‘Film Symphony Orchestra – FSO – Gira Krypton’ – Valencia – Resumen Concierto
Un año más, la Film Symphony Orchestra recorre la geografía española con una nueva gira: Krypton, dedicada en esta ocasión a la música de los héroes y superhéroes (leer más).
Nuestro compañero Frederic Torres acudió al concierto celebrado en Valencia en octubre, y nos deja un estupendo resumen del mismo.
CONCIERTO FSO: GIRA KRYPTON
Una vez iniciada en septiembre la nueva gira dedicada a los «Héroes y Superhéroes», denominada Krypton, en el Auditorio Nacional de Madrid, recién inaugurado octubre, la Film Symphony Orchestra recaló en València, la ciudad originaria de esta formación orquestal especializada en interpretar música de cine, que bajo la batuta de su incombustible director, Constantino Martínez-Orts, ha ido cosechando cada vez más adeptos y popularidad, hasta el punto de agotar prácticamente todas las entradas de los conciertos previstos en todas y cada una de las ciudades integrantes de sus giras (y son unas cuantas, algunas con repetición del evento, como la misma capital del Turia, a donde volverán en febrero).
Seguramente, las continuas apariciones en el programa El Hormiguero, que conduce Pablo Motos en una conocida cadena privada, e incluso en las noticias de telediarios de alcance nacional como el de La 1, de RTVE (el mismo 1 de octubre, en la edición de mediodía), han jugado su papel. Pero también la idiosincrasia del propio espectáculo que Martínez-Orts ha concebido, una combinación de colorido y escenificación tan característica como reconocible, ya comentada en más de una ocasión en artículos referidos a giras anteriores.
En este caso, además, tratando el programa de quien trata (cabe recordar que Krypton era el planeta natal de Superman, por si queda alguien que no lo sepa), estos personajes ya de por sí pintorescos gracias a sus vistosos trajes, concebidos inicialmente para los cómics (y del que un servidor da cumplida cuenta en el libro LA MÚSICA TRAS LA MÁSCARA. LA ERA SUPERHEROICA -Vol. 1-, si se me permite la licencia – leer más), el preparado de luces y colores que lleva aparejado cada concierto de la FSO se antoja mucho más adecuado para explotar a fondo la vistosidad temática de un programa plagado de fanfarrias, pero también de oberturas clásicas como las dedicadas a El Cid, de Miklós Rózsa, Lawrence de Arabia, de Maurice Jarre, o Braveheart, de James Horner (del que se eligió el tema de amor). Es decir, la habitual combinación de temas clásicos y contemporáneos que el director valenciano acostumbra a presentar en sus programas. Una fórmula que ha probado su éxito en innumerables ocasiones y que, por motivos obvios, Martínez-Orts no piensa variar un ápice.
El programa fue el siguiente:
Así las cosas, unas y otras se fueron alternando de modo equilibrado, de manera que al vistoso inicio con la obertura rózsiana, mucho más difícil de interpretar de lo que pueda parecer a primera vista, dado que es muy complicado obtener el tempo adecuado (como se puede comprobar en las diversas regrabaciones efectuadas en los últimos veinte años, que adolecen de estas capacidades, especialmente la llevada a cargo por James Sedares), así como recrear la energía de la que estaba investida la grabación original efectuada por el mismo compositor de origen húngaro, le siguió la majestuosidad de la obertura que Danny Elfman compuso para su imperecedero Batman. Otra pieza de muy difícil recreación, dada la complicación técnica de los arreglos originales de aquella pionera de la música de cine que fue Shirley Walker.
En ambos casos, la orquesta ofreció un registro sonoro más grave que el original, debido al bajo perfil otorgado a los platillos y a los redobles de la caja, tan fundamentales en estas dos piezas. Todo lo contrario de lo que ocurrió con la brillante presentación del Ant-Man de Christophe Beck, en la que la FSO supo estar a la altura de la dinámica composición del joven autor quebequense, uno de los mejores temas marvelitas de nueva generación, provisto de un brío y un contagioso ritmo jazzy, bien conjuntado con la sección rítmica.
Todo lo contrario de lo ofrecido poco después con el tema de Iron Man 3, de Brian Tyler, que volvió a ser interpretado en un registro sinfónico en lugar del más jazzy de los magníficos créditos finales que se podían ver/escuchar al final del filme (y también de la gira anterior, FÉNIX, de la misma FSO). Una lástima, porque el tema es probablemente lo mejor compuesto por este compositor, quien desde que rompió con Marvel, no ha vuelto a recuperar la inspiración que le caracterizó en un inicio.
