Ennio Morricone – Roma 2018 – The 60 Years of Music Tour
El pasado sábado 16 de junio de 2018, Ennio Morricone dio un concierto en las emblemáticas Termas de Caracalla en Roma (Italia), dentro de su gira de conciertos prevista para 2018 (ver noticias), siendo el primero de los 4 conciertos que iba a celebrar en dicho lugar.
Gorka Oteiza de SoundTrackFest estuvo allí y nos cuenta a través de este artículo cómo fue la velada, comparando la misma con el concierto de Turín en marzo de 2018, al que también tuvo la fortuna de acudir (ver artículo).
EL LUGAR
Roma, una de las ciudades consideradas cuna de la civilización antigua, una de las ciudades con más monumentos y ruinas por metro cuadrado (con el permiso de Atenas), era el lugar donde el sábado 16 de Junio iba a tener lugar un concierto especial dirigido por el maestro Ennio Morricone, englobado dentro de la gira ‘The 60 years of Music Tour’.
El lugar, las Termas de Caracalla, unos antiguos baños romanos del siglo II (datados entre 212 y 217 d.C.), de los cuales hoy en día solo quedan en pie algunas paredes y parte de la estructura original, que han sido aprovechados y complementados con un graderío y un escenario para conciertos, donde se llevan a cabo funciones de verano de la Ópera de Roma (Roma Opera Aperta).
Eran las 19:30h de la tarde, y a pesar de que el concierto comenzaba a las 21h, la gente ya se agolpaba frente a la entrada principal de las termas. En el interior y tras la verja de entrada, una taquilla a la que acudían a recoger las entradas aquellas personas que habían comprado su ticket por internet, para seguido volver a salir al exterior. Pasadas las 20h abrieron el acceso y el público entró en orden pero agolpado.
Tras andar por un largo camino al aire libre, rodeados de ruinas antiguas a ambos lados, girábamos a la izquierda y nos encontramos de pronto con el lateral derecho del escenario y del graderío. Allí estaba ubicada la puerta principal de entrada a los asientos, junto a la tienda de merchandising oficial, pero todavía no se podía pasar puesto que la orquesta estaba terminando los ensayos y las pruebas de sonido.
Así que, amablemente, nos dieron una hoja con el programa del concierto de forma gratuita (algo que no pasó en Turín y que era un gran acierto), y nos convidaron a dar la vuelta al escenario por detrás para llegar hasta el otro lado mientras ensayaban los últimos temas del concierto. La verdad es que la experiencia resultaba cuando menos bucólica… pasear en las termas, ¿con la música de La Misión de Ennio Morricone sonando de fondo? ¿Qué más se podía pedir?
Cuando llegamos al otro lado del escenario, había una pequeña explanada en la que se había montado un bar y unas mesitas, para que la gente pudiera tomar algo tanto al comienzo como durante el intermedio. Tras hacer un poco de tiempo y pasadas las 20:15h, se abrió el acceso a las gradas y la gente pudo ir subiendo tranquilamente a ocupar sus sitios.
Una vez en los asientos, se podía comprobar que la visibilidad del escenario era perfecta desde cualquier lugar, ya que las filas estaban escalonadas en altura, permitiendo una visión completa tanto del escenario como de las ruinas de las termas que se encontraban detrás (y que sólo se cubrían parcialmente por el montaje mínimamente necesario). En total unas 4.500 localidades; todas ellas vendidas y con las entradas agotadas desde hace tiempo.
EL PROGRAMA
El programa del concierto tuvo alguna ligera variación con respecto al concierto de Turín de Marzo de 2018. Aparte del cambio de orden de alguno de los temas y del comienzo con la suite The Legend of 1900 en vez de con La Bilbia (a mi parecer, mucho más acertado), la mayor diferencia fue la presencia de Dulce Pontes en la velada, que aportó su fantástica voz a un buen grupo de temas.
El programa completo del concierto fue el siguiente:
EL CONCIERTO
Comentar que una vez más, y como ya ocurriera en Turín, el concierto estuvo estructurado en varios bloques, cada uno de una temática concreta, que incluían piezas de diversas películas. Estos temas por lo general formaban una suite, de manera que se pasaba de uno a otro sin pausas y sin transiciones, de una forma suave y con unos arreglos muy bien preparados, dando lugar a que se pensará que era una única suite de muchos minutos de duración en lugar de varios temas sueltos si no se conocía la música al detalle.
