a pesar de quererlo nunca la dejaron estudiar música. Así que como ella no pudo, pensó en que su Gerard sí podría hacerlo. Fui creciendo, haciendo música, tocando el piano como un juego. A veces quería dejarlo, otras, volvía a retomar los estudios. Y entonces, a los once o doce años, fue cuando comencé a tocar con un pequeño grupo de la escuela de mi pueblo, Palau-solità i Plegamans, en donde se hacían muchos arreglos y se tocaba mucha música de cine, por ejemplo, Superman, pero también de Disney y de Frank Sinatra.
Qué curioso, ¿no?
Sí, sí. Este tipo de música me enganchó y ya no volví a pensar en dejarla nunca más. Era el final de la década de los noventa, y tenía unos catorce o quince años, y fue entonces cuando se estrenó el Episodio I de Star Wars, La Amenaza Fantasma, en 1999, donde me impactó el “Duel of the Fates”, que hoy en día es un tema que es todo un icono. El disco de la banda sonoro lo rayé de tanto escucharlo, y me dije que lo que quería hacer era cine, hacer aquello que aquel señor llamado John Williams, a quien hay que decirlo, ya había escuchado antes, había hecho con su música. Ahí se me quedó fija esa idea. Después pasé por muchas etapas, al estudiar primero piano clásico, después tocar jazz. Era un adolescente e iba teniendo intereses diferentes, pero el cine siempre estaba ahí. Continué estudiando composición, materia que nunca abandoné, piano (como te decía), y entonces un grupo de amigos que habían hecho un cortometraje y sabían de mi interés por la música de cine, me preguntaron si me gustaría colaborar.
Comencé con aquello, y después estudié en el ESMUC (Escola Superior de Música de Catalunya), que es donde estudié el Superior. Ofrecieron contenidos de “Música para Audiovisuales”, con dos asignaturas de las que se encargaba Arnau Bataller, recién llegado de estudiar en los Estados Unidos. Comencé a estudiar esta materia como extra y me encantó, además de tener muy buena relación con el profesor. Después comencé con la dirección de orquesta, porque la composición no me acababa de convencer tal y como se ofrecía en el ESMUC, pero porque no estaba tan centrada en el estilo de música que a mí me interesaba. Entonces estudié dirección con Jordi Mora, lo que me permitió aprender muchísimo de los clásicos y de los grandes compositores, y también entender por qué los grandes de la música de cine también son excepcionales artistas. No hay diferencia cualitativa.
Y entre unas cosas y otras fui haciendo de todo: dirigir, componer música para cortos, después para un documental, luego un largo. Un poco lo que se acostumbra a hacer. Moverte por festivales, etc. Y a pesar de ser un “pluriempleado”, el cine siempre está ahí, de un modo u otro. Cuando he sido director, he programado mucha música de cine, y también muchas transcripciones para orquestas y bandas que me lo han pedido, porque hay repertorios que no se encuentran o no los ceden, o alquilarlos resulta muy caro. Y este concierto es como la culminación de todo lo ocurrido hasta ahora, de pasar de tocar Superman con aquel grupito inicial a tocarlo con una orquesta como la de esta tarde en el Palau.
Has establecido una relación con la directora Anna Maria Bofarull, con la que ya llevas tres películas consecutivas desde su debut en 2015 con Sonata para Violonchelo, a la que siguió la película histórica, Barcelona 1714, en 2019, y Sinjar, estrenada en junio de este 2022. Háblanos de tu relación con la directora y de estos trabajos.
Con ella empecé muy pronto. Había hecho dos cortos, y cuando hizo su primer documental, Notes al Peu (2009), comenzamos a trabajar juntos. Era un documental sobre la memoria histórica, relacionado con el franquismo, con la Guerra Civil y las fosas comunes. Para mí fue muy curioso, porque tienes un imaginario cinematográfico muy influenciado por el cine norteamericano y de repente, con poco más o menos que venintiún años, te pones con un documental de dos horas, de carácter independiente, crítico. ¡Eso no es Superman! Después hice otro documental, Hammada (2009), que era sobre el pueblo saharaui abandonado en el desierto de Argelia.
Estos trabajos me marcaron mucho, porque era un cine social, muy crítico y necesario, y comencé a crecer como compositor de este modo, con este tipo de trabajos, hasta que llegamos a Sonata para Violonchelo. Me gusta trabajar con ella, porque primero no ve música en ninguna parte de la película, y después, juntos, comenzamos a ver dónde puede hacer falta. Es lo que realmente le interesa, y si no la pone es porque consideramos que no debe haberla. Hemos ido creciendo juntos.