Al respecto, impagable la explicación, como es habitual en sus espectáculos, del propio Martínez-Orts, cuando confesó que seleccionó este tema de entre los varios existentes sobre el Vengador Dorado, en un momento en que Marvel no acababa de definir coherentemente sus personajes desde una perspectiva musical, porque los otros dos no le gustaban. Sin más. Entre medias, el citado tema «Por el Amor de una Princesa», melodía de corte lírico-amoroso debida a James Horner, perteneciente a Braveheart, incluida en el programa a pesar de haber manifestado en la introducción al mismo que la jornada iba a discurrir alrededor de la épica superheroica, y que este no era el lugar ni el momento idóneo para escuchar temas de amor. El final de la primera parte discurrió entre oberturas sinfónicas debidas a Michael Kamen, de quien se interpretó Robin Hood: Príncipe de los Ladrones; El Caballero Oscuro, de Hans Zimmer, transcrita para orquesta, dada su original condición electrónica, y, de nuevo, Tyler, con la secuela de Thor, bautizada como El Mundo Oscuro, además de la brillante marcha de Alan Silvestri para Capitán América: El Primer Vengador, finalizando de la mano del gran Michael Giacchino y su brillante partitura para Los Increíbles a modo de un auténtico recital de jazz. Broche inmejorable para poner el punto y aparte del concierto.
Después del intermedio, en el que se realizó el habitual sorteo para dos personas a Hollywood, con la interpretación de diez temas, a razón de cinco segundos cada uno, para que quien los acertara pudiera acceder al premio, la segunda parte prosiguió por los mismos derroteros. A la majestuosa Obertura de Jarre dedicada a Lawrence de Arabia (de nuevo las pedagógicas introducciones del titular, Martínez-Orts, le llevaron a silbar incluso la popular marcha de El Puente sobre el Río Kwai, para explicar que no pertenecía a la partitura original de Malcom Arnold, el compositor de la anterior película de David Lean), y el tema de El Último Mohicano, de Trevor Jones, bien conocidos de los veteranos aficionados de la música de cine, el programa incluyó el tema central de Spider-Man 2, de Elfman, porque según Martínez-Orts (con buen criterio), es mejor que el primero (cabe suponer que porque incorpora el estupendo tema dedicado al Doctor Octopus).
Tras una suite dedicada a Conan, el Bárbaro, la cada vez más mitificada partitura de Basil Poledouris, en la que hubo oportunidad de escuchar los martillazos en el yunque tal cual aconteciera en la grabación original, se volvió a convocar a Horner, en esta ocasión a través de su partitura para La Máscara del Zorro, en la que los integrantes de la FSO, además de interpretar sus respectivos instrumentos, hicieron de palmeros al objeto de dotar de ritmos latinos el desarrollo expositivo (en el que se echó de menos la intervención de una guitarra solista española).
El concierto entró en su recta final con un espectacular crescendo protagonizado por el tema principal de Capitana Marvel, de la turca-americana Pinar Toprak, que sonó vibrante, para a continuación, abordar una suite de la controvertida partitura de Zimmer para Man of Steel, en la que sí intervino una guitarra eléctrica de refuerzo que dotó de mayor fidelidad al conjunto.
Tras estos dos conseguidos momentos, llegó el icónico y poderoso tema de Silvestri para Los Vengadores, tal vez el más conocido de todas las películas marvelitas, bien ejecutado en sus poco más de dos breves minutos de duración, antes de abordar la apoteósica suite dedicada a Black Panther, la partitura justamente ganadora del Oscar en 2018, compuesta por el sueco Ludwig Görannsson. En ella la interpretación de la FSO brilló con luz propia (y no ajena, como podría hacer creer la parafernalia de colores y máquinas de vapor que esta formación acostumbra a emplear en los últimos años para enfatizar el espectáculo), incorporando percusión especial (por ejemplo, el tambor parlante que se emplea en la grabación original de la película), y cánticos de características africanos interpretados por los pluriempleados componentes de la formación, que generaron incluso algunos amagos de danza entre el respetable.
El bis, con la inevitable marcha de Superman, de Williams, y el cierre de la función con el «Cantina Band», también del compositor norteamericano (que es siempre el número de la conclusión final de los conciertos de la FSO), pusieron el punto final al espectáculo, en el que desde el primer minuto, Martínez-Orts pidió la colaboración del público para grabar con sus móviles algunas de las interpretaciones o momentos especiales, para luego subirlos a las redes sociales. Vamos, lo contrario de aquello que se suele pedir en las salas de concierto. Pero es que la FSO y su titular ya le han cogido el punto a su propuesta, y esta incluye música, sí, pero también muchas otras cosas, entre ellas, la participación de un público enfervorizado al que se insta sagazmente a participar del show, con resultados evidentes. Podrá estar uno de acuerdo o no con el planteamiento según la propia exigencia melómana, pero está claro, a pesar del vapor y las luces que ocasionalmente no dejan ver con claridad la ejecución de las piezas, que Constantino Martínez-Orts sabe lo que se hace. Eso es indiscutible.
Artículo y fotos por Frederic Torres