Teniendo la majestuosidad de las ruinas de las Termas de Caracalla de fondo, no se contó con ningún tipo de refuerzo visual del estilo de vídeos o imágenes que acompañarán a la música, y únicamente se emplearon juegos de luces para enfocar bien a las solistas, bien al propio Morricone, o bien para iluminar de diferentes colores las ruinas según el tema que sonara o quién estuviera en el escenario (Susanna Rigacci o Dulce Pontes).
El concierto dio comienzo con un ligero retraso, pasadas las 21:15h, saliendo a escena primero el coro Nuovo Coro Lirico Sinfonico Romano que se ubicó en la parte superior del escenario, seguido de la orquesta Roma Sinfonietta Orchestra, recibiendo ambos un gran aplauso.
Poco después hizo aparición Ennio Morricone, quien recibió un caluroso y grandioso aplauso, junto con una ovación en pie por parte de un público Romano entregado, que reconocía así los logros y la grandeza de uno de los suyos (Ennio Morricone nació en Roma en noviembre de 1928).
Con el andar pausado pero firme y sin ayudas, se acercó al centro del escenario donde tenía ubicada una silla sobre el púlpito del director, detrás de la cual había una gran barra que le ayudaba a subir y a bajar, y en la que se apoyaba cuando se daba la vuelta para saludar a la audiencia en breves las pausas entre bloques.
Puesto que ya se hizo una descripción detallada de los temas del concierto de Turín de marzo de 2018, que comparte el 95% del contenido con este concierto (ver artículo), a partir de ahora se hablará de aquellos aspectos destacados y diferenciadores de ambos conciertos.
La velada en Roma arrancó con la suite La leyenda del pianista en el océano (The Legend of 1900), dulce, melodiosa y con un elegante crescendo, que resultaba una formidable introducción al concierto, en comparación con la suite de la serie de televisión La Biblia con la que arrancó el concierto de Turín. Todo un acierto el cambio.
Sin embargo, según iba tomando cuerpo el tema y la música iba creciendo y sumando instrumentos, pudimos ver uno de los mayores problemas del concierto, la sobre-amplificación y la inadecuada ecualización del sonido. El lugar contaba con dos grupos de altavoces a cada lado del escenario, que se comían el sonido de la orquesta la mayoría de las veces, y por los que se llegaba a escuchar el carraspeo de los músicos en las pausas o el paso de las partituras en los pasajes suaves.
Pero eso no era lo peor, sino que cuando sonaban varios instrumentos solistas a la vez, y cuando se suponía que el sonido tenía que complementarse, lo que hacía era solaparse y distorsionar el resultado, dando lugar a unos agudos poco claros, “sucios” y muy saturados. Eso unido a que en algunas ocasiones se escucharan petardeos o golpes en los altavoces (como si alguna membrana estuviera rota o estuvieran sobre-alimentados), hizo que en más de una ocasión el sonido nos sacara de la experiencia del concierto.
Y aquí me gustaría diferenciar claramente el sonido de los altavoces de la acústica del lugar. Siendo las Termas de Caracalla un lugar al aire libre, resulta un sitio difícil de sonorizar y un lugar complejo en el que conseguir una acústica y una experiencia sonora adecuada. Pero la base para esto pasa por tener un sistema de sonido adecuado, con un diseño y una ecualización correcta, que transmita el sonido sin distorsión, y que no fue lo que experimentamos en el concierto.
Una verdadera pena, puesto que el concierto de Turín, que se llevaba a cabo en una gran arena donde el sonido y la acústica también era difícil de controlar, tuvo una sonorización estupenda. A favor del concierto de Roma hay que decir que en la segunda parte se notó una ligera mejoría en este aspecto, como si se hubieran realizado algunos cambios, aunque en general la experiencia dejaba de ser la óptima esperada para un concierto especial de estas características.
Pero volviendo con el análisis del concierto, el primer bloque de temas, Hojas Dispersas, tuvo una fabulosa interpretación terminando con la animada pieza Rabia e Tarantella. Seguido, se dio paso tras un aplauso a la presencia en el escenario de Susanna Rigacci, que se incorporó a la interpretación de la estupenda suite de Nostrosmo, y se quedó en el escenario hasta finalizar el bloque de temas dedicado al lejano oeste, el bloque La Modernidad del Mito en el cine de Sergio Leone.
Este bloque, que culminó con la fabulosa pieza El Éxtasis del Oro, hizo vibrar al público y generó una tremenda ovación en pie, dando cierre a la primera parte tras 1 hora de concierto.