Después llegó Barcelona 1714, lo que supuso hacer una banda sonora sinfónica para ser tocada por unos ochenta músicos, con cerca de ochenta y cinco minutos de música, y todo en un tiempo récord, porque tuve solo veinte días para hacerla debido a que había que guardar el último set ocho días, con grupos de hasta siete personas trabajando con las partituras. Todo el mundo colaboró de un modo altruista en esta película, incluidos los músicos, lo cual nos hizo crecer un poco a todos. Además, nos dio una idea más clara de lo que son los “timings” con los que se trabaja en Hollywood. Y ahora, después de todo eso, Sitjar, que es en mi opinión la mejor película de Anna, lo que por otro lado es un proceso normal dado que no tiene tantas películas en su haber. Pero está creciendo a pasos agigantados, y con el paso de los años ha ido manteniendo a parte del mismo equipo, siempre formado por mujeres: tres actrices, directora de fotografía, sonidista, montadora…
Entonces, ¡eres un infiltrado!
(*Risas*) Ella lo tiene claro y cuenta conmigo. Sabe que posiblemente si contratara una compositora recibiría más puntos y subvenciones, y a pesar de ello sigue conmigo, algo que le agradezco. Siempre le digo que si debe renunciar a mi colaboración para llevar a cabo alguna película, no dude en hacerlo, porque son historias muy importantes. Sitjar, trata del tema del ISIS, de cómo afecta a las mujeres allí y aquí. Del caso de una madre que ve cómo su hijo se alista en el Ejército del Estado Islámico. Son casos muy documentados, y ella es muy rigurosa con esto. Además, es directora, guionista, productora. Aprendo mucho con ella, y lo más bonito es que la acompaño ya desde la elaboración del guion, viendo los “rushes”, trabajando sobre el montaje. No es una banda sonora que te llega y ha de estar terminada en un mes, sino que tienes seis o siete meses, incluso más de un año, posibilidad de ir al país, y claro, luego esto en la composición se nota, y lo agradezco.
No obstante, una de tus partituras más destacables es la de Jean-François y el sentido de la vida, del director Sergi Portabella, de 2018, de clara inspiración barroca y que nos remite, como de algún modo ya indica el título, hacia la nouvelle vague y a aquellas fantásticas composiciones del gran Georges Delerue para las obras de Godard y Truffaut, entre otros…
Sí, así es. Precisamente había dos referencias, una era Truffaut, y la otra era Wes Anderson, quien ahora trabaja habitualmente con Desplat, conformando un binomio magnífico que ha sabido crear una sonoridad propia. Pero Anderson también había trabajado con música barroca. Y el director tuvo mucha intuición y no quiso exportar músicas que le funcionaran como las típicas bandas de rock o de pop muy características de los quinceañeros. Supo ver que la música barroca le funcionaba, y llegó un momento en que se preguntó el por qué no hacer una banda sonora completamente original en ese estilo, y fue entonces cuando Xavier Granada, que era el productor y amigo mío, pensó en que yo podía ser capaz de llevar a cabo ese proyecto.
Y así lo hice, barroco puro y duro, no neo-barroco. Fue una partitura que llevó tiempo y que está toda escrita a mano, sin intervención de ordenadores. Hay incluso una fuga para órgano. Un trabajo muy elaborado, que necesitaba mucha pausa, y también mucha calma. Fue una partitura larga de componer. Alrededor de seis meses. Una parte de la música se compuso antes del rodaje, otra durante, y más en el montaje. Y cuando ya había finalizado, hubo que volver a la sala de montaje, porque el barroco… sus compases son de cuatro, y no puedes ir haciendo cambios como en la música de estilo neo-romántico, que puedes hacer lo que quieras porque es más flexible. Aquí no se podía hacer un compás de tres o tres y medio para que entrara el plano, por lo que se llegó a una última fase en secuencias que están adaptadas dentro de la sala de montaje, con la música edificada a posteriori. Un lujo. Un trabajo del que todos quedamos muy contentos, que quedó muy bien en la película y que no extrañó a nadie.
A mí me recordó un poco a Un Pequeño Romance, la película sobre quinceañeros con la que Delerue ganó el Oscar en 1979. Pero aquella película era muy romanticona, alejada de los postulados de la historia de Jean-François.
No la he visto, pero de esta estoy muy contento. Junto con las otras dos, son tres partituras que no tienen nada que ver entre sí. Mientras que esta última tiene leit-motivs y temas que anuncian a los personajes y sus acciones, la de Jean-François es completamente diferente, y funciona como un líquido amniótico, mientras que Sitjar tiene una música que te pone todas las historias en el mismo contexto, aunque los personajes no se crucen entre ellos. Cada banda sonora ha de servir a la película y ver qué estilo le va mejor, como me decía mi profesor, Arnau. Porque el lenguaje cinematográfico no existe. Puede ser cualquier cosa, porque pueden servir efectos de sonido extraños, música barroca, de estilo romántico o la interpretada con un piano y de estilo minimalista, dependiendo de lo que la película pida. Y eso me gusta. Y por eso con el cine me siento cómodo. Porque en el mundo de la música clásica es importante que sigas una línea, y dejar de lado el eclecticismo porque se trata de un mundo más rígido.
En este sentido, me gustaría reivindicar la figura de Alex North como introductor del jazz en el cine, pero también como pionero a la hora de abrir puertas en un estilo de música demasiado definido y rígido, y un tanto esclerotizado. En este sentido, ¿cuáles son tus referentes?
No tengo ninguna duda en situar a John Williams en la cima por la motivación que me supuso. Pero a nivel “platónico”, Danny Elfman me marcó mucho, con su banda sonora de Batman. Si Star Wars es la primera, Batman es la segunda. Fue un impacto grandioso. Por ver cómo está hecha la música, con cuatro elementos muy directos. Complejo, pero al mismo tiempo sencillo. Lo encuentro fascinante. Estos compositores me marcaron muchísimo de joven. Aparte que mi película favorita de todos los tiempos es Pesadilla antes de Navidad, un musical en stop-motion. La encuentro fantástica. Y no sé si es por eso, pero desde hace un año y medio me encuentro dirigiendo stop-motion también. Lo que me marcó en la adolescencia está explotando ahora.
Después hay un referente de la música clásica que es Franz Liszt, porque le pasó esto, todo lo que le ocurrió a los veinte años se le reprodujo a lo largo de toda su vida, era como algo cíclico, pues a una época de director le seguía otra de compositor y así sucesivamente. Era un artista integral que me marcó mucho. Y hay un director que es Celibidache que me marcó mucho a través de mi maestro, Jordi Mora, y esto me enlaza con los dos referentes más personales, que han sido Mora y Luca Chiantore, a los que siento como mis dos grandes profesores, con visiones tan opuestas que casi se encuentran en los extremos. Y eso me ha permitido formarme y encontrarme, porque el hecho de encontrarme con esas visiones tan opuestas me ha hecho tener una visión crítica y absorber de ambos lados.
El último sería Paulí Peña, un compositor canario que tuve de joven muy cerca de mí, que componía de todo, incluidos anuncios, y al que admiraba tanto que quería hacer lo mismo que él. Y también Mónica Buxó, quien confió en mí como alumno cuando los demás profesores decían que la música no era lo mío. Ella me direccionó hacia el piano y a partir de ahí cogí autoconfianza y ya no hubo vuelta atrás. En definitiva, hay referentes más cercanos y otros más lejanos, incluso en el tiempo, porque la música es eso, una inmensa variedad.
Acabas de recibir un premio a la mejor música de videojuegos en el Festival de Tenerife por The Turtle Game. ¡Te atreves con todo! Además, con talento y recibiendo reconocimiento. ¿De qué obra te sientes más satisfecho?
¡Esta pregunta sí que es muy complicada! Pero mira, te voy a contestar: la que más siento como mía, es Femina Feminae, que es para clarinete y piano, que grabé con Marta Urzaiz. Es un disco que estimo mucho y que hicimos durante la pandemia. Lo grabamos en casa (NOTA: Marta es la pareja de Gerard), y es música para la imagen, pero diferente porque son dos obras, pero la primera, Femina Feminae, es música que se inspira a partir de cuadros, como hizo Mussorgsky en Cuadros de una Exposición. En colaboración con el Museo Thyssen, en cuyo museo de Andorra ofrecí uno de los conciertos más bonitos que recuerdo, en el que actué como pianista, me inspiré en ocho cuadros para crear una música de características impresionistas, que no es habitual en el cine.