A lo largo de todo el concierto se pudieron ver multitud de pájaros sobrevolando las ruinas y el escenario, pájaros que seguramente tendrían sus nidos en las partes altas de las ruinas, y que azuzados o incluso sorprendidos por la música, salían a dar una vuelta y a saciar su curiosidad.
Pasados 25 minutos de intermedio, sobre las 22:40h, arrancaba la segunda parte del concierto con el delicioso y extenso tema Los Odiosos Ocho – La Última Diligencia a Red Rock, cediendo el testigo casi sin pausa a la delicada música de Nuovo Cinema Paradiso.
Y así llegaba el bloque más extenso de la segunda parte, el dedicado al Cinema Social donde la inconfundible voz de la Portuguesa Dulce Pontes iba a ser la principal protagonista, arrancando con una interpretación fabulosa del tema La Luz Prodigiosa y continuando con la emotiva balada de Saco y Vanzetti.
Sin embargo en el tema final de este bloque, Abolição, la poderosa orquesta junto con la intensidad y potencia del coro no dejaron espacio para que la voz de Dulce Pontes pudiera formar parte del conjunto de una manera adecuada. Aun así, esto no desmereció la interpretación lo más mínimo, pero sí que hubiera sido mejor aplicar la regla de “menos es más” en este caso.
Eran casi las 23:30h y enfilábamos la recta final del concierto con los temas que pudimos escuchar de refilón cuando llegábamos al lugar; el bloque dedicado a La Misión, con unos 9 minutos de música de una grandiosidad celestial, que brillaron con intensidad propia en el escenario de las termas. Al acabar, llegó una magnifica ovación en pie brindada por todo el público al coro, a la orquesta, a las solistas y como no, al propio maestro Ennio Morricone al frente del todo el conjunto.
Una ronda de aplausos intensos y casi interminables, que dio lugar al comienzo de los bises que estuvo compuesto por tres temas, formando parte de dos de ellos las voces solistas de las dos protagonistas de la noche: Susanna Rigacci y Dulce Pontes. En total 15 minutos de bises, fabulosos en su conjunto, donde para mi gusto eché en falta terminar con La Misión y poder marchar del lugar levitando. Y así, cuando faltaban 5 minutos para la medianoche, finalizaba esta estupenda velada.
EN RESUMEN
La interpretación de la orquesta fue espectacular y el coro estuvo maravilloso, en un lugar que no hacía más que engrandecer la solemnidad de lo que escuchábamos. La solista Susanna Rigacci, estuvo excelente, como siempre, aportando una voz imprescindible a temas tan carismáticos como El Éxtasis del Oro. La participación de la cantante portuguesa Dulce Pontes, una novedad en este concierto con respecto al de Turín, tuvo su principal representación en un bloque de temas llamado ‘Cinema Social’. Su voz peculiar y característica hizo que esas piezas cobrarán una vida especial, salvo en el tema Abolição, donde probablemente hubiera sido mejor dejar únicamente la potencia del coro y de la orquesta como ya se ha comentado anteriormente.
La excelente interpretación por parte de todos los artistas, bajo la atenta y diligente de batuta del veterano Ennio morricone, quedó desgraciadamente algo empañada por la mala sonorización del concierto. Como ya se ha comentado antes, no era un tema tanto de acústica, puesto que se podía prever que la acústica abierta al aire libre de las termas no iba a ser la adecuada para este tipo de concierto, sino más bien un tema más de ajustes sonoros.
El sonido que provenía los altavoces no era claro ni era nítido, y estaba saturado en multitud de ocasiones, sobre todo cuando había varios instrumentos agudos con protagonismo a la vez. Además, en más de una ocasión se pudieron notar fallos como petardeos o ruido de fondo en los altavoces. Entiendo que en un concierto de esta categoría no deberían permitirse esos fallos, y aunque la audiencia perdonó todo porque era Ennio Morricone quien estaba al frente de la orquesta, en otro tipo de concierto, probablemente estos aspectos hubieran generado más de una queja.
En resumen, un concierto que podía haber sido un 9 un 10 se quedó en un 6 o un 7 (… bueno… dejémoslo en un 7), donde unas interpretaciones estupendas dieron lugar a una experiencia bastante buena, pero no a una experiencia excelente como debería de haber sido.
Ahora bien, haber visto al maestro Ennio Morricone dirigir en su ciudad natal, en un lugar tan especial como son las ruinas de las Termas de Caracalla, es algo que los allí presentes no olvidaremos fácilmente.
Artículo escrito por Gorka Oteiza