A mí el impresionismo me encanta, por eso he introducido el tema “Flowers” dentro de la suite de Batman para el concierto, que es una pequeña joya. Muchas veces, cuando me siento al piano a improvisar, acabo en el impresionismo, porque es un estilo que me fascina. De hecho, incluso el tema de The Turtle Game tiene su punto impresionista, porque tiene un fondo marino, y en ese paisaje, todo lo que sea texturas, coros de sirenas. Y ahora, precisamente, he escrito un vals inspirado por el “Vals de las Flores”, de Tchaikovsky, y “La Valse”, de Ravel, pero corto, de unos tres minutos, para un carrusel japonés. Y es que a mí lo que me gusta de mi vida es eso, que la semana pasada estaba componiendo este vals, la presente estoy con este concierto, y la siguiente empezaré a preparar el proyecto de stop-motion. Por ejemplo, con mi web tengo un problema, pues siempre está “en construcción”, puesto que la gente entra a buscarme como compositor, pero también como director, pianista… Artista, en definitiva…
Precisamente iba a preguntarte cómo se desarrolla tu carrera como director. ¿Dónde comenzó y hacia dónde va?
Pues comenzó por una indignación durante un ensayo que presencié en Birmingham, con la Orquesta del Conservatorio, porque había un director, que no era tal. En realidad era un profesor de cuerda o algo así, y casualmente hicimos un ensayo y me indigné porque pensé que yo, que no tenía ni idea, podría estar haciendo mucho más. Y entonces un amigo mío, que es Armando Merino, que es director, que es muy bueno y está haciendo carrera en Alemania, me pidió que le acompañara a una clase de Jordi Mora cuando estudiábamos juntos en el ESMUC, que seguro que me iba a gustar. Y así fue, con él comencé a aprender la rama de la fenomenología y de la dirección de orquesta desde este punto de vista musical, y comprendí que así podría componer mucho mejor que si estudiaba composición en un grado superior, por mi forma de ser. Además, era él mismo quien me impartía las clases de dirección de coblas, y entonces comencé a estudiar dirección, al tiempo que buscaba coblas para dirigir, porque, así como en tierras valencianas existe la tradición de las bandas de música, aquí en Cataluña tenemos esta otra tradición fantástica.
Pero mientras buscaba coblas, me salió la oportunidad de dirigir una banda, la de Cerdanyola, cuando tenía unos veinticuatro años y llevaba un año y medio estudiando dirección. Pedí permiso a mi maestro y me lo concedió porque se trataba de una banda y no de una orquesta, porque la reacción de una banda ante el gesto es más inmediata, y el gran peligro cuando comienzas a trabajar en la dirección es que el gesto se deforme. Para dominarlo, trabajé muchos años con bandas y coblas, y mi gesto se fue formando hasta que comencé a trabajar con una orquesta amateur, la Simfònica Tekhné, con la que empezamos con menos de veinte músicos y acabamos por ser unos setenta en tres años, con lo que hicimos un gran trabajo, porque de otro modo, eso no hubiera llegado a ocurrir.
Después, Tobias Gossmann, un gran director alemán, me invitó a trabajar con la Orquesta Filarmónica de la Universitat d’Alacant. De modo que las grabaciones de las películas siempre las he dirigido personalmente, porque conozco bien mi música. Eso no quiere decir que no requiera de supervisión. Suelo requerir a mi amigo Armando para ello, incluso aunque sea on-line desde Munich, mientras se efectúa la grabación, porque valoro enormemente su opinión. Y aparte de la Cobla Simfònica Catalana, estoy funcionando también mucho como director invitado, porque la dirección regular es muy exigente, y desde que empecé a centrarme en trabajar de manera regular en el mundo de los parques de atracciones, dirijo por proyectos y pidiendo permisos. Ahora grabo una película, ahora dirijo un concierto, el mes que viene la Cobla. Siempre por proyectos específicos
En este sentido, te quería preguntar precisamente cómo ha sido el ponerte al frente de un proyecto como el de este concierto, MARVEL vs DC…
Pues ha sido un sueño hecho realidad, porque hay obras con las que crecí, como Superman, Batman, Spider-Man, y música de compositores como Elfman, Silvestri. Al mismo tiempo, incluir aquí la música de Pinar Toprak para Capitana Marvel, que es espectacular, que incorpora más música que no solo la fanfarria, conformando una suite con temas como “New Clothes”, para que se pueda ver la parte dulce de la composición, o el “New Problems”, que es fascinante, y que en la película queda un tanto escondido, pero que realmente podría haber compuesto el propio Williams.
Es maravilloso, porque es un programa que rinde tributo a mi adolescencia, al tiempo que es una manifestación de cómo pienso que deberían ser los programas de música de concierto hoy en día, a pesar de la exigencia, porque es muy difícil interpretar estas obras. Hay algunos, como la marcha de Superman, que la Orquesta los conoce, ya que lo han interpretado en muchas ocasiones. Pero después tenemos temas como el de Batman, que sí, que son conocidos, pero que han sido poco interpretados, y que son complejos y difíciles de ejecutar para los músicos.
Además, es un repertorio que tiene constantes cambios de compases, de tempo e incluso de registro. Pasar por ejemplo del “Elektra’s Second Life”, de Beck, a Shazam!, de Wallfisch, en menos de treinta segundos, exige una gran flexibilidad mental. Porque después llega Hulk, de Elfman, a la que sigue Wonder Woman 1984, de Zimmer, y así sucesivamente. Todo eso es muy exigente tanto para el músico como para el director. Y más en mi caso, que lo dirijo todo de memoria, con lo que la preparación la he llevado a cabo muy concienzudamente, lo que ha supuesto estar toda la semana concentrado en Tarragona, con ensayos matutinos, y estudio por la tarde y noche en el hotel, aislado del mundo. El resultado es que ahora sonará como si lo hubiéramos tocado toda la vida, y el público debe disfrutarlo, porque además los conoce muy bien.
¿Tomas partido por unos o por otros? ¿Marvelita, o de DC?
(*Risas*) Bueno, Danny Elfman ha creado la sonoridad de los últimos años del género, y así lo he manifestado en redes sociales. A nivel de historias, me resulta fascinante la continuidad que ha generado Marvel en su propio Universo. Es muy similar a la saga de Star Wars, y eso me gusta mucho. Es un proyecto fascinante. DC en cambio, tiene a Batman, que es mi superhéroe favorito, y que además es el que más sagas tiene dentro del Universo DC. Musicalmente me quedo con Elfman.
Todo el programa es muy interesante, incluso aquellas obras que se han quedado fuera, porque no podíamos hacer un concierto de cuatro horas, pero hay algunas que no están por cuestiones logísticas, otras por equilibrio. Por eso había que incluir piezas como la de Elektra, que a lo mejor la gente no se la espera, pero es que si todo fueran temas épicos, la gente acabaría agotada, con la cabeza abotargada. Se ha de tener en cuenta el concepto de respirar por parte del director.
Si al final, la gente disfruta tanto, es también por lo que se ha hecho al inicio, incluyendo temas como el de Elektra, que es un caramelito que además ha sorprendido a muchos músicos de la orquesta. Si tomo partido, es más por una cuestión puramente individual, porque Batman es mi superhéroe favorito, y es DC. Pero Capitana Marvel es una maravilla, al igual que Los Vengadores. Si tuviera que haber elegido entre un concierto solo de Marvel u otro de DC, prefiero combinarlos, porque la riqueza que tenemos en este concierto, solo con Marvel o con DC, no la encuentro.
Precisamente te iba a preguntar, ¿Por qué no dedicar un concierto a cada una de las dos franquicias?
Si pudiéramos hacer un ciclo de conciertos, sería otra historia. Pero si has de hacer un solo concierto, es diferente. Es como las Sinfonías de Beethoven. Tocar la Primera y la Segunda, la Tercera y la Cuarta, etc., no es la mejor manera para mí de escuchar a este genio. Si solo tienes la oportunidad de hacer un concierto, no te puedes plantear esto de otro modo. Pero, ¿cómo dejar fuera a Superman, o a Batman, o a Los Vengadores? ¿O a la Capitana Marvel? Creo que sería más una decisión “política”, que no musical. Lo tengo clarísimo.
Me congratula observar tu devoción por la partitura de Capitana Marvel, porque eres de los pocos que la defiende de una manera abierta, punto de vista que comparto contigo y defiendo en mi libro.
Y lo más interesante es observar cómo se ha trabajado la música en las diversas películas de Marvel, porque tal como se ha trabajado la música en Capitana Marvel, o en Los Vengadores, da la impresión de haber estado compuesta por el mismo autor, a pesar de ser de Silvestri y de Toprak, y contar historias absolutamente diferentes. Claro, DC es que tuvo a Williams en Superman. Y a Elfman en Batman. No sé si fue pura suerte. A mí personalmente me gusta mucho el cine de Tim Burton, pero me gustan más las versiones de Nolan. Ahora, musicalmente, no. Me gusta mucho más lo que hizo Elfman que lo de Zimmer.
Igualmente, también estaba la Supergirl de Jerry Goldsmith, pero con todos los respetos, me parece una partitura prescindible. No creo que sea su mejor trabajo, en el que además combina la electrónica de una manera nefasta, que ha quedado muy anticuada. Capitana Marvel no quedará anticuada porque la electrónica está muy bien conjugada. Creo que Goldsmith fue una víctima en aquel momento de las circunstancias, y aunque la obra tiene cosas interesantes y mucho colorido, se nota que no está en la línea de lo que hacía Goldsmith y que no acaba de funcionar. En cambio, la marcha del Capitán América de Silvestri, ya no es que se asemeje a Superman, de Williams, como me apuntaban algunos músicos, es que es puro sonido americano característico de los últimos cincuenta años. Es que son amigos, referentes, colegas. Gente que se admira ¿Cómo no van a componer cosas semejantes?
¿Qué tipo de materiales has empleado para preparar el concierto? ¿Cómo accedes a las partituras?
Pues mira, a muchas no se puede acceder. Todo el material se ha hecho expresamente para este concierto. Albert Mañosa y Marta Urzaiz son mi equipo, con el que realizo todas las transcripciones sinfónicas, porque las orquestas, cuando han de tocar este tipo de material se encuentran con que algunas partituras no están editadas. Otras que están grabadas sirven para los ensayos, pero incluso en esas grabaciones existentes se han retocado cosas. Las partituras son carísimas, porque normalmente se alquila a pieza por concierto. Se trata de materiales que tienen errores y se han de revisar. Es complicado.
Hay algunos que sí, como el tema de Superman, que está publicado. Nosotros lo revisamos, y así y todo contiene errores que hemos notificado a la editorial. Aun así, este es el material fácil. Hay algún error, alguna cosa que hay que añadir. Después está aquellas obras de las que tenemos los manuscritos, que circulan desde hace años, y que también cabe revisar, porque en las grabaciones siempre hay cambios. Y a partir del manuscrito, llevamos a cabo el dictado, escuchando compás por compás, nota a nota. Es un proceso lento de corrección.
Y después están aquellas otras de las que no existe ningún tipo de material. Solamente tenemos el mp3, como por ejemplo ocurrió con Shazam! y Capitana Marvel. De la primera no había absolutamente nada, porque nunca se ha tocado en concierto. Si el compositor se entera seguro que se sorprenderá. Igual que Christophe Beck, si se entera que Elektra se ha interpretado en concierto. El trabajo ha sido un equilibrio entre estas tres modalidades y cuatro meses de trabajo intensísimos, porque por ejemplo, Batman llega a tener entre cuarenta y cincuenta errores por movimiento, que luego la casa editora agradece que le comuniquemos para corregir en la siguiente edición.
Además, he tenido la aportación extra de tu libro, La Música tras la Máscara (leer más), que me ha servido muchísimo para consultar y contextualizar el programa. La parte histórica inicial me interesaba menos en esta ocasión, y he ido, por falta de tiempo, directamente a aquellas películas que iba a incluir en el programa. Allí he podido encontrar valoración e información de las secuencias más importantes, musicalmente hablando. ¡De verdad que ha sido de una gran ayuda!
¡Muchas gracias, Gerard! ¡Es todo un honor que digas esto de mi libro! Pero me ha llamado la atención que se haya incluido El Retorno del Jedi, de John Williams. ¿Qué relación tiene con el mundo de los superhéroes?
Pues porque los “Ewoks” es un cómic de Marvel de la década de los ochenta, que se hizo a posteriori. Y necesitábamos una pieza que fuera “simpática”. Pensamos en Los Increíbles, de Giacchino, pero por problemas logísticos hubo que desecharla, dado que hubiera hecho falta una batería, saxos, etc. Me interesaba este punto de vista “histórico”, y que la gente buscara después del concierto esos cómics, que tienen un colorido sicodélico que casi hace daño a los ojos. Por eso hemos incluido también Conan. La del Retorno del Jedi además, es que me gusta mucho, y no hacemos la versión editada de la suite por el propio Williams, sino la original del film, porque me gusta mucho más. Todo esto es porque entiendo que es un concierto familiar, para todo el mundo, y para que quien no conozca los cómics de Conan o los Ewoks, gente joven, pueda picarle la curiosidad.
¿Crees que en el género superheroico hay un canon de interpretación a seguir o, por el contrario, admite todo tipo de interpretaciones?
A nivel musical… Por ejemplo, están Los Increíbles, que se enmarca mucho en la línea Disney/Marvel, porque es de clara inspiración marvelita, pero al mismo tiempo es una partitura diferente. Va por personajes. A mí Hulk, de Elfman, me parece muy válida, que también tiene una sonoridad muy particular, y carece de melodía. Pero está bien representado, como una especie de “mad doctor”, en los acordes de las flautas, muy presentes en los títulos de crédito, con sonoridades y texturas muy específicas. Depende mucho del personaje y de la historia, pero es muy válido. Creo que es importante que, sobre todo Marvel, que está siguiendo una línea, no caiga en el autoplagio, que sepa encontrar los matices. Por ejemplo, con el Capitán América, que es un símbolo nacional, y militar, ha de mantener esa línea diferencial. Al igual que la música de cine no tiene un estilo definido, el imaginario de los superhéroes también va cambiando. Ahora mismo puede tener signos reconocibles, pero ha ido cambiando desde que Williams irrumpió con Superman. Luego llegó Elfman con Batman, y más tarde, Spider-Man, que abre las puertas a un sonido diferente. Inmediatamente después, Hulk. Así, hasta llega a La Liga de la Justicia.
Es que el Capitán América de la primera película, no tiene nada que ver con el de la segunda, el del Soldado de Invierno, donde el personaje vive inmerso en pleno siglo XXI, en una trama de espionaje muy sofisticada que pide a gritos esa sonoridad electrónica que caracteriza el trabajo de Henry Jackman.
Totalmente. Y por tanto la marcha propagandística de la primera, desaparece. Es que es importante no ser víctima de uno mismo. En estos grandes estudios, esto suele ocurrir.
Te lo comento porque, aunque Zimmer es un compositor muy popular, no acaba de cuajar en el Universo DC, y parecen como un poco desorientados…
Fíjate que de Zimmer solo tocamos una pieza, Wonder Woman 1984, en concreto “Lost and Found”, que es la pieza final, cercana a Bruckner, porque del resto es muy difícil estructurarlo dentro de este concierto debido a su electrónica (el Batman de Nolan, por ejemplo). Esto no me servía. Hulk, por ejemplo, estaba al límite, porque tiene mucha percusión electrónica, pero con la transcripción que hemos logrado hacer combinada con el teclado, que hace de sintetizador, ha sido posible. Pero con Zimmer era muy difícil.
Es que, además, ver determinadas películas como Capitana Marvel o Los Vengadores, y no vincular emocionalmente la música con las imágenes es un drama. ¡Te la tienes que llevar contigo a casa! Ayer terminado el concierto en Tarragona, la gente cantaba y silbaba el tema de Superman, ¡todavía a estas alturas! El trabajo de Zimmer para el Batman de Nolan es excepcional, pero esto es un concierto de música y fuera de la pantalla, por mucho nombre que tengan sus autores, a esta música no le veo ningún interés. En cambio, Wonder Woman, es una pasada. Ves cómo se hace grande, y cómo lo viven los músicos. ¡Me quedo al borde de la lágrima!
Creo que aquí trató de recuperar algunas piezas que de vez en cuando nos ofrece, como aquellos coros de Marea Roja, o El Pacificador, donde se le ve el punto de compositor germánico. WW es Bruckner, Mahler, Wagner ¡todo a la vez! Es una pieza que en el concierto funciona. Y eso ha sido al final lo que ha imperado en el concierto, lo que lo ha articulado. Hay ausencias notables como Iron Man. O la de Ant-Man. Pero no podemos integrar una banda de rock por una pieza solamente.
En este sentido, ¿qué te aporta el concierto?
Bueno, muchas cosas. Me hace crecer como músico. La música de cine, y esto lo he remarcado mucho a la orquesta, ha conseguido superar los últimos coletazos de toda una maquinaria elitista que la tenía enfrentada y mal considerada, como una especie de música de segunda, y la mayor parte de los músicos, con una edad media de más o menos unos treinta y cinco años, ha crecido con toda esta música dejando atrás todas estas objeciones.
Además, hemos ido muy a fondo con el trabajo. Se han hecho cuatro ensayos de unas tres horas y media, trabajando mucho el repertorio compás a compás, mirando mucho el balance, el fraseo. Es música que aporta a los músicos, y ellos me aportan a mí. Aprendo muchas cosas de instrumentación al transcribir. Al final del concierto, soy mejor compositor, mejor director, mejor orquestador, y, por tanto, eso es fantástico. Además, es mi debut en el Palau de la Música. Bueno había estado antes con una cobla, con la radio en directo. Pero aunque estaba a reventar, solo fueron tres minutos con una sardana. Estuvo muy bien, pero lo de hoy es un programa entero, y como director de orquesta en solitario. Un programa, que además, es el que más deseaba porque es el que más me influenció a la hora de decidir ser músico.
Puede que sea un poco raro, y que tal vez sería más normal debutar con Mozart o Beethoven. Pero es que ya he dirigido eso tipo de conciertos. La Séptima, la Quinta, además varias veces. Pero debuto en el Palau así. Ante toda mi familia. Con mi abuela, mi pareja, mi hijo. Tiene un valor personal extraordinario.
Gerard, ¿hacia dónde apunta el futuro?
Yo, ahora mismo, soy director de contenidos de parques temáticos. Eso implica componer la música, realizar la planificación sonora, llevar a cabo los diseños audiovisuales, la dirección de los espectáculos audiovisuales, dirigir el contenido de video, con lo que conlleva de creación de personajes e historias. Es todo un reto creativo. Soy un creativo, ahora.
Respecto al aspecto musical de este trabajo, me gusta mucho. Me lleva a viajar, a mejorar mi inglés. A trabajar con ilustradores, guionistas. Es un enriquecimiento continuo. Todas las semanas surgen novedades, con reuniones en Japón, en Palestina. He estado recientemente en Londres, después en Suecia… La suerte es que tengo una familia que me acompaña y me entiende mucho, porque, por ejemplo, este verano no ha habido vacaciones. En este trabajo las cosas son así. Ya me comentaba Iván Palomares, gran compositor y muy amigo mío, que me comentaba que alguien le había dicho que “en este oficio, o te muere de hambre, o te mueres de sueño”. Yo, me estoy muriendo de sueño… ¡Cuando tenemos un día libre, lo exprimimos hasta la última gota!
El futuro es eso, dirigir cobla; estar dentro de un mes y medio haciendo una ruta por parques del norte de Europa; diseñar un centro comercial en Palestina, con parque temático y de atracciones; transcripciones sinfónicas para grandes orquestas: tengo un encargo, y esto te lo digo como una primicia absoluta, para la misma Orquesta Franz Schubert para componer una obra de carácter impresionista sobre cuadros de Van Gogh, para la temporada 2023-24.
Hay un equilibrio entre todo ello, entre proyectos a largo plazo, y otros que surgen semanal e incluso diariamente. Aunque he trabajo mucho en música de cine y me gustaría seguir haciéndolo. Algo que comencé con Arnau, pero que he seguido haciendo con Iván en la serie La Cocinera de Castamar, como compositor adicional y ayudante. Me gusta mucho esta figura de asistente o ayudante. No tengo ningún problema con ello. Porque también es trabajar en algo diferente, sin tanta presión. Y al final, todo resulta muy creativo.
No hago planes y me centro en lo que toca. Esta semana tocaba la orquesta, y así ha sido. Era mucha la responsabilidad, porque esta música es muy difícil de tocar, y estás ante muchísima gente, además de la familia, tus padres…
Para acabar, has hablado mucho de Elfman como un compositor de referencia, pero en la actualidad, es Michael Giacchino quien se ha puesto al frente de Marvel, que parece apostar por esa tradición sinfónica. ¿Qué opinión te merece este compositor?
A mí me encanta Giacchino. Me habría gustado mucho incluir Los Increíbles, pero… Hace un tiempo que vengo pensando que cuando se vaya Williams, algo que cada vez está más cercano, ¿quién va a recoger su testigo? Hay muchos compositores, pero recuerdo que me llegó mucho la música de Super 8, por ejemplo, y que recibió muy malas críticas, tanto la película como la música. Pero a mí es una película que me encanta, y su música es… Tiene un nivel a la altura de Williams. Ya con Los Increíbles, uno se preguntaba ¡de dónde había surgido este “monstruo”! Además, es un todoterreno como demuestran sus incursiones en terrenos tan diferentes como el universo Star Wars con Rogue One, y ahora con The Batman. Igual que Desplat, que igual trabaja con Wes Anderson, que te hace Mujercitas o Harry Potter. El caso de Giacchino me recuerda en parte al de Goldsmith, que tuvo películas muy buenas, pero otras de serie B, e incluso C. Igual que compositores como Bruce Broughton, que para mí es extraordinario y que ha hecho mucha música para los parques de Disney de los EEUU. Me ha cedido partituras por Facebook, lo cual le agradezco muchísimo. Es una persona encantadora, pero ¡ha hecho películas de serie J! ¡No ha tenido nunca suerte para captar buenos proyectos!
Pues nada, Gerard, enhorabuena por el éxito de este concierto, que estoy seguro que eso es lo que va a ocurrir esta tarde, y gracias por dedicarnos un buen rato de tu ocupadísimo tiempo.
¡Un placer, y gracias a vosotros por vuestro interés!
Entrevista por Frederic Torres
Fotos (Entrevista) por Mar Úbeda
Fotos (Concierto) por Martí E. Berenguer (FSF)